Todo trabajo necesita de un maestro que lo domine a la perfección. Esta sentencia popular búlgara ha resistido la prueba del tiempo y sigue siendo válida también hoy en día. Ser reconocido como un maestro en el ámbito profesional en que uno se desempeña es una cuestión de prestigio y honor para cualquiera. Por lo general, el título de “maestro” es un distintivo de las personas que practican trabajos manuales como, por ejemplo, los maestros de la cocina, de la construcción, de la artesanía, etc. Hace apenas un siglo, en Bulgaria, los candidatos que postulaban a acceder a la comunidad de los maestros tenían que recorrer un camino largo y difícil. Los futuros artesanos se empleaban como aprendices de los maestros, y, antes de ser promovidos en la jerarquía y convertirse en oficiales, era obligatorio que pasara un período de siete años. Antes de que el oficial se convirtiera en maestro, también pasaban años en espera de la aprobación y el reconocimiento de los viejos mentores.
El dinamismo de la vida moderna hace tiempo que ha hecho que esta regla ya no esté vigente. Así, si una persona consigue afirmarse pronto en su ámbito profesional puede buscar nuevos horizontes para su talento. Un ejemplo de alguien que no ha dejado de evolucionar en la profesión durante casi 40 años es el maestro Mijaíl Kochev. La historia de su vida demuestra cómo una perona de carácter fuerte y de talento logra superar los límites y aprender un nuevo oficio armado con conocimientos adquiridos en la Red.
Mijaíl Kochev se dedicó a las manualidades artísticas siendo un adolescente. Se matriculó en la Escuela Técnica de Carpintería y Arquitectura de Interiores de Sofía, donde terminó en la clase de tallistas. Más tarde, picado por la curiosidad empezó a elaborar alhajas de metal, decoradas con piedras preciosas. Luego, comenzó a hacer cuchillos de recuerdo de acero damasceno, usando una tecnología sofisticada y antigua, casi desconocida en Bulgaria. En una entrevista para Radio Bulgaria, Mijaíl Kochev habla sobre esta pasión suya.
Me siento muy afortunado porque soy de las personas que trabajan en su hobby durante toda la vida; hago cosas que me entretienen y me complacen. Para mí, los cuchillos que hago son objetos de arte, sin aplicación en la práctica. No hago armas ni cuchillos de caza. Los ornamentos que suelo incrustar son los mismos que uso para las joyas. Empleo, asimismo, piedras de colores como la turquesa o el nácar, a veces también incrusto metal en los mangos. Las ideas surgen de mi trabajo en las alhajas y son parte del juego creativo del maestro orfebre. Los cuchillos del llamado acero damasceno se elaboran de dos tipos de acero de diferentes características. Mediante una soldadura de forja, los dos tipos de acero se pliegan juntos hasta que la pieza en bruto obtenga un determinado número de capas: de 100 a 300. Así, el acero empieza a semejar una tabla de pino pulida que tiene vetas.
Para lograr esta perfección, Mijaíl Kochev ha recorrido un largo camino. En la década de los ’80, cuando se iniciaba en la bisutería, quería aprender el oficio de la mano de un maestro famoso, pero éste le dijo que no estaría preparado para practicar la profesión hasta dos años después. Contrariado por esta perspectiva, Kochev comenzó a forjar en su casa sus propias alhajas de plata, que posteriormente fueron aprobadas por una comisión especial. De esta manera, una vez más se demostró a sí mismo que podía aventurarse por caminos no trillados.
He formado a decenas de personas tanto en bisutería como en forja precisamente porque yo nunca tuve a nadie que me enseñara las sutilezas del oficio. En Bulgaria, el trabajo de los artesanos es muy apreciado, pero la gente no puede pagar el precio que abonarían para este género los clientes en el extranjero. Es por eso que aquí vendo mis artículos a precios asequibles. Tengo una gran clientela en los Estados Unidos, muchos de mis artículos se han vendido asimismo en España, Australia, Asia, en diversas islas, en fin, en todas partes. No hago concesiones con mi trabajo y me niego a trabajar por encargo.
Versión en española de Daniela Radíchkova
Fotos: mk-jewel.com
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