Lo diré de forma directa: cuando fue involucrada en la contraposición geopolítica con Rusia, no la UE sabía cómo reaccionar.
El modelo íntegro de la UE está articulado de manera que calme las pasiones políticas y oriente la atención hacia la economía, la burocracia y la “ley anti gay” rusa. Una de las bromas más difundidas actualmente en Bruselas es “antes disparábamos unos contra otros, hoy discutimos sobre por las cuotas de pesca”.
Al abordar el tema de Ucrania, la cuestión del diseño de un modo de pensar estratégico se va a la deriva. Polonia y los Países Bálticos siempre han instado a Ucrania a pertenecer a la UE, mientras que Francia se muestra escéptica. Con todas estas divergencias, el mejor enfoque resulta ser el tecnócrata. Technocracy Incorporated es un grupo dominante y se volvió un popular movimiento social en los años 30 del siglo pasado. Hoy sigue siendo activo. Se autodenomina organización de educación e investigación y es partidaria del diseño tecnológico de Norteamérica.
Sin embargo, no estoy muy seguro de que la crisis de hoy nos moverá a diseñar un enfoque estratégico en lo que respecta a Ucrania. El problema consiste en que la UE está dividida en cuanto a las sanciones que se han de aplicar. Polonia y los Países Bálticos se atienen a la línea dura, los ingleses se mantienen a nivel de conversaciones y no está claro con qué perdidas para la City deberán resignarse. Alemania está dividida. Merkel es partidaria de las medidas duras, mientras que algunos miembros del Partido Socialdemócrata son partidarios de una aproximación con Rusia. Bulgaria, Hungría, Eslovaquia y Grecia son consideradas países de orientación pro rusa, sobre todo ahora que se ha hecho del conocimiento público que estamos abocados a una catástrofe energética.
Con este motivo, Vladimir Putin dirigió una carta a los jefes de 18 estados europeos: Alemania, Italia, Francia, Grecia, Austria, Moldavia, Rumania, Macedonia, República Checa, Polonia, Serbia, Turquía, Hungría, Eslovenia, Croacia, Bulgaria, Eslovaquia, Bosnia-Herzegovina. Son países a los que Rusia suministra gas y todos corren el riesgo de no recibirlo a raíz de la situación en Ucrania y de la falta de voluntad de la UE de pensar de un modo constructivo en su estrategia para con Rusia. En estos momentos la situación se caracteriza por la obstinación. Nada de negociaciones y solo sanciones; de tal manera, a semejanza de Ucrania, Rusia se desplomará en un momento determinado. Sobre eso trata la carta de Vladimir Putin.
La separación de la delegación rusa de la participación en las labores de la Asamblea Parlamentaria de Europa es más bien una insolencia que un enfoque constructivo. Los diputados europeos no desean entrar a fondo en el problema y oír los argumentos de la parte rusa: lo más importante es castigar a Rusia por lo de Crimea y acusarla del derrumbe de la economía ucraniana.
En su carta, el presidente ruso proporciona cálculos económicos detallados de los que se desprende que desde la firma del Acuerdo sobre el gas con Kiev en 2009, Moscú jamás ha incumplido los volúmenes de los suministros a Ucrania o del gas transitado hacia Europa ni las garantías de precios. Además, debido a toda suerte de concesiones, préstamos y preferencias de Rusia, en los últimos 4 años este país ha invertido en la economía ucraniana alrededor de 25.400 millones de dólares. Y qué decir del crédito a plazo fijo de 3 mil millones de dólares de finales de 2013…
Puede que estemos chocados y acusemos a Moscú y a Putin de intentar “poner de rodillas” no solo a Ucrania sino también a toda Europa, pero para los líderes de la UE no existe otro enfoque constructivo que el de abandonar la retórica y sentarse a la mesa de negociación. De lo contrario, “nos espera un nuevo período glaciar” en la economía y la energía de Europa, en la cual Bulgaria está presente como una pequeña parte del gran todo único.
Versión en español por Raina Petkova
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