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El Cabo de Kaliakra, energía a expensas de la Naturaleza y los contribuyentes

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Foto: bspb.org

Internado dos kilómetros en el mar, semejando una larga y estrecha península, el Cabo de Kaliakra (del griego καλός – hermoso y άκρα – península o fortaleza) se encuentra en la costa boreal búlgara del mar Negro, a unos 70 kilómetros al noreste de la ciudad de Varna, la capital marítima del país. La hermosa reserva natural y arqueológica está a la vanguardia de la lista de los Cien sitios de interés turístico en Bulgaria. Es también de importancia a nivel europeo en materia de conservación de hábitats raros y amenazados, plantas, animales y aves.

El hermoso Cabo de Kaliakra es la única área en Bulgaria de importancia ornitológica. Aquí se conservan restos de la estepa de Dóbrudzha, así como los mayores acantilados a lo largo de la costa búlgara. Según datos de la Asociación Búlgara para la Protección de las Aves (BDSP, por sus siglas en búlgaro), en esta zona anidan un total de 310 especies de aves. Para un centenar de estas especies la Ley de Biodiversidad requiere medidas especiales para la protección de sus hábitats. En el territorio del Cabo de Kaliakra se encuentran, asimismo, 40 especies vegetales raras, en peligro de extinción y endémicas, 8 de las cuales lo son también en Europa, 20 están incluidas en el Libro Rojo de Bulgaria y 10 están en la categoría de amenazadas de extinción. Además, por el cabo pasa la Via Pontica, la segunda ruta migratoria de aves más grande de Europa. Cada otoño numerosas bandadas de aves canoras migratorias, codornices, incluido el guión de codornices (Crex crex), una especie amenazada a nivel mundial, hacen aquí alto para descansar y alimentarse antes de proseguir su camino.

Foto: wikimapia.org
Pese a la naturaleza singular de esta localidad y al rico patrimonio cultural e histórico, el Cabo de Kaliakra fue convertido en un enorme parque eólico que ahuyentó no sólo a las aves, sino también a los turistas. Según un estudio representativo a nivel europeo, cada aerogenerador mata, anualmente, entre 4 y 43 aves. Cuando entre las víctimas hay también especies en peligro de extinción estas cifras, en palabras de los ornitólogos, son “demasiado altas”.

Foto: bspb.orgCuando en 2003 se comenzó a hablar de la construcción del parque eólico, nosotros explicamos lo arriesgado que es esto ya que allí las aves vuelan más bajo y se quedan por más tiempo –señala Irina Matéeva de la BDSP– . El cambio de la dirección de la costa geográfica hace que las aves se queden en esta zona, incluso regresar al norte y luego otra vez volar hacia el sur hasta encontrar la ruta apropiada. Fue en aquella localidad donde, en 2010, debido a las malas condiciones climáticas, un buitre leonado de la población de Crimea cayó víctima de las hélices de los aerogeneradores.

Encuestas realizadas en otros países europeos muestran que en las áreas con parques eólicos los ingresos por turismo caen drásticamente en un 40%. Ha sido constatado que las turbinas afectan la salud física y psíquica de los seres humanos debido a la radiación electromagnética. Es precisamente por esta razón que los habitantes de la vecina aldea de Bulgarevo protestaron, junto con algunas organizaciones no gubernamentales, en contra de la construcción de las instalaciones eléctricas.

No obstante la resistencia de la población local y las opiniones negativas de la Asociación Búlgara para la Protección de las Aves, las asociaciones cívicas y los expertos, los inversores llevaran a cabo sus intenciones. Esto obligó a la BDSP y otras 12 organizaciones y asociaciones civiles de la coalición Para que Quede Naturaleza en Bulgaria presentar, en 2008, un recurso ante la Comisión Europea denunciando “la aprobación de proyectos eólicos a gran escala, así como un gran número de proyectos de inversión (468) relacionados principalmente con el desarrollo residencial y turístico y la construcción de campos de golf” en infracción de tres directivas europeas: de las aves, de los hábitats y de la evaluación de impacto medioambiental.

El pasado invierno (mediados de enero de 2016), el Tribunal Europeo adoptó una decisión que confirma que Bulgaria infringe la legislación medioambiental de la UE tanto en términos de la construcción de turbinas de viento, como también por la ausencia de medidas para la protección de las especies y los hábitats durante la construcción del campo de golf “Acantilados tracios” –prosigue Irina Matéeva– . Si este país no toma las medidas necesarias para estar en unísono con la legislación europea, se impondrán sanciones financieras. Para colmo, según la información pública, el Estado subvenciona la energía verde producida. En la actualidad, víctimas de la inacción del Gobierno son las aves y las personas que viven en la región. Si se llega a una segunda resolución judicial ésta afectará a todos los contribuyentes búlgaros.

Y si hablamos de equilibrio entre los planes de inversión para el desarrollo económico y la protección ambiental, entonces la naturaleza saldrá perjudicada. En cierto momento, esforzándonos por conseguir el crecimiento económico destruiremos la naturaleza y este crecimiento económico se volverá contra nuestros propios intereses. Al final tendremos que pagar por la energía que no sólo causa el sufrimiento a las aves, sino que pagaremos también por el posicionamiento incorrecto de estas fuentes de energía.

Versión en español por Daniela Radíchkova



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