A sólo 55 kilómetros de Sofía se encuentra ubicada la ciudad de Sámokov, nombre familiar para los turistas por la proximidad de esta villa al centro de montaña de Borovets. Son numerosas las huellas que el tiempo ha dejado por el tránsito de los numerosos habitantes que a través de los siglos han tenido este antiguo asentamiento. Hay un lugar en esa ciudad en que se pueden ver bien conservados frescos exquisitos cincelados sobre la piedra, tallados en madera o dibujados en papel. También se pueden apreciar iconos cristianos ortodoxos, hechos al estilo de los iconógrafos lugareños y también herramientas de hierro extraído de las entrañas de la tierra en esa zona y que no se han oxidado con el paso del tiempo.

Todo ello lo conservan y mantienen en buena forma una pléyade de trabajadores museísticos del museo de historia de Sámokov que es uno de los más veteranos en Bulgaria. Fue creado en 1930 y presenta variadas colecciones museísticas. Integran la muestra arqueológica objetos que se remontan sobre todo a la época de los tracios y también se relacionan con la Antigüedad tardía. En la muestra etnográfica se pueden ver alhajas, objetos de cerámica y tallados en madera y , en la artística se guardan iconos , lienzos y fotografías de los primeros talleres fotográficos en Bulgaria. El interés más importante de los visitantes está siendo provocado por obras hermosas creadas en la famosa Escuela de iconógrafos de Sámokov. Uno de los exponentes de mayor talento y mayor fama de esta escuela es Zajari Zograf. En el museo se guardan objetos personales, iconos, cuadros y documentos de este gran artífice de la iconografía nacional.

Actualmente, el museo de historia de Sámokov puede sentirse orgulloso por las más de 30 mil muestras que posee en sus diferentes colecciones que no dejan de enriquecerse. Los objetos relacionados con los viejos talleres de forja tienen un puesto importante en el museo pues hacen recordar a los visitantes que la villa había surgido en esa zona por los yacimientos y la extracción de hierro. Los artesanos locales aprendieron a fabricar instalaciones en las que, con la ayuda de unos martillos grandes, accionados por la potencia del agua, lograban darle robustez al hierro. Se les llamaba a esos martillos “samokov”, que en español quiere decir “forja solo”, y de ahí proviene el nombre de la villa. Veselín Jadzhianguelov, director del museo, dice refiriéndose al re4speto que los habitantes de la ciudad sienten hasta hoy en día por las herramientas de forja que hicieron famoso su terruño.

“El 10 de septiembre comenzó a funcionar en el museo una réplica que funciona de uno de esos martillo grandes de antaño. Tiene las dimensiones casi idénticas al “samokov” de aquella época. La maquete se encuentra situada a los accesos de Sámokov cuando uno llega procedente de Borovets. El lugar ha sido escogido a propósito ya que allá mismo hace un siglo funcionó un “samokov” original. Es un martillo grande accionado por una rueda acuática. Con la forja de este tipo se consigue eliminar las impurezas del hierro fundido y así los objetos de hierro cobran firmeza y resistencia y quedan listos para colocar en el mercado. Estas instalaciones fueron viendo la luz en los siglos del XII al XIV. Se sabe que las trajeron a Bulgaria mineros de origen germano que llegaron a este país, procedentes de Europa Central. Eran unos verdaderos profesionales y en sus esquemas y croquis trasladaron a Bulgaria la posibilidad de fabricar tales martillos. Mientras tanto el hierro obtenido en Sámokov fue convirtiéndose en patrón de calidad. En los grandes emporios de Europa y en los centros de manufactura del Imperio Otomano se empleaba la medida “una báscula de Sámokov”.Es un hecho reconocido por todos el que el hierro de Sámokov no se oxida porque el mineral de hierro extraído allí es rico en metales raros y al ser procesado el hierro adquiere las calidades del auténtico acero. En el patio del museo se exhiben martillos de metal originales que llevan más de 70 años a la intemperie y no están cubiertos de herrumbre. Del hierro de Sámokov se fabricaban anclas, grandes elementos de sujeción para puentes de barcos. El oficio de herreros generó buenos ingresos para quienes lo practicaban e impulsó la prosperidad económica de la villa durante el renacimiento .En Sámokov florecieron las artes y se impulsó la educación. Se creó la conocida Escuela Artística de Sámokov de la cual se han conservado muestras exquisitas. Se dio, asimismo, impulso a la labor eclesiástica, se construyeron templos que luego fueron adornados de exquisitos frescos. Consta en los documentos conservados de aquella época que, además de población búlgara, en Sámokov, hubo una nutrida presencia otomana como también existieron en la villa una barriada judía, otra griega y una comunidad de albaneses. En esa zona coexistieron varias religiones y cada una de ellas contaba con su respectivo templo. Incluso hoy en día en Sámokov hay cinco iglesias, una mezquita y una sinagoga que ya son monumentos de la cultura”.

Se presta, asimismo, atención a las exploraciones arqueológicas en la región de Sámokov, señaló Veselín Jadzhianguelov. Hizo recordar que desde hace dos años forma parte del museo de Sámokov la restaurada fortaleza Tsari Mali Grad, o sea, Pequeña Villa Real, que se encuentra en el vecino pueblo de Belchín. En corto tiempo la fortaleza ha sido visitada por un número récord de turistas, más de 630 mil.

Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: museumsamokov.blogspot.bg