No hay datos oficiales sobre el número ni los países en que residen los emigrantes búlgaros “nuevos”. Lo de “nuevos” se refiere a quienes abandonaron Bulgaria durante la transición democrática iniciada en 1989. Se estima que su número oscila de 1 millón a 1 500 000 personas radicadas básicamente en Norteamérica y países de la UE como son Grecia, España, Alemania, Gran Bretaña, Italia. De una manera u otra, estas personas son bastante numerosas sobre el telón de fondo de la población de Bulgaria, de 7 000 000 de habitantes. Casi todas de esas personas son emigrantes económicos, es decir gente que ha abandonado Bulgaria en pos de una retribución mejor para su trabajo y de mejores condiciones de vida haciéndolo no sólo para sí mismas sino también para sus familiares y parientes que se han quedado en Bulgaria.
A tal efecto, los emigrantes económicos envían a este país mucho dinero que en 2017 ascendió a la cuantía impresionante de 1150 millones de euros, según datos preliminares del Banco Nacional de Bulgaria. Para las condiciones búlgaras se trata de un dineral pero resulta, de hecho, que cada emigrante envía en un año a Bulgaria unos mil euros, suma bastante modesta que no hace sino confirmar el hecho notorio desde hace ya mucho de que una buena parte de los emigrantes económicos búlgaros son personas de bajo nivel educativo y profesional que se dedican a actividades laborales que los nativos se niegan a ejercer por consideraciones de prestigio y de nivel de pago. Hay, desde luego, también búlgaros que ocupan posiciones prestigiosas y ejercen profesionales altamente retribuidas pero constituyen, sobre el telón de fondo general, una minoría insignificante.
Así y todo, la nueva diáspora búlgara mantiene su vínculo a Bulgaria básicamente a través del apoyo financiero que proporciona a sus parientes, aún más pobres, en la patria. No sólo que está haciendo remesas regulares a Bulgaria sino que éstas van aumentando constantemente. En 2017 el monto de las remesas superó en 184 millones la cuantía de las que se hicieran en 2016 y las sumas casi ascendieron al nivel de las transferencias pecuniarias efectuadas antes de producirse la crisis económica y financiera mundial de 2007-2008. En medio de esta situación descuella otra tendencia. Las inversiones extranjeras directas en Bulgaria últimamente vienen bajando y en 2017 fueron del orden de apenas 902 millones de euros. La cifra se sitúa muy por debajo de la cuantía de las inversiones de antes de la crisis cuando en Bulgaria se iban invirtiendo, cada año, de 8 000 a 9000 millones de euros en forma de capitales foráneos. En última instancia resulta a estas alturas que quienes hacen las inversiones extranjeras más cuantiosas son los emigrantes búlgaros. Desde el punto de vista económico esto está bien pero resulta, en cierto sentido también insatisfactorio. Es así simplemente porque estas inversiones, en principio, no se destinan a ser un capital productivo sino que se emplean, básicamente, en subvenir a necesidades diarias y gastos corrientes de la población, o sea, se dirigen al consumo. Hay ahí, sin embargo, un matiz y es que uno de los factores principales para el buen crecimiento económico registrado en 2017 y que se está produciendo en 2018, ha sido justamente el consumo. O sea que, el dinero enviado por los emigrantes búlgaros está fomentando el crecimiento económico y, muy frecuentemente, se emplea asimismo en montar pequeños negocios.
Los recursos pecuniarios remitidos desde el extranjero no son capaces de sustituir a las inversiones extranjeras, cada vez más infrecuentes. Es bueno, con todo, que una especie de dinero fresco esté llegando a Bulgaria. Este dinero eleva el nivel de vida de la mayoría de los hogares búlgaros ya que en la casi mitad de éstos hay emigrantes económicos. A estas alturas tal vez haya que añadir la circunstancia de que el Banco Nacional de Bulgaria sólo está vigilando a las compañías en sus remesas pecuniarias y transferencias bancarias. El dinero en efectivo en forma de objetos y aparatos como también las remesas irrelevantes se escapan a la atención de la estadística nacional. Se trata, sin embargo, de sumas considerables y así algunos expertos estiman que su cuantía no es inferior a varios centenares de millones de euros anuales. Esto no hace sino multiplicar el impacto positivo que el dinero de los emigrantes ejerce sobre la economía búlgara y el nivel de vida de la población.
Versión en español por Mijail Mijailov
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