Actualmente, el propietario mayoritario de las acciones del proyecto es Rusia, con un 51%, mientras que Bulgaria y Grecia poseen un 24,5%, cada una. Según las estimaciones más recientes, la construcción del oleoducto costará 1.500 millones de euros.
El oleoducto, que pretende aliviar el intenso tráfico de petróleo por el estrecho del Bósforo, fue uno de los proyectos más polémicos entre Bulgaria y Rusia firmados por el anterior gobierno búlgaro. La postura del actual ejecutivo es que, con algunas reservas, la construcción del oleoducto debe continuar. Y no se trata de una posición sorprendente, a pesar de las reservas. Simplemente, el proyecto había sido congelado para poder estudiar qué eficiencia económica podía reportar.
El memorando sobre el proyecto firmado entre Bulgaria, Rusia y Grecia prevé que Rusia garantice la capacidad del oleoducto y asegure la materia prima. La instalación transportará 35 millones de toneladas de petróleo al año desde el puerto ruso de Novorosiisk, en el mar Negro, hasta el puerto búlgaro de Burgas, también en el mar Negro, y de allí, a través del territorio búlgaro, hasta el puerto griego de Alexandroupolis, en el mar Egeo.
De la totalidad de tasas que sean abonadas por el tránsito del petróleo, Bulgaria ganará 35 millones de dólares, es decir, un dólar por cada tonelada.
El ministro búlgaro manifestó que el consorcio ruso que posee la parte mayoritaria del proyecto ha dado garantías de su rentabilidad. Bulgaria considera varias ideas para incrementar sus potenciales beneficios del proyecto. Una de estas ideas es que empresas búlgaras participen en el transporte de petróleo de Novorosiisk a Burgas, concretaba el ministro hace algún tiempo. Y dio a entender, de modo inequívoco, que Bulgaria no está contenta de las tarifas por el tránsito del petróleo ni de las tarifas por el transporte de la materia prima a través del territorio búlgaro.
En lo que a la seguridad concierne, Alexander Tarakanov, director ejecutivo principal de la compañía Trans-Balkan Pipeline, declaró que se tomarán las medidas más modernas al respecto, mientras que en lo relativo a la protección del medio ambiente, el tramo de la tubería que pase por el fondo del mar Negro será provisto de equipos propios de recogida del petróleo si se produce alguna fuga de materia prima.
Una de las condiciones que tienen que ver con el medio ambiente y los factores sociales es que el proyecto sea aceptable también para la opinión pública. Por cierto, el proyecto de construcción del oleoducto provocó una enérgica protesta de habitantes de la ciudad de Burgas, el puerto búlgaro al cual llegará el petróleo ruso para seguir hacia Grecia.
“Estas reacciones son la causa principal por la que enfocamos el proyecto con tanto cuidado, comenta el ministro Traikov. Me consta, y no sólo a mí, que lo más idóneo será que la opinión pública esté bien informada sobre el avance del proyecto y participe en su realización”.
Según los datos presentados por la compañía Trans-Balkan Pipeline, en las mil instalaciones de este tipo que funcionan en el mundo, hasta ahora no se ha producido ni un solo accidente de consideración que haya ocasionado daño a la naturaleza.
La construcción del oleoducto debe empezar en 2011, y deberá entrar en explotación en 2013.
Versión en español de Venceslav Nikólov
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