La pandemia de Covid−19 ha trastocado la agenda y el modo de vida de millones de búlgaros en estos últimos meses. Ha hecho que la gente se vuelva más humilde, más preocupada por sus familiares y amigos, y también la ha movido a procurar encontrar un lugar alejado de la dosis diaria de ansiedad generada por las noticias cotidianas. Un lugar al que darse una escapada de la realidad negativa y en el que encontrarse más cerca de la naturaleza y de sí mismo. Así, brilla con nueva luz la imagen del campo búlgaro, donde se van restaurando cada vez mayor número de bienes raíces y comienzan a residir en ellos los antiguos dueños, o bien otros nuevos.
Una encuesta efectuada entre vecinos de la pintoresca aldea de Guelá, ubicada en el macizo Ródope, pone de relieve que la misma tiene potencial para volverse mucho más poblada. Sin embargo, de momento, ese pueblo sólo se anima en la temporada de verano. Nuestra aldea es el lugar ideal para descansar y escapar de la ciudad, pero en invierno es absolutamente imposible quedarse aquí, dice a Radio Nacional una vecina de Guelá.
El camino que lleva a la aldea se va desbrozando regularmente. Llegaba un autobús, pero desde el invierno pasado no hay ningún tipo de transporte que llegue al pueblo. Hay gente que tiene coches, pero no todos los tienen −comenta evocando las dificultades otra habitante de la aldea− . También hay turistas que llegan. La tienda que tenemos es muy pequeña. ¿Para qué abrir una tienda si no hay gente aquí? Este pueblo es para descansar, pero no para vivir de forma permanente. Es un lugar estupendo para el aislamiento.
Por su parte, los expertos en el negocio con bienes inmuebles coinciden en señalar que cabe esperar un aumento del interés por la adquisición de bienes raíces fuera de las ciudades. Está siendo considerado como consecuencia positiva de la crisis de Covid−19 el hecho de que la gente haya descubierto una forma de vida y una organización nuevas que mejor se ajusta a su psique y ritmo de vida cotidiano. La gente se está fijando ahora en núcleos poblacionales que no estén en vecindad inmediata a las grandes aglomeraciones urbanas.
Para la gente residir más lejos de la ciudad tiene su encanto; no a unos 5 kilómetros de distancia sino, quizás, a 50 o 100 kilómetros −expresa el experto inmobiliario Gueorgui Pavlov− . Estas personas nos proporcionarán una alternativa a todos nosotros a la hora de escoger cómo habría que vivir.
Este experto augura cambios dramáticos en el turismo, originados por lo que ha ido ocurriendo en los últimos meses: gran número de compatriotas, caso de que, con todo, decidan disfrutar de vacaciones este verano, probablemente lo harán en localidades del campo búlgaro.
El efecto psicológico es muy importante −explica Gueorgui Pavlov− . Todos estamos acostumbrados a la vida gregaria. En el momento en que nos metieron por dos meses en una situación de contactos sociales restringidos, una parte de la gente ha ido descubriendo que este confinamiento en realidad le gusta. Estas personas conservarán estos hábitos y buscarán formas para que sus lugares de descanso y vacaciones estén más aislados del ruido y el ajetreo urbanos. Creo que se disparará la demanda de casas para vivir en las zonas del extrarradio urbano y en el campo, para turismo y vacaciones. A tal efecto, empero, hay que disponer de un producto conveniente para ofertar en el mercado.
El número de las viviendas desiertas no bajará, puesto que la población del país también se reduce cada año en 50.000 almas, y las viviendas aumentan en número, señala además Gueorgui Pavlov.
Se produce un resurgir del interés por los bienes inmuebles rurales, que decididamente obedece a la situación creada por la pandemia, opina Dafina Gúdova, presidenta para la ciudad de Plovdiv y su provincia de la Asociación Inmobiliaria Nacional. Los matrimonios jóvenes centran su atención en las zonas próximas a territorios urbanizados. También hay interés por la compra de chalés en balnearios y centros vacacionales, aclara Gúdova.
Sin embargo, en algunos casos los dueños ponen precios excesivamente altos por bienes inmuebles alejados de centros administrativos y de mala infraestructura.
Es totalmente explicable −afirma Gueorgui Pavlov− . Una de las razones estribe en los bajos impuestos en Bulgaria. Así algunos bienes inmuebles se utilizan como forma para acumular riqueza que se puede conservar. No hay otro país en el mundo en que esto exista. En todas partes, los impuestos que gravan la propiedad son relativamente elevados y esto fuerza a sus dueños a que hagan uso de ellos de verdad. El lujo de poseer bienes inmuebles y no utilizarlos sólo se lo puede permitir la gente muy acaudalada. En Bulgaria, no utilizamos un montón de fondos, quizás del orden de 10.000 a 20.000 millones de euros invertidos en viviendas. Francamente, no espero que esto vaya a cambiar.
Artículo redactado en base de entrevistas de Taña Milúsheva para el programa Jorizont de Radio Nacional de Bulgaria
Versión en español por Mijail Mijailov
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