Los tracios antiguos que vivieron en nuestras tierras han dejado un patrimonio material inapreciable, con el que hoy nos enorgullecemos ante el mundo. Parte de la cultura de este pueblo antiguo está relacionada con el vino. Ellos pensaban que el vino es el propio Dios que entraba en el cuerpo humano ocupando el lugar del alma que había salido. Se supone que los tracios producían un vino espeso y aromático, con cuerpo, fuerte, porque querían llegar cuanto antes al estado divino. Hoy podemos cerrar los ojos para imaginarnos el aroma y cuan sabroso al paladar era el vino de los tracios que vivieron en el actual pueblo de Mezek (Bulgaria del Sur), donde la bebida de uvas se venera hasta hoy en día.
Según fuentes históricas, en los tiempos de la Antigüedad entre los griegos y los romanos eran muy afamadas las variedades de vino de esta parte del territorio, dice Elena Miteva, directora del Museo de Historia Municipal de la ciudad de Svilengrad.
Sobre el vino que bebían los soberanos tracios, hoy se juzga por los hallazgos en nuestras tierras - viales, ritones, jarrones, diferentes recipientes de cerámica. La zona en los alrededores de Svilengran, donde se encuentra el pueblo Mezek, en materia de arqueología no ha sido investigada lo suficientemente, pero se han hallado muchos recipientes para vino con adornos en las paredes y las agarraderas. Los juegos preciosos atestiguan la cultura del pueblo antiguo, La tradición del pasado ha sido prolongada por los habitantes locales para llegar a nuestros días. En el período otomano en la ciudad de Edirne, actualmente localidad turca, fue inaugurada una bodega. Esto no es casual porque las uvas de Mezek y de las inmediaciones de Svilengrad se daban a esta bodega.
En nuestros tiempos tener viñas o producir vino casero es motivo de orgullo y la producción de vino es una actividad de peso. Cada uno de nosotros puede comprobarlo echando una mirada a la bodega del artista-vinicultor, Sasho Karapeev. En ella, él ha puesto todo su corazón y el vino de Mezek, según dice, es fuerza natural, salud e inspiración artística. Gente, de cercanos y lejanos lugares, lo visitan no sólo por la tecnología que aplica que se acerca a la casera. En las piezas en donde se añeja el vino el ambiente es muy peculiar. Sasho ha pintado en las paredes de la bodega símbolos griegos y tracios que se han quedado en las tierras búlgaras. Todo en la pequeña bodega se hace a mano y el resultado es una bebida que se acerca, al máximo, a la naturaleza, dice su propietario convincentemente.
La idea del vino me surgió tras haber tenido un problema de corazón a los 40 años. Decidí empezar un tratamiento alternativo siguiendo una receta intuitiva mía. Entonces, pro primera vez, hice vino. El experimento fue muy exitoso. Preparé mis primero 60 litros de vino, lo que me entusiasmo y así apareció la primera dependencia para guardar los barriles. Pensaba que recién en 100 años en mi bodega se produciría muy buen vino. Pero todo fue vertiginoso. Ahora vienen muchos turistas. No tengo una producción industrial, pero en los 10 años que transcurrieron, mi bodega se convirtió en un importante sitio de interés en Mezek. Además, desde que me ocupo del vino, mi enfermedad se fue. Tengo a gente del pueblo que me ayudan en la bodega. La primera cantidad de vino que produje fue de 60 litros, luego fueron 300, posteriormente 600, ahora las cantidades ya son de 10 toneladas. Tengo cuatro habitaciones adaptadas para la producción de vino aplicando una antigua receta local. A diferencia del vino industrial, el mío no se filtra. Lo dejo que se aclare y no utilizo intensificadores. Me esmero en estar muy cerca del producto natural, lo que siempre se nota y se valora por mis huéspedes.
Versión en español por Ludmila Sávova
Fotos: mezek.eu
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