La renombrada cantante folclórica Dinka Ruseva nos ha abandonado días después de cumplir los 70 años. La gran perdida nos priva de una persona buena y cordial –una voz excelente de la paleta multicolor tracia –. Una voz cuyo timbre y resplandor convertía cada interpretación suya en una fiesta musical para los oyentes. Un talento reconocido por colegas, conocedores del estilo de canto tracio, una figura emblemática de la gloria folclórica búlgara. El tiempo sigue su rumbo pero la herencia que nos ha dejado no será olvidada.
Nació en la aldea de Pet Moguili, provincia de Sliven. De niña oía las melodías del caval de su padre y cantaba en su acompañamiento. Su magnífica presentación en el festival “Aglikina Polaina” en los Balcanes de Sliven –en el que ganó una medalla de oro–, abre las puertas a su popularidad de cantante. Siguen muchas invitaciones para bodas, festivales y conciertos. En 1980, por recomendación del virtuoso de la gadulka Atanas Velchev, la cantante grabó en Radio Nacional de Bulgaria una parte de sus canciones. El acompañamiento es del grupo instrumental de Atanas Velchev. Posteriormente, registró grabaciones con la Orquesta de Música Folclórica de BNR. El verdadero reconocimiento y entusiasmo ella recibía de los aficionados al folclore tracio cuando su voz se alzaba en bodas y festivales en Tracia.
Cada año en la ciudad de Radnevo se celebra el festival de música para bodas “Nasledstvo” (herencia) junto con el que se organiza el concurso “Con las canciones de Dinka Ruseva”. Este es un excelente momento para que se reúnan las orquestas de Tracia y que los presentes se dediquen a bailar el joró en círculos concéntricos o en forma de espiral.
Sus recuerdos de Dinka Ruseva comparte su gran admirador y amigo familiar, Todor Todorov:
El maestro de la gadulka, Atanás Valchev, me presentó a Dinka Ruseva. Me llamó por teléfono y me dijo: “Descubrí una cantante fenomenal en una boda en Tracia”. Era Dinka Ruseva. Ella también tocaba muy bien el acordeón, además cantaba las canciones de la prima de la música pop, Lili Ivanova. La canción que me impresionó fue “Nikola hablándole a Petranka”. Se ha hablado mucho de esta interpretación pero puedo decir que seguirá siendo única. Muchos cantantes intentan imitar ese canto pero no logran su vibrato, su dulce cantar. Se entiende cada palabra al cantar la letra, algo que es importante para el oyente. Guardo muchos recuerdos, conozco a su familia y a sus hijos. Su hijo mayor es acordeonista y trabaja en Suiza, el menor toca el clarinete y el saxofón en el grupo de Ivo Papazov y ahora también en la orquesta “Ritmos sureños” de Todor Kozhujarov. Ella cantaba en acontecimientos como bodas, bautizos, consagración de casas, festivales. Desgraciadamente, Dinka no tiene un disco propio, sólo un longplay de Balkanton, editado hace más de 30 años. Ojalá, alguien pueda grabar sus canciones en un CD para que la gente pueda escuchar su voz y que los jóvenes aprendan de ella.
Ella disfrutaba mucho de los chicos que cantaban sus canciones. Dinka era una persona sonriente y positiva. No le gustaban los chismes, quería a todos sus colegas. Dinka había cursado medicina veterinaria. Recuerdo algo interesante y chistoso. Había ido a una granja y allí le atacaron unos perros. Unos días después fui a un concierto en Chirpan. En una de las canciones que estaba interpretando Dinka la letra decía: “Dobra, los perros no me reconocieron, empezaron a ladrar, por eso Dobra estoy corriendo”. Al verme en el público se puso a reír y no pudo terminar la canción. Dinka ha estado en fiestas de mi familia: en los cumpleaños, en la boda de mi hija. Dinka tiene una canción: “Brilla en lo alto, mi estrella”. Espero que esté ahí arriba brillando. Los recuerdos de sus aficionados se quedarán para siempre. Mientras siga existiendo Bulgaria y su folclore se hablará de Dinka Ruseva. Ojalá se incluyan canciones suyas en los manuales de música.
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