Estamos en pleno verano. Al mediodía los rayos del Sol caen verticalmente, y las nubes blancas o el arco iris, surgido tras el chaparrón, propician serenidad del ánimo y deseos de captar tales momentos con una cámara fotográfica. Es en la toma de fotos de un paisaje serrano donde puede volverse acentuadamente patente el talento del fotógrafo verdadero. Se guiaron por esta idea los organizadores de un nuevo concurso para fotógrafos aficionados, recientemente divulgado en Sofía.
Los organizadores han empleado para el lema del concurso una frase de los cuentos populares búlgaros en las que son evocadas las andanzas del protagonista que, para vencer a un dragón tuvo que cruzar nueve montañas para llegar a otra, décima y derrotarlo. La invitación, lanzada a todos a través de los redes sociales el pasado mes de marzo reza: La montaña es aquella figura mágica que siempre está allá, en lo alto, y tienta nuestra imaginación incitándonos a lanzarnos a un viaje vertical. Si Vd. también siente el vínculo que lo une a la naturaleza, le ofreceremos un desafío fotográfico. Esperamos que por medio de nuestras fotos podremos ir lejos, muy lejos, cruzando nueve montañas para llegar a otra, décima.
Más de 1600 montañeros con cámaras fotográficas se hicieron eco de la exhortación y enviaron fotos sobre el tema escogido. Actualmente, la muestra, con 26 fotos seleccionadas de todas las enviadas, se encuentra montada al aire libre y puede ser vista en la zona céntrica de Sofía. En las fotos más hermosas se encuentran captados paisajes de las montañas Rila, Ródopes y, sobre todo, Pirin.
Un concurso de tal temática se organiza por vez primera y se plantea la participación de las personas amantes de la montaña, dice Nedelcho Kadiev, uno de los organizadores del certamen. Él mismo es hombre enamorado de la montaña y del arte fotográfico. Pretendemos mover a la gente a reflexionar sobre lo que hace que una foto salga buena: si es la composición, o bien, la luz o el ángulo desde el cual es enfocado el objetivo. Las fotos que reúnen estas características suelen descollar por entre el resto y son las más altamente apreciadas por el jurado. En un concurso de este tipo el protagonismo corresponde al fotógrafo y a cómo éste presentará determinado fotograma, si optará por tirar las fotos cuando sale el Sol o lo hará en el momento de su ocaso. Es que se trata de fotografiar paisajes. La luz tiene el papel principal, luego viene la composición de la foto, la selección del plano, para que el resultado sea un fotograma interesante. Las prestaciones técnicas de la cámara se quedan muy por detrás, en cuanto a la importancia, en nuestra clasificación. Cuando los del jurado hacíamos nuestra votación por cada una de las fotos, se mantenía un anonimato total y no podíamos ver los nombres de los autores. Por entre las 23 fotos distinguidas hemos otorgado el primer puesto a la obra “Lucha”, de Radoslav Stoilov, el segundo puesto corresponde a Tuncer Naimov, por su foto titulada “La magia de la salida del Sol” y en el tercer puesto se sitúa “Todorka”, foto de Dobrin Minkov. En la foto se aprecia, en primer lugar, una persona que en invierno hace la escalada de un pico montañoso. Sopla un viento muy recio que cubre de nieve su vestimenta, y el cuerpo del hombre se encuentra un tanto encogido por los esfuerzos que hace en esta escalada. También a mi me gusta mucho tirar fotos de paisajes del monte, pero raramente me interno solo en la montaña.
Forman otra categoría de aficionados a la fotografía los menores de edad a los que les agrada hacer fotos en entornos naturales extremos. Han trascendido ya numerosos casos de estudiantes lesionados por haberse encaramado a sitios peligrosos para tirar sus fotos y eso lo han pagado con su salud, y,en ocasiones, hasta con su vida.
Se trata de un comportamiento inexplicable e insensato, dice Nedelcho Kadiev. Suelen hacer estas fotos niños bastante crecidos que son capaces de ponderar la situación y de prever el riesgo por sus actos. En la montaña uno siempre debe andar atento, atender a la situación, conocer su localización y planear su tiempo antes de que anochezca. Uno, con un mínimo de cautela y precaución será capaz de ahorrarse muchos problemas y dificultades. Para los fotógrafos montañeros avezados el riesgo es bien medido. Las dificultades mayores las tenemos cuando bajamos, tras anochecer, del monte. Iluminamos nuestro trayecto con linternas y cuidamos de no deslizarnos y dar traspiés porque cada uno va cargando con una cámara y otros dispositivos fotográficos.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: konkurs.photopavilion.bg
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