Hace unos días, el Instituto “Sociedad Abierta” hacía públicos los resultados perturbadores de un sondeo representativo nacional de la opinión pública en Bulgaria. Sólo suman cuatro las instituciones que disfrutan de la confianza de más de la mitad de los búlgaros. Se trata de la UE, la Iglesia Ortodoxa, el ejército y las universidades. Los partidos políticos, que dentro de menos de un mes medirán fuerzas en elecciones parlamentarias anticipadas, son los colistas de la clasificación con apenas un 17 % de credibilidad. A sólo un 6 % de las personas encuestadas les cuesta decir si confían o desconfían de los partidos políticos, en tanto que nada menos que un 76 % opina rotundamente desconfiar de las fuerzas políticas.
Sobre el telón de fondo de este bajo nivel de confianza en los partidos políticos, registrado por el citado instituto, las agencias sociológicas auguran una participación electoral normal. Entre un 55 y un 60 % de los electores aseguran que votarán, un 10 %, aproximadamente, afirma que no lo hará, y el resto de los electores están vacilando. La diferencia entre la baja credibilidad de las fuerzas políticas y los esperados niveles normales de participación electoral mueve a pensar que, pese a sus reservas, el búlgaro está dispuesto a darles una nueva oportunidad a los políticos. Sin embargo, ¿la sabrán aprovechar éstos?
El desarrollo de la campaña electoral en su conjunto pone de relieve que los partidos tienen una percepción certera de las cuitas de la sociedad y que no por casualidad prometen la solución de problemas relacionados con las preocupaciones mayores de la gente como son los bajos ingresos, la corrupción, la delincuencia, la emigración y el respeto de la supremacía de la ley. Lo hacen, empero, de manera rutinaria, sin mostrarse dispuestos a reconocer su propia responsabilidad por la existencia de estos problemas y con la marcada propensión de achacar al resto de partidos políticos la culpa por estos problemas. Frecuentemente, la memoria política resulta corta, y la facilidad en hacer promesas realmente impresiona.
En el afán por tener originalidad se pierde, a veces, la mesura y algunas manifestaciones de participantes en la campaña electoral dan pie a que aparezcan caricaturas en los medios informativos.
La sociedad Mensa Bulgaria ha exhortado a los partidos políticos a que sometan a sus candidatos a diputados a un test de inteligencia gratuito, bajo la única condición de que éstos accedan a que sus resultados se hagan públicos. Hasta ahora, los partidos políticos no se han hecho eco de esta invitación, pese a que una parte de la elite política nacional esté abogando por un sistema electoral mayoritario.
Pronto, tras el comienzo de la campaña electoral, se hicieron notorios también hechos que desentonan de las nociones sobre un comportamiento público adecuado. Un monitoreo del Instituto de Fomento del Entorno Público ha comprobado que en la primera decena de días posteriores al inicio de la campaña, los partidos políticos en la pobre Bulgaria habían gastado en la cobertura de sus manifestaciones un total de 600 mil euros, de los cuales casi 415 mil habían sido repartidos entre los tres partidos de mayores probabilidades de éxito en los comicios parlamentarios. Al mismo tiempo, del total de 20 sujetos políticos registrados para las elecciones -11 partidos y 9 coaliciones- apenas 5 han declarado ante el Tribunal de Cuentas haber recibido donativos pecuniarios.
Hasta las elecciones anticipadas del próximo 26 de marzo aún queda tiempo para que los participantes en la campaña hagan reajustes en su comportamiento. No obstante, las elecciones no elevarán, de por sí, la credibilidad de los partidos políticos, sino sólo otorgarán a éstos un crédito de confianza, con expectativas de que el mismo sea justificado. A juzgar por un estudio de la agencia “Market links”, las expectativas, a esta etapa, resultan más bien escépticas. Así, un 51 % de los búlgaros cree que el país irá a peor, un 36 % comparte esta opinión pero no resulta tan contundente y es más bien optimista. Sólo un 13 % de los encuestados cree que el país irá a mejor.
Versión en español por Mijail Mijailov
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