La pequeña aldea de Búnovo, ubicada en la parte superior de la localidad de Galabets, no puede pasar desapercibida. Antaño por aquí pasaba la calzada más antigua hacia Sofía, atravesando los montes Balkanes. El hermoso panorama que se abre desde el camino hacia el pueblo semeja una postal que debería mover a los turistas a soñar con una vida en medio de la naturaleza pura, con el rumor del agua del río y el repicar de los cencerros del ganado al atardecer que regresa de los prados cercanos a la aldea.
Incluso una breve estadía en Búnovo permite al forastero darse cuenta de que en esta aldea vive gente sabia que guarda el legado de sus antepasados y siente profundo agradecimiento y respeto a la memoria de los héroes caídos en la lucha por la liberación de Bulgaria del dominio otomano. A su heroísmo han dedicado no uno sino tres monumentos. No por casualidad en la zona se encuentra el Complejo Memorial Vasil Levski, uno de los monumentos de mayor escala dedicado al Apóstol de la Libertad. Fue construido en 2008 por idea del distinguido historiador Dóyno Dóynov, natural de Búnovo.
Precisamente desde aquí comienza la región de Srednogorie, un sistema montañoso paralelo a lacordillera Balkánica, donde se originó y desarrolló, en el siglo 19, la lucha por la emancipación nacional. El busto de Levski,en lo alto del pedestal, mira hacia el Srednogorie, la cuna de la rebeldía. Los habitantes de Búnovo dicen que en el pasado la naturaleza de los alrededores inspiró a Luben Karavélov, gran poeta, escritor, periodista y etnógrafo búlgaro, a escribir su poema emblemático Qué hermoso eres, bosque mío.
Una vista impresionante que no puede pasar inadvertida es la del puente ferroviario que con sus arcos pétreos ha puesto literalmente sus pies en la aldea. Es un lugar favorito para los amantes del puentismo que a menudo visitan Búnovo.
Sin embargo, lo que impresiona fuertemente a todo visitante de la aldea son los vecinos locales, hospitalarios e ingeniosos. Por la tarde se reúnen en el salón de la casa de cultura local para aprender una nueva canción o preparar la celebración de alguna festividad. El grupo local de folclore autóctono fascina por sus habilidades en el canto. La misión de sus integrantes es recopilar canciones antiguas de los manuscritos que han heredado de sus abuelas. Milena Petrovska, responsable de la casa de cultura, habla de la voluntad de la gente de Búnovo de conservar su cultura y tradiciones.
“El conjunto mantiene un repertorio interesante y muy rico. La casa de cultura ha asociado a un grupo de kúker de 40 personas. Nuestros trajes son auténticos. Queremos ampliar nuestras actividades pero, lamentablemente, los jóvenes aquí son pocos. Estamos luchando por hacerlos sentir necesidad por la cultura popular, porque no sólo en Búnovo sino en la mayoría de los pueblos lo autóctono empieza a desaparecer y la gente mayor no tiene a quien transmitir este acervo”.
Petrana Rácheva, una de las cantantes del grupo de folclore auténtico, es descendiente de la familia Kasábov, que tiene una rica historia y que ha dado muchas personalidades notorias. Petrana ha hecho un árbol genealógico de la familia pero lo que la hace sentirse muy orgullosa es la reunión familiar que organizó este año en el patio de la escuela.
“Todos han procurado estudiar e instruirse –cuenta Petrana Rácheva de su parentela –. Entre ellos hay ingenieros, abogados, agrónomos pero sobre todo maestros. Nos reunimos no simplemente para comer y beber sino para recaudar dinero para la restauración de la cúpula de la iglesia pueblerina. Es la primera iglesia de Bulgaria construida sobre el suelo y no semienterrada, como exigían los otomanos. Este año se cumplen 180 años de su construcción. El edificio de la escuela de Búnovo también tiene su historia. Fue hecho por mi suegro, el maestro constructor de Dryánovo, Racho Stoyánov, continuador de las tradiciones del gran albañil autodidacta Kolyo Fícheto. Levantó el gran edificio en 10 meses con la ayuda y trabajo voluntario de todos los habitantes de la aldea. Desafortunadamente, hoy la escuela de Búnovo está desierta porque no hay niños y el edificio está cerrado”.
La aldea de Búnovo se sitúa a los pies de la legendaria cima de Babá, donde hay un monumento a los caídos en la guerra ruso-turca por la liberación de Bulgaria (1876-1877). Cada año, el 3 de marzo, día de la fiesta nacional, los aldeanos se dirigen hacia la cima para rendir homenaje a la memoria de los héroes que dieron su vida por la libertad de Bulgaria.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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