Recientemente, el destino del refugio “Ambáritsa”, en la montaña Stara Planina –conocida también por el nombre de El Balkán– , atrapó la atención de un gran número de personas. Escaladores, fotógrafos y voluntarios unieron fuerzas en una campaña de recaudación de fondos para salvar de la destrucción y el saqueo este “hogar montañés”. Detrás de la iniciativa de volver a sacarle el lustre a “la perla de Stara Planina” está una mujer joven, alta de moral y ansiosa de conseguir éxito, pese a las dificultades. Su nombre es Ema Gáteva y es vecina de la ciudad de Troyán, en el Balkán Central. Se dedica al deporte, la espeleología y el montañismo. Se autodefine como una persona que sabe cómo sobrevivir en la naturaleza. Curiosamente, incluso el domicilio en Troyán se encuentra en la calle “Ambáritsa”. Y puesto que nada en la vida ocurre por casualidad, un día se puso a cavilar, ideando un plan para salvar el homónimo refugio montañés que vivía un momento crítico, porque en el edificio ya se observaban cambios estructurales producidos con el paso de los años. Afortunadamente, las cosas funcionaron. Más de 200 voluntarios de todo el país llegaron a ayudar como mano de obra.
El Estado nunca consigue medios para los albergues de montaña, que se conservan gracias a la conciencia cívica principalmente de los turistas–dice Ema y prosigue– . Mi satisfacción es ser parte de la historia de este lugar. El refugio “Ambáritsa” fue construido en 1958 con la ayuda de muchos voluntarios y trabajo muy duro. El edificio se terminó en sólo tres meses, los voluntarios trabajaron día y noche, en turnos. “Ambáritsa” consta de tres plantas, con 14 habitaciones turísticas, un amplio comedor y una biblioteca. Es grande pero debido a su ubicación –en la cresta de la montaña– es difícil transportar el equipaje hasta allí. Durante su construcción fueron trasladadas toneladas de piedra, madera y otros materiales. El transporte por cable no llegaba hasta aquí y, para facilitar el traslado, los voluntarios instalaron carriles para una vagoneta, quizás las únicas en el país en tan alta zona serrana;era la única solución posible para subir los materiales hasta la cumbre. El edificio cuenta con gruesos muros de piedra y cimientos profundos, lo que sugiere que en la obra participó mucha gente. El proyecto arquitectónico de “Ambáritsa” en sí era de muy buena calidad. Se nota el diseño preciso, en servicio de la comodidad y la estética. En los recintos todo está revestido de madera que crea una sensación de confort y calidez. Ser capaz de restaurar el aspecto anterior de este maravilloso refugio y de ser parte de su historia me da gran satisfacción.
Para Ema Gáteva la profesión de gerente de refugio alpino es una causa. Hay mucho trabajo en torno a la restauración del edificio y el amoblamiento del hogar montañés pero la joven gerente trata de percibirlo como una aventura interesante. Ella ya ha aprendido mucho sobre la montaña y sus habitantes.
El gerente de albergue alpino tiene que ser una persona versátil y tener conocimientos de muchas cosas–agrega Ema–. Es un requisito especialmente importante para los refugios que se encuentran en lo alto de las montañas. Hay refugios próximos a centros poblacionales o a algún camino asfaltado donde un experto en reparaciones siempre puede acceder para eliminar una avería que se haya producido. Los obstáculos aparecen cuando el lugar es de difícil acceso. Por eso el gerente de un refugio alpino debe poseer conocimientosen muchos ámbitos. Debe ser capaz de solucionar rápidamente un fallo en la red eléctrica, en el sistema de suministro de agua, un problema con la instalación de vapor u otra cosa más; problemas que de ninguna manera son raros. Además, debe estar muy familiarizado con la sierra para poder orientar a los turistas, y, en caso de que sea necesario, prestar los primeros auxilios a personas lesionadas. Hay situaciones en las que hay que reaccionar con urgencia e incluso salvar vidas. Es por eso que la profesión de gerente de refugio alpino es inusual. Podría comparar a quien la ejerce con un náufrago que ha llegado a una isla desierta donde ha de sobrevivir, pese a las adversidades y las circunstancias. No hay día en que deje de admirar a la gente que construyó y mantuvo el refugio en los años pasados. Esto me ayuda a superar con esperanza todas las dificultades. Merece la pena restaurar y preservar lo hecho antes que nosotros; más aún, trataremos de reavivar el antiguo espíritu del refugio “Ambáritsa”, dice en conclusión Ema Gáteva.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Cortesía de Ema Gáteva
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