¿Se devaluarán los ahorros? ¿Se dispararán los precios de bienes de consumo y servicios? Son éstos los interrogantes que han vuelto a agitar la sociedad búlgara debido a los cambios legales, hechos recientemente, en virtud de los cuales se vuelve posible negociar el tipo de cambio de la moneda búlgara, la leva, con respecto al euro, tras la incorporación de Bulgaria al Mecanismo Europeo de Cambio, ERM II.
En la práctica este mecanismo llamado popularmente “antesala de la eurozona” es el procedimiento por el que ha de pasar todo país, miembros de la UE, que decida adoptar el euro por moneda nacional. Lo distinto en este caso concreto es que en Bulgaria rige un consejo de control monetario, Currency Board, con el que el tipo de cambio de la leva está fijado al euro, y es que las reglas para el acceso al ERM II y, de ahí, a la unión bancaria y a la eurozona han sido redactadas para países de tipo de cambio flotante. Con el fin de garantizar que los ahorros de los búlgaros serán protegidos, el Parlamento ha aprobado una resolución según la cual Bulgaria abandonaría el mecanismo ERM II si se le ofreciera un tipo de cambio distinto al que ahora mantiene la moneda nacional con respecto al euro.
Pese a las aseveraciones que están circulando en el espacio público, lanzadas por el Ejecutivo y el gobernador del Banco Nacional de Bulgaria, persisten las preocupaciones en el seno de la sociedad. En los últimos días este malestar se ha visto reforzado por una declaración del economista Steve Hanke, llamado “padre del Currency Board” en Bulgaria. El economista, entrevistado por el programa “Horizont” de Radio Nacional de Bulgaria, ha declarado contundente que Bulgaria no debe adoptar la moneda única europea. No existe, a su juicio, necesidad de cambiar la leva, con tipo de cambio fijo con respecto al euro, puesto que Bulgaria, mediante el consejo de control monetario, prácticamente disfruta de los beneficios que proporciona la eurozona. Hanke ha criticado los cambios legislativos hechos en el país y ha dicho que no descarta que pueda existir un “acuerdo secreto” en virtud del cual se le planteen a Bulgaria “condiciones discriminatorias” para su adhesión a la Eurozona.
Vladislav Goranov, ministro búlgaro de Hacienda, ha replicado que Bulgaria no había cerrado “pactos secretos” de ningún tipo y ha discrepado de la tesis de Steve Hanke de que Bulgaria no debe adoptar el euro. El ministro ha recordado que el euro es la segunda moneda de mayor difusión en el comercio mundial tras el dólar estadounidense y ha asegurado que la moneda búlgara seguirá manteniendo su tipo de cambio actual hasta el acceso de Bulgaria a la Eurozona y que no se producirá una devaluación de los ahorros de los búlgaros.
La experiencia de la adopción del euro por parte de países de historia similar a la de Bulgaria, tampoco recibe valoraciones idénticas. Lituania, Letonia y Estonia, frecuentemente aducidos como ejemplos en Bulgaria, han sido los países más recientes en adoptar la moneda única europea. En ninguna parte ha habido alza de los precios, devaluación de los ahorros ni cualquier otro fenómeno preocupante, ha opinado tajante el macroeconomista estonio Karsten Staehr.
Al mismo tiempo, tres de los diez países que accedieron en 2004 a la UE siguen sin adoptar todavía el euro ni tienen la intención de hacerlo a corto plazo. Se trata de Chequia, Polonia y Hungría. Dula Pleshinger, del Banco Central de Hungría, ha comentado ante Radio Nacional de Bulgaria que el euro tiene un historial fluctuante ya que la primera decena de años tras su adopción habían sido una historia del éxito pero después había ocurrido “el desastre”. Pleshinger cita un estudio de expertos del que se desprende la conclusión concluyente de que dentro de dos decenios Alemania y Países Bajos serán los únicos países vencedores por su pertenencia a la Eurozona.
Se mantiene convencido de los beneficios de la unión monetaria otro experto de Europa Occidental: Ika Kornen, del Banco Central de Finlandia, quien afirma que Cuando Vds. adopten el euro el gobernador de su Banco Nacional se sumará a la Junta Directiva del Banco Central Europeo y, a nivel de expertos, representantes del Banco Nacional de Bulgaria accederán a formar parte de diferentes comisiones lo cual significa que podrán influir en la toma de las decisiones a alto nivel.
Las opiniones son dispares y numerosas e igualmente difieren las preocupaciones. El futuro mostrará en qué se traducirá todo esto para Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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