Tras los comicios norteamericanos, se han venido abajo las ideas de numerosos búlgaros sobre la expresión libre y justa de la libre voluntad. La propia idea de que alguien consiga copar el 100% de los votos y que la participación en las urnas sea igualmente del 100% reaviva recuerdos del pasado socialista reciente. No es casual que búlgaros residentes en los EE.UU. hayan lanzado a los electores en Bulgaria el llamado de que se mantengan vigilantes con respecto a las modalidades de votación. En esta exhortación, han calificado el voto por correo de “método a raíz del cual algunos resultados pueden cambiar en el último momento y hasta varios días después de concluidos los comicios”. Nuestros compatriotas también han mostrado recelos y han aducido sendos ejemplos de cómo en ocho de nueve estados norteamericanos con envío automático de las papeletas el candidato llegó ser uno mismo. Son justamente estos ejemplos los que ponen en tela de juicio la credibilidad en el sistema electoral, sin la cual “los gobiernos y las instituciones pierden su legitimidad a los ojos de la ciudadanía”, concluyen los búlgaros residentes en EE.UU.
¿Cómo este ejemplo podría repercutir en la sociedad búlgara, que iba cifrando enormes expectativas en el voto electrónico como garantía contra el fraude y la manipulación? En opinión de la politóloga Tatyana Burudzhíeva, esto decididamente enfriará las esperanzas de una buena parte de la sociedad búlgara.
“La tecnología en unas elecciones no es capaz de garantizar la calidad de la democracia −dice ella con contundencia− . Tampoco es capaz de garantizar valores democráticos como la elección informada de los ciudadanos. Esta elección depende únicamente de ellos. A comienzos de la década de 1990, la gente solía leer más y se interesaba más por las plataformas electorales de los partidos políticos. En aquellos años se desarrollaba un mayor número de debates en esencia, en torno a políticas y soluciones políticas”.
La baja participación electoral y la votación por simpatizar con tal o cual formación política forman algunas de las causas principales para el mantenimiento del statu quo, y éste perdurará hasta que la gente acabe dándose cuenta de lo esencial a la hora de fijar su elección. Según Tatyana Burudzhíeva, sería bueno, antes que nada, responder la pregunta fundamental de cuáles y cómo son las personas y los partidos en los que la gente se propone delegar el poder de gobernar. Cuando uno escuche las declaraciones de figuras políticas, es importante preguntarse si mañana realmente harán lo que ahora están diciendo.
En el seno de la sociedad se va colando cada vez más la duda de que las elecciones sean manipuladas. Por esto, en las recientes protestas en Bulgaria, que continúan bajo una u otra forma, los ciudadanos descontentos con la gestión del primer ministro Boyko Borisov han venido reclamando el voto electrónico. Los argumentos esgrimidos a favor de éste son que la votación electrónica ofrece garantías sólidas contra el voto controlado y la malintencionada administración electoral.
”Esto no significa en absoluto que no se pueda influir en los resultados −comenta Tatyana Burudzhíeva− . Pueden ser hackeados, pues se trata de equipos técnicos cuya protección se puede vulnerar. Además, en el voto mecánico, no hay papeletas que se puedan volver a contar caso de pretender recurrir los resultados. Ahora, por ejemplo, vemos lo que está pasando en los Estados Unidos, y los hechos apuntan a irregularidades cometidas. No hay comicios con alta participación en las urnas y con electores reales cuyos votos sean falsificados de manera tal que alteren los resultados. La participación masiva en unas elecciones, apoyada en el sentido común, es la única capaz de redundar en un cambio cualitativo. Por esto hay que ser más racionales y más activos”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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