La influyente y prestigiosa organización patronal Asociación Industrial Búlgara (BSK, según sus siglas en búlgaro) ha anunciado datos alarmantes sobre la inversión extranjera en Bulgaria en los últimos 10 años; durante este período ha disminuido diez veces, en términos absolutos, y catorce veces como porcentaje del PIB. De casi 9 mil millones de euros en 2007, en 2017 cayó por debajo de los 900 millones, y como porcentaje del PIB, del 28% en 2007 al 2% en 2017. Durante el primer semestre de 2018, en comparación con el mismo período de 2017, la contracción de las inversiones continúa y éstas disminuyeron 2 veces, de 487.2 millones a 246.2 millones, comunica la Asociación, citada por el sitio Investor.bg.
Bulgaria tampoco comparece bien en el contexto de otros países económicamente similares de la región de los Balkanes, y es superada por todos. Por el volumen de las inversiones el país ocupa el último lugar entre las vecinas Grecia, Turquía, Serbia y Croacia. Todo ello muestra que Bulgaria tiene problemas cuando se trata de atraer inversiones extranjeras. El país no tiene suficiente capital nacional para su modernización, para el crecimiento de la economía y la prosperidad de sus ciudadanos, por eso depende, en gran medida, de las inyecciones financieras desde el exterior. Además, siendo un mercado pequeño, Bulgaria no es lo suficientemente atractiva para las grandes empresas con intereses a nivel global o, al menos, continental. Este mercado es pequeño no sólo desde el punto de vista de población, sino también desde el punto de vista de poder adquisitivo ya que los búlgaros son los más pobres de la UE. El acceso al mercado común europeo es un argumento que debería alentar a muchas empresas de terceros países a invertir en Bulgaria para convertirla en puerta de entrada de sus productos al gran mercado común. Esto es cierto en teoría pero en la práctica los mayores inversores extranjeros en el país son, predominantemente, países europeos. Según el análisis de la BSK, en 2017 el principal inversor en Bulgaria fue Holanda (885 millones de euros), seguida por Alemania y Suiza con unos 130 millones de euros cada una. Dos de los países vecinos de Bulgaria, Turquía y Grecia, también registraron buenos resultados con alrededor de 80 millones de euros cada uno. Al mismo tiempo, sin embargo, se nota una fuga acelerada de capitales desde el país hacia la República Checa (–301 millones), Austria (–142 millones) y Noruega (–70 millones).
Una gran ventaja de Bulgaria en sus esfuerzos por atraer más capital extranjero fue la mano de obra barata y altamente cualificada pero esta fuerza laboral ya es insuficiente e incluso las empresas extranjeras ya operantes en el territorio del país tienen problemas para contratar los trabajadores que necesitan. La mano de obra cualificada y barata ha quedado en el pasado ya sea porque tiene empleo bien remunerado, ya sea porque se ha ido al extranjero en busca de una vida mejor. No es casualidad que el mayor inversor extranjero en Bulgaria, actualmente, sean los expatriados búlgaros; en 2017, enviaron a sus familiares en este país más de 1.15 mil millones de euros, 284 millones más que en 2016.
Otro argumento de Bulgaria en la búsqueda de inversores extranjeros es el impuesto plano unificado del 10% sobre los ingresos de las personas físicas y jurídicas. Las expectativas de los partidarios de este impuesto eran que atraería capital nuevo pero esas expectativas, obviamente, fueron una ilusión porque desde que se introdujo el impuesto, en 2008, las inversiones extranjeras han ido disminuyendo constantemente. Una serie de estudios sociológicos muestran que los empresarios extranjeros no prestan mucha atención a este impuesto sino que ponen el acento en problemas negativos como la infraestructura de transporte y de energía deficiente, la Administración corrupta e incompetente, la falta de estabilidad y previsibilidad en el ámbito de la justicia.
No existe país en el mundo que no aspire a atraer inversores extranjeros. En este sentido, la atracción de capital extranjero es una lucha competitiva despiadada. En esta lucha sólo sobreviven los más flexibles y adaptables que seducen al negocio extranjero no con ventajas y argumentos inventados sino con hechos reales y evidencias.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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