Koprívshtitza es una pintoresca villa serrana acurrucada a los pies de la cadena de Sredna Gora, en Bulgaria central. Es un lugar que a los búlgaros les encanta visitar. Las casas, las calles empedradas, las fuentes de agua y la gente local dan al visitante la sensación de viajar atrás en el tiempo. No por casualidad llaman a Koprívshtitza villa museo. En un solo día se pueden visitar varias casas de prominentes búlgaros de la época del Renacimiento Nacional (siglos 18 y 19) cuyo destino fue estrechamente ligado a la lucha por la liberación de Bulgaria del dominio otomano. Hoy en día estas casas se han convertido en museos con exposiciones auténticas. La casa de Óslekov, los museos del gran poeta Dimcho Debelyánov, de los revolucionarios Tódor Kábleshkov y Gueorgui Benkovski, del escritor y activista por la libertad nacional Luben Karavélov, o la casa Lútov – son todas monumentos arquitectónicos de inapreciable valor, un verdadero tesoro para Bulgaria. Los visitantes de la ciudad no se pierden la oportunidad de visitar el complejo arquitectónico “Las Casas Palavéev” donde, durante todo el año, se exiben cuadros de los fondos de los museos dedicados a Koprívshtitza y otras pinturas de autores búlgaros contemporáneos.
© Foto: BGNES
“Con su naturaleza y arquitectura, Koprívshtitza atrae a los turistas en todas las estaciones del año” – dice Elena Zhelazkova, guía de turismo de la Dirección de Museos en Koprívshtitsa, y agrega – . Koprívshtitza tiene una rica historia. La gente se interesa por las personalidades nacidas en Koprívshtitza, la arquitectura, pero, ante todo, por los acontecimientos ocurridos aquí. A pesar de la crisis económica, nos visitan muchos turistas que quedan fascinados por nuestra ciudad. Hace algún tiempo un turista estadounidense nos escribió que si esta ciudad se encontrase en los EE.UU., sería colocada bajo una campana de vidrio, porque tiene tantas cosas preciosas. Durante el Festival Folklórico, en los prados en las inmediaciones de Koprívshtitza se reúne gente que aprecia el patrimonio cantado y dancístico de Bulgaria. Cada año el sentimiento de patriotismo invade las calles cuando se hace una reconstrucción de los acontecimientos de la sublevación de abril de 1876. En esos momentos la gente se olvida de los problemas cotidianos y evoca la historia y el espíritu de los sucesos del pasado. En Koprívshtitza tenemos dos museos etnográficos, son la Casa de Óslekov y la de Lútov. Los edificios son de la época de la guerra de Crimea (1853–1856), tienen una arquitectura muy hermosa y se caracterizan por murales ricamente ornamentados, y también por salones interiores en vez de las terrasas abiertas de antes. Allí los visitantes pueden conocer los usos y el estilo de vida en la Koprívshtitza renacentista. La Casa de Lútov es uno de los monumentos arquitectónicos más valiosos de la villa, ahí se exhibe algo que rara vez se puede ver en otras partes del país: una exposición de alfombras de fieltro, no tejidas, típicas de Koprívshtitsa, que se distinguen por la exquisitez de su decoración. Realmente vivimos en una villa museo y los visitantes suelen preguntarnos en broma si los habitantes locales no se han convertido también en objetos museísticos. Es así porque la ciudad se está despoblando. A veces parece que estamos viviendo en el pasado lejano, porque la paz y la tranquilidad que reinan aquí son raras en otras ciudades de Bulgaria”.
Una de las casas más hermosas de Koprívshtitza, típicas del Renacimiento búlgaro, que deja un recuerdo imborrable, es la del revolucionario búlgaro Tódor Kábleshkov. Rayna Pácheva, conservadora de esta casa, recibe visitantes a diario y les cuenta la historia de Kábleshkov.
© Foto: www.koprivshtitza.com
“Una de las cosas poco sabidas sobre Tódor Kábleshkov, que la gente conoce, en la mayoría de los casos, cuando viene a Koprívshtitza, es que él fue el primero en dedicarse a traducir al búlgaro la novela “El Conde de Montecristo”, de Alejandro Dumas. Pero esta primera traducción quedó inconclusa a causa de los acontecimientos durante la lucha por la liberación. Kábleshkov estudió en el Liceo Francés de Estambul donde aprendió tres idiomas: turco, francés y griego. Se solidarizó con las luchas del pueblo francés, con la Revolución Francesa. Al visitar su hogar paterno, uno ve que provenía de una familia acaudalada. Muy a menudo los visitantes preguntan qué le faltaba para que decidiera luchar contra los otomanos. Cuando le capturaron, la misma pregunta le hizo Selami pachá, a lo que Kábleshkov respondió: “No puedo ver a mi pueblo sufrir, todas las naciones vecinas consiguieron su libertad, sólo nosotros seguimos siendo esclavos”. Por su sinceridad el pachá ordenó no encerrarlo en una celda de insurgentes sino en la habitación de los zaptieh, los policías turcos, en el konak o ayuntamiento de la ciudad de Gábrovo. Allí, Kableshkov logró tomar por sorpresa al guardia y quitarle el arma para poner fin a su propia vida. Tenía apenas 25 años de edad. Otra cosa que impresiona a los turistas es la arquitectura de la casa de Kábleshkov, que es una de las más lindas de la ciudad. Una de las habitaciones luce un artesonado que es una verdadera obra maestra”.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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