El agua es un tesoro natural inapreciable; es fuente de la vida y símbolo de la eternidad. Este elemento insustituible en la vida del hombre tiene reservado un lugar especial en los ritos y las tradiciones de los búlgaros. En el culto al agua radica la ancestral práctica de este pueblo de construir fuentes. En la noción tradicional hacer un surtidor es hacer un bien para los demás a fin de que te recuerden como buena persona. Esta es la explicación del gran número de fuentes y surtidores que se pueden ver en Bulgaria por doquier: junto a carreteras y autopistas, en grandes plazas o estrechas callejuelas de cualquier poblado, y hasta donde el diablo perdió el poncho…
El búlgaro concibe la construcción de una fuente o un surtidor como un acto espiritual. Quien construye una fuente cumple un deber y deja algo para las gentes venideras. A veces la construcción de semejante obra sirve para curar el alma de algún pesar.
“La vida es un vaso de agua que nos hemos bebido, y las fuentes surtirán agua eternamente”, dice la inscripción hecha sobre un surtidor en la montaña Rodope.
“El viento barre nuestras huellas; las pasiones y, luego, el tiempo nos absorbe. Se ha hecho esta fuente de piedras porque la piedra es más duradera que nosotros, y porque el agua es eterna”. Es otra inscripción, hecha sobre una piedra, que se puede ver en el Conjunto Etnográfico Etar. Su autor es anónimo pero de lo que no cabe duda es que sus palabras llenas de poesía han tocado, tocarán y seguirán tocando el alma de muchas personas.
Antaño los búlgaros adinerados mandaban hacer fuentes y surtidores en beneficio de la comunidad, para conmemorar un suceso relevante o, simplemente, en memoria de una persona apreciada. Con frecuencia se pueden ver sobre las antiguas fuentes y surtidores inscripciones que rezan: “Viajero, bebe un sorbo de agua y acuérdate de Fulano, Mengano o Zutano”, o bien “Bebed un sorbo de agua en memoria de Fulana, mi madre”.
Las leyendas más antiguas derivan de la idea de que toda fuente de agua tiene su amo. Habitualmente, es un ser mítico: un toro o una náyade. A veces se convertían en náyades las muchachas comunes al osar acercarse a una fuente de noche.
Para los hombres modernos resultan un poco tétricas las historias sobre personas cimentadas en determinadas obras. Existía la creencia de que si la construcción de una casa, un puente o un surtidor de agua marchaba mal, había que cimentar en la obra la sombra de una persona viva. Semejantes historias se asocian a muchas fuentes y surtidores. He aquí una de ellas.
Érase un pueblo en el que un día desapareció el agua. Los vecinos llamaron a unos albañiles de tierras lejanas para que les construyeran una fuente. Los albañiles trabajaban de sol a sol, pero lo construido durante el día se desmoronaba durante la noche. Entonces decidieron cimentar en la obra la sombra de alguien. Sin embargo, la gente se cuidaba de pasar cerca del lugar donde trabajaban. Entonces el albañil jefe se acercó a la bella joven Rada que, sentada en el patio de su casa, echaba granos a las aves del corral mientras hilaba un copo de lana. La muchacha ni se dio cuenta de que alguien había entrado. El albañil le tomó la medida a su sombra con una ramita; regresó al lugar de las obras y cimentó el palito entre las piedras de la fuente. Muy pronto los albañiles terminaron la obra y de la pila brotó agua fresca. Sin embargo, la joven Rada enfermó y pronto después murió. Desde entonces suele aparecer junto a la fuente en las noches de luna llena para sentarse en una piedra e hilar.
Los etnógrafos búlgaros han registrado muchas leyendas sobre la aparición de agua por arte de magia en diferentes lugares. Una de estas leyendas cuenta que un día un jefe militar se sentó en una pradera para descansar y clavó su lanza en la tierra. Del lugar donde había clavado el arma brotó agua y el comandante mandó construir allí un surtidor en memoria del milagro que había ocurrido.
Otra leyenda versa sobre dos enamorados a los que alguien pretendió separar matándolos. Los dos se juntaron en el más allá, y en el lugar donde habían perdido la vida surgió una fuente. Su pila no surtía agua común sino las lágrimas de alegría de los dos enamorados, felices de estar juntos por fin para siempre.
Hay muchas canciones folclóricas dedicadas a la fuente de agua. Algunas dicen que construir una iglesia o una fuente de agua es lo mejor que una persona puede hacer en beneficio de los demás.
Version en español por Raina Petkova
Fotos: BTA
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