“La esperanza de cambio a algo mejor no se frota cual boleto de lotería sino que se consigue paso a paso”. Es la convicción que comparten decenas de personas jóvenes deseosas de trabajar y aportar al desarrollo de la sociedad en que les ha tocado vivir. Están convencidas de que sus sueños se cumplirán más temprano que tarde y han creado su asociación llamada “Fábrica de ideas” que apuesta por completo por el trabajo voluntario y emplea ideas con potencial para su desarrollo. Los socios de esta fábrica de ideas han notado que aumenta cada vez más el número de la gente joven deseosa de retornar a vivir en el campo y así ha visto la luz la iniciativa “Residencia abuela”. Por medio de la misma van ayudando a cada vez mayor número de personas a cobrar valor y dar el primer paso rumbo al campo. Mílitsa Dzhandzhova forma parte de los voluntarios más activos de la iniciativa. Dice que la “Residencia abuela” se organiza por cuarto año consecutivo en diversas aldeas de Bulgaria y que la campaña 2018 ha sido la más fuerte y de gran número de participantes. Este proyecto figura entre las iniciativas más notorias de la “Fábrica de ideas” porque se ajusta a la necesidad que el hombre urbano moderno siente de comunicarse con la naturaleza, de buscar inspiración en los recursos que se han conservado en las aldeas, o sea, el modo de vida, el folclore, los alimentos sanos, el sosiego etc., señala Mílitsa y agrega:
Hemos venido observando como un fenómeno el hecho de que la gente joven procura cada vez más buscar sus raíces y conectarse con los valores que ofrece el campo. Esta gente está estudiando los recursos de la aldea en cuanto al folclore, las tradiciones, los hábitos y costumbres e incluso las formas de sustento. Creo que esto ha sido condicionado por el progreso tecnológico. Como organización hemos participado en diferentes foros internacionales y he notado que se trata de una tendencia que se desarrolla a nivel global. En Bulgaria los ritmos van más acelerados justamente por encontrarse concentrada la vida en las ciudades y esto genera un déficit en la calidad de vida. Cada año que pasa el cuadro se va volviendo más dramático, las tecnologías les dan mucho a los habitantes de las ciudades, les crean comodidades y les facilitan la vida. Sin embargo, esta vida diaria ajetreada e intensa, el uso de todos los dispositivos técnicos y hasta los automóviles, le privan a uno de oxígeno, de una comida de calidad, de la tranquilidad, cosas que aún se conservan en el campo. La influencia multicultural en la ciudad desvincula a la gente de los valores humanos auténticos y de la conexión entre los seres humanos. En las grandes urbes los contactos están facilitados y se producen de forma muy variada pero lo que falta es el contacto en una comunicación cara a cara. En los últimos años parece haberse perdido la posibilidad de forjar confianza y proximidad. Todo ello impele a las personas jóvenes a retornar con frecuencia cada vez mayor al campo. Estamos conscientes de la falta de comunicación entre las generaciones y de la necesidad de una continuidad entre ellas. Paralelamente, nos vamos dando cuenta de que vamos perdiendo una necesidad humana, la de conocernos más y mejor a nosotros mismos al comunicarnos con nuestros semejantes.
En plano cotidiano, los voluntarios de la “Residencia abuela” ofrecen su ayuda en los quehaceres diarios de los hogares en que se encuentran alojados. También llevan a la práctica iniciativas propias en beneficio de una aldea concreta. La pequeña comunidad provoca la curiosidad del hombre urbano que se transforma en un estudioso atento del lugar y de todo lo que encuentra durante su estancia en la respectiva aldea, dice Mílitsa Dzhandzhova y añade: Este año es de gran dinamismo en nuestra “Fábrica de ideas” y, concretamente, en el marco del proyecto “Residencia abuela”, pues, éste se ha desplegado en tres aldeas, las de Kliment, Voyñágovo y Karavélovo, en la región de la ciudad de Kárlovo. Ha habido gran número de jóvenes deseosos de participar y, al mismo tiempo, ha sido grande la disposición de nuestros anfitriones de acoger a gente joven por espacio de un mes. El resultado ha sido una prolongación de la campaña para reunir a mayor número de participantes que se asomen a la vida pueblerina. Entre los candidatos a participar ha habido gente de profesiones muy diversas como enseñantes, directores de teatro y cine, economistas, arquitectos, en fin, una extensa gama de profesionales beneficiosos para la aldea respectiva. Hemos seleccionado 13 residentes que hemos repartido entre las tres aldeas. Su edad oscila de 18 a 40 años.
No se trata de unas vacaciones para pasarlas en el campo sino de una misión que el hombre joven acomete con el fin de conocer y familiarizarse con la vida pueblerina abigarrada y rica en historias. Nuestro propósito es recopilar al final ideas valientes y prácticas de las que se puedan beneficiar las propias aldeas para desarrollar su potencial económico en aras de un porvenir mejor.
Versión en español por Mijail Mijail
Fotos: ideasfactorybg.org
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