¿Pueden Uds. imaginarse a la reina de Inglaterra sin su accesorio inmutable, el sombrero? Con éste, además de complementar sus trajes, recuerda la corona real que sus antecesoras han llevado durante siglos en sus comparecencias ante el pueblo. Hoy en día los sombreros experimentan un renacimiento. No sólo se llevan para proteger del frío, el viento y el sol, sino que cada vez más a menudo se lucen como accesorio, al compás de las tendencias de moda. El sombrero puede ser de cualquier tipo: coqueto, de fantasía, estricto, formal, provocador, absurdo, lo importante es que se elija bien y que complemente la indumentaria de su propietario.
La gente que lleva sombrero tiene confianza en sí misma. Con ese accesorio en la cabeza está diciendo: “Este soy yo, mírenme, recuérdenme”, comenta un famoso diseñador norteamericano señalando que la mayor atención a los sombreros se prestaba en la Europa de principios del siglo XX. En aquella época las mujeres librepensadoras convierten en culto a los atrevidos peinados cortos. Éstos por su parte exigían modelos de sombrero más simples, de poco volumen y una línea limpia. En lo referente a los sombreros decorados con lazos, flores, plumas y cuentas, hoy en día se pueden llevar en fiestas de jardín, bodas o carreras de caballos.
A los sombreros fue dedicado un desfile organizado en Sofía por primera vez, que tuvo lugar este pasado sábado, 22 de abril. Discurrió por una de las principales avenidas de la capital y terminó en la plaza del Museo Regional de Historia. Estuvo encabezado por algunas obras de los más renombrados maestros sombrereros de Bulgaria: Irina Sardáreva y su hijo Gueorgui.
Los primeros sombreros modernos aparecieron en Sofía con la emergente sociedad mundana tras la Liberación de Bulgaria de la dominación otomana. Entonces en la vestimenta de los búlgaros entró rápidamente la moda europea. En la capital había 18 talleres de sombreros de damas y caballeros, en la ciudad septentrional de Ruse, 35, y en Varna, la capital marítima del país, 12, cuentan los expertos del Museo Regional de Historia. En 1946, cuando salió una ley de enriquecimiento ilegal fueron perseguidos tanto los banqueros como los sombrereros, ya que su trabajo se consideraba “mal burgués”. En la actualidad la gente es libre de elegir sus sombreros sin que sea un signo de desigualdad de clase.
Quiero estimular a cada mujer que se invente una nueva imagen eligiendo un sombrero –dice Irina Sardáreva– . Creen vuestra obra, decoren algún sombrero. Pónganle flores, plumas, lazos, perlas… Lo importante es no tener miedo de experimentar, aconseja la diseñadora, y añade:
En otros países esta es la moda de la calle. No hay reglas, cada uno muestra lo que le gusta. Con el Museo de Historia de Sofía colaboro desde hace más de 20 años. He organizado dos exposiciones en mi “Casa de los sombreros” cuando el Museo aún no tenía edificio. En los años 60 había uno preparado para ser museo pero fue convertido en tienda y luego fue revendido. Por ello me inclino ante la gente que, a lo largo de los años, ha trabajado en el Museo de Sofía y a pesar de la falta de edificio ha sabido conservar la rica colección museística. Se construyeron tantos edificios pero ninguno fue destinado para museo. La verdad es que la gente de esta ciudad se llena de orgullo cuando ve lo antigua que es Sofía. Lamentablemente, los sofiotas no conocen la historia de su ciudad. He visto extranjeros que saben mucho más de los lugares de interés locales que los propios búlgaros. Es cierto que Sofía se ha convertido en una ciudad superpoblada, pero también sus nuevos habitantes deben saber cuán antigua es nuestra capital y cuántos monumentos de la cultura hay conservados. Esto es motivo de orgullo y autoestima, incluso el comercio local se beneficiaría si se hablara y se supiera más. Yo amo Sofía y me siento bien como ciudadana de esta capital, dice en conclusión la diseñadora sombrerera Irina Sardáreva.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal
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