Son muchos los artistas musicales búlgaros que han dejado su huella en la cultura mundial, entre ellos grandes voces de la ópera, una serie de directores de orquesta, solistas y concertinos de algunas de las orquestas más prestigiosas a nivel mundial. El motivo de todos y cada uno de ellos de buscar la realización en el extranjero es diferente, pero la experiencia que acumulan no tiene precio.
Diecisiete años atrás, el violinista Darín Varbanov eligió el lejano Singapur para ampliar su horizonte profesional y personal. Aunque intenso, el trabajo que realiza allí le gusta. Se ha dedicado por completo a sus numerosos alumnos de todas las edades en su propia escuela de arte musical en la que se imparten cursos de piano, violín, viola, violonchelo, flauta y teoría de la música. Cientos de niños han pasado por la escuela en los diez años desde que funciona. Siguió operando incluso en ausencia de Darín, quien se fue a trabajar a los Estados Unidos. Unos tres años más tarde regresó a Singapur y retomó su trabajo como profesor de violín.
Después de sopesar las cosas, vi que lo que ya había logrado en Singapur era mucho más de lo que eventualmente conseguiría quedándome en los Estados Unidos –explica Darín la decisión de regresar al país insular en el océano Índico– . La otra razón fueron los problemas de los Estados Unidos. Uno de ellos es la libre tenencia de armas por los ciudadanos, lo que hace que la situación en aquel país sea demasiado insegura. Además está el problema con el complicado sistema de atención médica, y también el problema racial. Me he encontrado en situaciones de controversias sin sentido causadas únicamente por el color de la piel”.
El violinista se refiere, asimismo, a las oportunidades que reciben los estudiantes en su escuela privada:
En la escuela capacitamos y creamos músicos profesionales, pero ese no es ni mucho menos nuestro único objetivo. El sentido de que exista una escuela de este tipo es dar la oportunidad a cualquiera que desee dedicarse a la música que lo haga. A la escuela pueden acudir personas de diferentes profesiones que, en un grado u otro, saben tocar un instrumento musical, y lo hacen porque les gusta y los enriquece. Algunos de nuestros discípulos se graduaron en Medicina, Derecho, Tecnologías de la Información, etc.
En la escuela de Darín los docentes son búlgaros que han adquirido experiencia en la madre patria y luego han desarrollado su potencial en los Estados Unidos, El Cairo y Singapur. Un incentivo adicional para los estudiantes es el conjunto de cuerdas de la escuela, que les permite perfeccionarse, así como actuar ante un público.
Los conciertos de la formación son también una ocasión para conocer a antiguos alumnos de la escuela, que se dedican a profesiones completamente diferentes a la musical pero que continúan tocando por placer.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Escuela de arte musical en Singapur
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