El ministrio de Defensa, Nikolay Nenchev, por fin cumplió la recomendación del Consejo de Ministros y el jueves firmó en Varsovia un acuerdo con su homólogo polaco, Tomas Shemoniak, según el cual en empresas polacas se repararán seis motores de cazas rusos MiG 29 pertenecientes a las Fuerzas Armadas de Bulgaria. Cada motor reparado costará a los contribuyentes búlgaros un millón 23 mil euros. Después de la firma de acuerdo los dos ministros expresaron su satisfacción y optimismo. El ministro Nenchev está contento porque la reparación está encomendada a un país miembro de la EU y de la OTAN y no un tercero como es Rusia a pesar de que produce y mantiene estos cazas. El Parlamento búlgaro deberá ratificar el acuerdo pero no se esperan sorpresas. Hasta aquí todo bien.
Sin embargo, hay incógnitas preocupantes. El acuerdo entre Sofía y Varsovia puede entrañar muchos escollos. Recordemos que antes de llegar a la variente de reparar los cazas Mig búlgaros en Polonia, los gobernantes propusieron otras dos variantes que en la práctica significaban descartar los aviones rusos de las Fuerzas Armadas búlgaras. La primera variante fue comprar cazas nuevos o de segunda mano de la OTAN. El primer ministro Borisov manifestó públicamente que se trata de un enorme gasto y que primero preferiría dar sumas adicionales a los jubialdos búlgaros. Según la segunda opción, la custodia del cielo búlgaro podía encomendarse a las fuerzas armadas de otros países miembros de la OTAN a cambio de pago. Esta idea sonó de modo humillante no solo para los militares búlgaros y fue rechazada con rapidez porque además, podía dar pábulo a comentarios por parte de las formaciones de derecha extrema.
Así se llegó a la variante de reparar los aviones en Polonia que, a pesar de ser miembro de la OTAN, disponde de 23 aviones MiG y los moderniza y repara en empresas propias. A principios del otoño las autoridades búlgaras rechazaron definitivamente la posibilidad de que la reparación se realizara en empresas del propio productor, la compañía rusa constructora de aviones MiG, bajo el pretexto de que sería más caro. Además, el ministro Nenchev manifestó que “no es posible que un país miembro de la OTAN y de la UE mantenga su dependencia de países que no pertenecen a estas estructuras”.
Después de la firma del acuerdo en Varsovia, la compañía rusa constructora de aviones MiG manifestó que “el acuerdo entre Bulgaria y Polonia contradice no solo las normas del derecho internacional y la práctica establecida en la aviación militar sino al principio de garantizar la seguridad de los vuelos”. La compañía rusa había advertido que si se llegaba a la firma de este acuerdo es posible que interrumpa los suministros de partes de repuesto para los cazas MiG polacos. Así surge la preguna con qué partes de repuesto serán reparados los motores de los aviones búlgaros en las empresas polacas ya que en conformidad con los acuerdos entre Varsovia y Moscú las partes no se pueden utilizar en la reparación de motores de terceros países como es Bulgaria. Surge asimismo la cuestión de la seguridad de la reparación hecha en Polonia de los motores búlgaros. Por lo general, ésta se garantiza por la empresa productora y los especialistas afirman que esto es un axioma en la aviación militar.
¿Es vaga la hipótesis de algunos observadores de que la reparación en Plonia es polvo en los ojos o un acorde final que descarta los aviones caza MiG de las Fuerzas Armadas búlgaras y que en realidad en estos momentos hay negociaciones entre bastidores sobre la primera opción mencionada, la de la compra de aviones de combate norteamericanos nuevos o de segunda mano F-16?
Cuando se trata de mucho dinero, que es el caso de la aviación militar por el mundo entero lo que rige no es la UE, la OTAN, el Tratado de Varsovia, son los intereses económicos y comerciales.
Versión al esapañol de Hristina Taseva
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