El nuevo documental de Adela Péeva, titulado ¡Viva Bulgaria!, presenta diferentes puntos de vista sobre temas serios como nacionalismo, nacionalistas, resurgimiento del nacionalismo extremo, así como la línea delgada entre el patriotismo y el nacionalismo.
La cinta prescinde de texto narrativo, es decir, no está presente la ponderación del autor, lo cual no se debe a la falta de postura de Adela Péeva, al contrario, ésta es sugerida de manera delicada y tolerante. Fiel a sí misma, la renombrada documentalista trata a sus protagonistas con respeto, permitiéndoles expresar sus convicciones. Mi tarea fue mostrar el problema en su profundidad –dice– . Esta es la primera película búlgara que aborda el tema del nacionalismo en este país. Todos sabemos de este fenómeno, o al menos hemos escuchado hablar de él, sin embargo como que no queremos profundizar demasiado en el mismo.
Adela Peeva es guionista y directora de la cinta, trabajo que duró tres años durante los cuales el equipo documentó los eventos en Sofía, Stara Zagora y Plovdiv en que participaron los protagonistas, y también sus reflexiones.
Las personas que filmé son bastante jóvenes, de unos 13 o 14 años, lo que indica que el límite de edad va disminuyendo –comenta– . Todos declaran ser patriotas pero de hecho muestran una cierta inclinación hacia el nacionalismo. Están guiados por un sentimiento patriótico, dicen que todo es en nombre de una Bulgaria mejor pero cruzan con facilidad el linde entre el patriotismo y el nacionalismo, mezclan los conceptos. Las preguntas que surgen son muchas. Por ejemplo: ¿qué es el patriotismo?, ¿qué tan lejos llega?, ¿no se usa mal este concepto? He rodado en escuelas en la ciudad de Stara Zagora donde había niños involucrados en desfiles nacionalistas. ¿Cómo es que de los cánticos patrióticos de “¡Viva Bulgaria!” inmediatamente los vemos participar en procesiones empuñando antorchas?
En Plovdiv y Sofía filmamos eventos masivos, llamados Marcha Lukov, organizados en homenaje al general búlgaro Jristo Lukov, partidario de Hitler y la unión de Bulgaria al Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. A los desfiles asisten extranjeros, representantes de organizaciones similares, nacionalistas de Alemania, Suecia, también extremistas, que pronuncian discursos.
Estaba filmando una peregrinación a la tumba de Spisarevski –recuerda la cineasta– . Me resultó interesante cómo son estos chicos, porque en sus filas hay mucha gente con buena formación. Y aquí surgen las siguientes preguntas: ¿quién ayuda a estos jóvenes a entender conceptos básicos e importantes como el nacionalismo y el patriotismo?, ¿tienen ellos un correctivo? No lo creo. ¿Estaremos educando adecuadamente nosotros –padres, profesores, instituciones culturales– a los niños de Bulgaria? ¿No les animará el apoyo tácito u obvio de figuras de autoridad para ellos a incurrir en actuaciones extremas? En ¡Viva Bulgaria! hay imágenes rodadas en los días alrededor de la fiesta nacional de Bulgaria, el 3 de marzo. A la pregunta de una maestra de qué es una fiesta nacional, un chico responde que es una fiesta de los búlgaros, que no es para los extranjeros ni para los gitanos. Sentadas junto a él hay tres chicas de este grupo étnico que no saben dónde meterse de la turbación. Los jóvenes que se expresan de esta manera luego vemos en las procesiones con antorchas en mano. Y he aquí otra pregunta más: ¿qué es este sentimiento patriótico malentendido que los hace involucrarse en manifestaciones nacionalistas?
Antes del estreno de la película, las preguntas más frecuentes a la directora tal vez hayan sido si ha acatado la corrección política y si se ha impuesto autocensura.
No, no cumplí con nada –ha sido la respuesta de Adela Péeva– . No tiene sentido hacer nada si te apegas a la coyuntura. El problema es alarmante, y la película tiene un fuerte impacto. Termina con la famosa Marcha Lukov que se celebra cada año en febrero aunque dizque es permitido sólo parcialmente. En 2018, durante la Presidencia búlgara del Consejo de la UE, probablemente habrá medidas de seguridad más estrictas a ese respecto. Sin embargo, la Presidencia acabará y volveremos a enfrentarnos con este problema entre los jóvenes. Si queremos que nuestros hijos sean unos nacionalistas extremos, entonces todo está bien. Si no queremos eso tenemos que hacer lo necesario. Si no queremos que sean así pero al mismo tiempo cruzamos las manos, entonces somos nosotros los que tenemos un problema grave.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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