A menudo solemos asociar la contaminación del aire con el sistema respiratorio y los problemas respiratorios, pero si escudriñamos las causas de la alta mortalidad en el mundo contemporáneo, veremos que en su raíz están las partículas en suspensión (TPS, por sus siglas en inglés). Los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente muestran que, debido a la contaminación del aire, en la Unión Europea mueren prematuramente más de 400,000 personas al año, y en Bulgaria su número es de 15 000 (según la Organización Mundial de la Salud, OMS). Las estadísticas de la OMS a nivel mundial son aún más alarmantes: 7 millones de personas al año.
No es casual que una de las publicaciones más importantes del año pasado en el European Heart Journal sea un análisis de la incidencia de la contaminación, en especial por TPS, en las enfermedades cardiovasculares –dice el profesor en cardiología Ivo Petrov, consultor nacional en cardiología invasiva– . Basándose en múltiples estudios, la publicación demuestra que la contaminación por TPS es uno de los mayores factores de riesgo para el desarrollo precoz de las enfermedades cardiovasculares, junto con la diabetes mellitus, el tabaquismo, el colesterol alto y la hipertensión arterial. Millones de personas mueren cada año por enfermedades cardiovasculares causadas por la polución del aire. Un estudio realizado en Utah (EE.UU.), muestra que cuando hay una mayor densidad de partículas suspendidas, los infartos y los accidentes cerebrovasculares se hacen más frecuentes.
Los expertos de la OMS insisten en que las partículas suspendidas, en concreto las PM-2,5, de diámetro inferior a 25 micrones, no sólo se inhalan, sino que también se introducen en el torrente sanguíneo y, junto con los gases nocivos, tienen un efecto tóxico en el corazón, dañan los vasos sanguíneos, provocan infartos, ictus, enfermedades renales y pancreáticas. Mientras el tabaquismo, el abuso del alcohol y las drogas son una elección personal, la contaminación del aire es una cuestión de responsabilidad pública.
Las partículas finas se segregan a raíz de algunas actividades humanas como la quema de combustibles sólidos y líquidos, las actividades industriales, etc. En Bulgaria, las dos principales fuentes de contaminación son la calefacción de tipo doméstico (40%) y el transporte (60%). Sólo por el tráfico rodado, la contaminación por TPS es del 40 por ciento. En la UE, los valores máximos permisibles son de 25 microgramos sobre metro cúbico, mientras que la OMS advierte que los efectos nocivos no deben exceder de los 10 microgramos/m3. Sin embargo, en Bulgaria, la contaminación es varias veces superior, por lo que en 2018, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas fue iniciado por incumplimiento de las normas de calidad del aire de la UE.
El procedimiento penal contra Bulgaria está en una etapa avanzada, luego siguen las sanciones financieras –advierte el abogado Plamen Taushanov, de la Asociación Búlgara para la Protección del Paciente, durante un foro en Sofía dedicado al problema del aire contaminado– . Es necesario revisar la normativa existente, los planes del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, así como de otras instituciones estatales sobre lo que están haciendo al respecto. ¿Qué hace la administración del transporte automotor, refuerza el control? ¿Existe una política fiscal para estimular el uso de automóviles nuevos? ¿Está informada la gente?, ¿hay máscaras faciales de alta calidad para la protección contra partículas finas?
El Programa Nacional de Bulgaria para el Mejoramiento de la Calidad del Aire Ambiental (2018–2024) establece que “las estufas antiguas a combustible sólido que contaminan el aire deben ser reemplazadas para el año 2021 al menos en los 26 municipios que tienen problemas de polución atmosférica”. Además, ya se han introducido nuevos impuestos ambientales para los automóviles. Desde el 6 de junio de 2018, entró en vigor la nueva Ley de Circulación Vial, que hace obligatorio el uso de catalizadores. Pese a las medidas adoptadas, Sofía sigue siendo una de las capitales europeas más contaminadas. ¿En qué reside la solución?
Si se calculan los efectos de la contaminación en la salud, la introducción del transporte público gratuito resolverá bastantes problemas –opina, categórico, el Dr. Alexándar Simidchiev, especialista en pulmología– . De esta manera, el uso de automóviles se volverá económicamente no rentable. Las ciudades que han introducido este sistema para lidiar con las emisiones nocivas y las partículas suspendidas ya están registrando muy buenos resultados. Ojala el Ayuntamiento de Sofía consiga implementar estas medidas.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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