“El eventual segundo confinamiento del país con el afán de poner coto a la expansión de la pandemia puede ser interpretado erróneamente por la gente como que en vez de atenerse a las medidas, podrán comenzar a saltárselas. Una situación así podría también sacar a la gente a las calles”. En estos términos se ha expresado el ministro búlgaro de Sanidad, Kostadín Ánguelov, entrevistado por Radio Nacional de Bulgaria. Ha agregado que dada la propagación comunitaria actual del coronavirus, una medida extrema como el cerrojazo no es necesaria no surtiría el efecto pretendido.

La incertidumbre y las órdenes y disposiciones oficiales cambiantes sin cesar que hay que acatar hacen que la gente se vea invadida por una ansiedad en aumento. Esto desata arrebatos neuróticos y provoca asimismo otros cambios extremos e imprevisibles en el comportamiento humano. Un estudio efectuado por psicólogos en Bulgaria ha puesto de relieve que los casos de comportamiento neurótico se han duplicado en comparación con su número registrado en 2017. En este sentido, la desaparición de determinados fármacos de la red de farmacias en Bulgaria aparece como algo bastante normal, al tomarse en cuenta los extremos a los que llega una persona de comportamiento voluble. Las manifestaciones de un  comportamiento así pueden ser de las más diversas y oscilar entre la pasividad, el encogimiento, el retraimiento, el autoaislamiento, la depresión, la desesperación, para llegar, en ocasiones, a la paranoica obsesión por dominar y poseer.

Sobre la base de este estudio, que abarcó a 1.911 ciudadanos búlgaros de 25 a 60 años de edad, el psicólogo Plamen Dimitrov ha sacado la siguiente conclusión:

”Estas 1.911 personas forman la base en que me apoyo y afirmo que ha bajado el doble el número de las personas con expectativas realistas de adelantos, desarrollo, respaldo y solidaridad, que han sido desbancadas por el negativismo, el negacionismo o el perfeccionismo injustificado y las expectativas de que se hagan realidad determinadas exigencias. También se han disparado el conformismo y la ritualización. Mucha gente se ha ido volviendo aún más conservadora, mientras que otra ha comenzado a bregar y defender derechos, libertades y principios democráticos que no es capaz de transformar en una práctica cotidiana”.

El psicólogo opina que ya es hora de dejar de buscar alivio y serenidad en las teorías conspirativas y de esperar que el Estado haga algo para protegernos, cuando nosotros mismos no lo hacemos. Por lo que se refiere a las teorías de la conspiración, éstas siempre han existido en determinadas etapas de la vida humana.

”Se trata de períodos de exacerbada incertidumbre existencial, en los que la gente se está encarando a la muerte, se le está machacando a diario que es mortal e insignificante y que puede quedar borrada de la vida por un bicho dañino invisible. Todo ello no hace sino disparar la incertidumbre y la ansiedad y es detonante del sistema de protección social y psíquica de uno. La psique, a su vez, intenta rebajar de diversas maneras esta escalofriante ansiedad. La gente se va serenando y reduciendo su tensión optando por la religión, apostando por ideales o líderes. Suele esperar de éstos una política correcta capaz de protegernos, y no pone mientes en que la protección de nosotros mismos y de nuestros familiares es una responsabilidad que nos incumbe a nosotros”.

Adaptado por Yoán Kolev

Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: Ani Petrova, BTA