En pleno verano el flujo de refugiados a través de la frontera búlgaro-turca rumbo a Bulgaria de nuevo ha aumentado. El último mes su número ha alcanzado 600 personas. Al mismo tiempo, los inmigrantes ilegales suman ya más de 13 000, y sólo la mitad de ellos son refugiados de Siria. No hace mucho Alemania se mostró propensa a devolver a Bulgaria a 3000 inmigrantes, a pesar de que este país es el más pobre de la UE. Esto empeora la situación aún más.
Según la legislación europea, los refugiados se quedan en territorio del primer país de la UE al que hayan conseguido entrar y en el que hayan obtenido el estatuto de protección y asilo. Son los países que hacen de frontera exterior de la Unión, como Bulgaria, aunque la meta final de los inmigrantes sea más que nada Europa Occidental.
Bulgaria de momento logra aguantar el nuevo flujo de refugiados, a pesar que la situación es parecida a la del año pasado y amenaza con convertirse en crítica. A la pregunta de Radio Bulgaria, si hacen falta medidas adicionales, el ministro del Interior y vice primer ministro dimisionario, Tsvetlin Yovchev, ha respondido de manera categórica.
“De momento no hace falta adoptar medidas distintas de las que estamos aplicando. Nuestros compañeros analizan la situación constantemente y como resultado de esos análisis modifican la distribución de las fuerzas y los métodos de actuar en las fronteras. De momento logramos gestionar los procesos de manera sostenible. Además, más de la mitad de las plazas en los centros de alojamiento de refugiados, un 70%, están libres. Hemos avanzado en nuestro trabajo. Conseguimos trabajar mucho más rápido en la concesión de estatutos o en el desahucio de los inmigrantes ilegales del territorio del país, comparación hecha con el ritmo al que ellos están entrando en Bulgaria. Así que, de momento la situación no es crítica. Sin embargo, se deben observar detenidamente los procesos, porque la presión inmigratoria hacia Bulgaria ha aumentado mucho. La situación sigue siendo muy complicada en el Oriente Próximo y en Afganistán. No es la única causa, por supuesto, pero esto lleva a un aumento de la presión inmigratoria. En Turquía hay un gran número de refugiados y en la actualidad ese país lo tiene muy difícil. De momento en Bulgaria se observa una reducción del aflujo de refugiados, pero no en la proporción que nos gustaría. La valla construida en las zonas neurálgicas de la frontera nos ayuda mucho, pero debido al aumento de la presión no podemos parar a todos los inmigrantes ilegales en la frontera. Así que de momento seguimos gestionando los procesos en torno a la presión de refugiados de manera sostenible. En la actualidad Bulgaria puede hacer frente a unas 1000 personas al mes”.
En las condiciones de una inestabilidad continuada en el Oriente Próximo, el Norte de África y Ucrania los países que son frontera exterior de la UE, sobre todo en la porción sudeste, como Bulgaria, Chipre, Grecia, Malta e Italia, insisten de manera contundente en que haya una distribución más justa y proporcional del peso de las olas de inmigrantes ilegales entre todos los países miembros de manera solidaria en cuanto a cuantía y posibilidades del PIB. Esto puede hacerse realidad con un cambio en la llamada Convención de Dublín, un reglamento que determina las reglas para la integración de los inmigrantes ilegales en Europa y que pone en una situación desfavorecida a los países que son frontera exterior. Sin embargo, de momento se están debatiendo políticas concretas en apoyo sólo a los países mediterráneos, lo que excluye a Bulgaria y de nuevo pone a nuestro país en una situación de riesgo ante el futuro.
Versión en español por Ruslana Valtcheva
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