La alegría de la Pascua de Resurrección no debe quedar sólo en el templo, hay que tratar de conservarla también en los momentos más difíciles, durante toda la vida, y transmitirla a los demás, en la medida enque nos sea posible. Este es el significado de la fiesta de la Resurrección. Es lo que opina Nikola Antonov, especialista en tecnologías de la información para quien la música sacra, según dice, es la tónica de su vida.
Después de graduarse por el Seminario Sacerdotal de Sofía, su trayectoria profesional pasó por la Radio y la Televisión nacionales de Bulgaria, donde fue presentador de programas dedicados a temas ortodoxos. Gracias a su talento para el canto, apoyado y guiado por sus profesores, participó en importantes proyectos de música religiosa como integrante de conjuntos profesionales. Fue componente de varios coros en distintos templos capitalinos y, paralelamente, estudió canto clásico con el Maestro Gueorgui Kúzmanov. Es, asimismo, fundador de la formación Trisaguion.
La denominación del conjunto proviene del nombre griego de la oración Trisvyatóe (trisagio) que dice: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros”.
Trisaguion es una formación solista –dice Nikola Antonov y agrega– : Soy también miembro del coro de cámara “Yoan Kukuzel” del que soy, además, solista. Su repertorio es variado e incluye composiciones polifónicas y monofónicas pero el formato popular en Bulgaria, al menos en los últimos 50 años, es, principalmente, el formato de coro. El origen de la música religiosa bizantina monofónica parte de la ejecución solista. Lo primordial es la letra, los cantos son monódicos, y el significado se transmite mediante diferentes ornamentos y movimientos. Hay también un isón o nota pedal que da la base del modo en que se desarrolla la melodía. Creé Trisaguion para presentar este tipo de música. El conjunto está integrado por un solista y varios cantantes que cantan en isón.
Nikola Antonov se refiere también a los cantos religiosos que se suelen interpretar en Pascua de Resurrección.
En la noche de la Pascua el motivo principal es el canto “Cristo ha resucitado” que representa, de forma resumida, el contenido de la festividad en sí. Es el fundamento de todo el ciclo himnográfico que dura 40 días; cantamos “Cristo ha resucitado” diariamente, bajo una forma u otra, hasta la Ascensión. Es una manera de mantener involucrada a la gente y participar de forma activa en los eventos evangélicos.
Otro canto que he escogido es el “Ánguel vopiyashe” (El ángel cantaba lleno de gracia), una melodía de la región de Elena. A mediados del siglo XIX, la villa de Elena ha sido un centro cultural y, especialmente, un centro de la música religiosa. Los cantantes que practicaron en esa región se formaron en el estilo y la tradición de la escuela de canto de Constantinopla. La transfirieron al eslavo eclesiástico (el idioma litúrgico de la Iglesia Ortodoxa), refractándola a través de la espiritualidad búlgara.
Independientemente del tenso día a día que afronta como hombre moderno, con responsabilidades familiares y profesionales, Nikola Antonov dedica desde hace años gran parte de su tiempo al canto. Mantiene relaciones profesionales con musicólogos y maestros destacados de la música sacra monofónica bizantina de Grecia y a menudo viaja para cantar con ellos. Desde finales de 2016 es miembro permanente del Coro bizantino griego “Domestiki” de la ciudad de Drama. Con el mismo visitó recientemente la ciudad turca de Izmir, y pronto viajará con él a Alejandría, Egipto. Pero, ¿qué es lo que le aporta el cantar en los templos?
No quisiera que mi respuesta fuera concebida como un sermón o presunción de mi parte, pero la música es mi forma de salvar mi alma. Este es mi principal motivo de interpretarla y difundirla hasta donde pueda, es lo que da sentido a mi vida. Los humanos somos tan imperfectos, y casi nada llevamos hasta el final. ¿Qué más nos queda sino reconocer los talentos que Dios nos ha dado e intentar desarrollarlos? Son un tesoro que no se pudre ni las polillas pueden corroer. Después del largo periodo de Gran Cuaresma y Semana Santa –durante la que vivimos, aunque de forma simbólica, todo el camino y el sufrimiento que el Salvador asumió por nosotros– la Iglesia nos envía un mensaje que nunca hemos de olvidar. El mensaje es muy sencillo y está contenido en la primera frase con que comienza la divina liturgia Pascual al cabo del tropario “Cristo ha resucitado”. La frase reza: “En el Día de la Resurrección, iluminémonos”. Es la Pascua del Señor (pascua significa pasar o paso) de la muerte a la vida y de la tierra al cielo. Si conseguimos conservar este mensaje en nuestro fuero interno y no olvidarlo nunca, hasta en los momentos más difíciles, eso significa que la Iglesia ha cumplido su misión entre los hombres, dice en conclusión Nikola Antonov.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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