Durante todo el mes de enero los búlgaros seguimos felicitándonos por la llegada del Año Nuevo, porque tradicionalmente se cree que los buenos votos durante enero cargan de positivismo los once meses restantes del año. El frío en esta época es augurio de buena salud durante todo el año. Hay un proverbio que reza literalmente “mucha nieve es mucho pan” y que, dicho de otro modo, significa que las nevadas copiosas son promesa de abundancia en la cosecha.
Los búlgaros de antaño creían que cuanta más nieve caía, tanto más fértil sería el año. La capa de nieve protege las raíces de los árboles y los cereales sembrados en otoño. En los cuentos tradicionales la capa de nieve es identificada con un pañal o una
manta protectora y abrigadora. A su vez, el hielo abriga las aguas y a los peces en ellas.
Antaño creían que las condiciones meteorológicas en enero permitían conocer cómo sería el tiempo a lo largo del año. Los pronósticos se reducían a cortas formulas verbales como, por ejemplo, “enero sin nieve, julio sin lluvia”, o bien, “Año Nuevo con nieve, San Pedro con lluvia”.
Lo más importante era lo que ocurría en el primer mes y, sobre todo, en el primer día del año. Si los árboles amanecían escarchados, el año sería fértil. Si caía nieve en copitos finos, las abejas recogerían mucha miel, y si los copos eran grandes, habría más escarabajos durante el verano.
Una leyenda muy difundida reza que al comienzo la nieve era como la harina. Un día una mujer negligente limpió con ella a su hijo y Dios se molestó, y transformó la harina en una manta fría. En las nociones folclórico-cristianas la nieve cae cuando de la camisa de Dios o de los ángeles se desprenden trapitos.
Los dueños de la nieve son San Demetrio, San Nicolás y San Anastasio, llamados también los santos invernales. Sobre cada uno de ellos existen diversas leyendas. Lo común de todas es que los copos de nieve se desprenden de sus barbas blancas o de las anchas mangas de sus prendas. En algunas zonas de Bulgaria está difundida la creencia de que San Demetrio y San Atanasio portan la nueve en sacos y, en cuanto llegue su momento, la dejan caer sobre la tierra. Independientemente del día o del mes en que cae, la primera nieve es considerada curativa. Hasta hoy se mantiene la práctica de revolcarse en la primera nieve o, al menos, lavarse la cara con ella para gozar de buena salud. Ataño creían que así prevendrían el dolor de cabeza y de cintura durante las duras faenas agrícolas en verano.
Es bueno que la nieve aparezca y desaparezca a tiempo, es decir, en las temporadas que le corresponde. De lo contrario el ciclo agrícola se desequilibra, lo mismo que el ritmo vital de los seres vivientes. Entonces vienen la hambruna, la miseria y otras penurias, sobre todo para los pobres.
La última nieve de la temporada se llama “nieve de cigüeñas” porque presagia la llegada de la primavera y de las aves migratorias. La que se derrite nada más caer se denomina “nieve sureña” porque viene con el viento austral. Se asocian con la nieve varios dichos populares relativos a las cosas transitorias en el mundo. Para decir “me interesa un comino” los búlgaros decimos “me interesa tanto como la nieve del año pasado”.
Versión en español por Raina Petkova
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