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Begliktásh: el santuario principal de la tribu tracia de los scyrmiades

El complejo de culto Begliktash, uno de los misterios de Strandzha.
Foto: bg.wikipedia.org

Allí donde se dan cita la montaña de Strandzha y la orilla del mar Negro, rodeado de un robledal, se encuentra uno de los santuarios tracios más importantes, Begliktásh. Dista sólo 4 kilómetros al sur de la ciudad de Primorsko y unos 40 de Burgás, ambas en la costa meridional búlgara. Se encuentra en la parte más alta de Máslen Nos (en español, Cabo de Aceite), que se interna en el mar y está dentro de los límites de la hacienda cinegética de Arkútino. El nombre Begliktásh proviene de las palabras turcas beglik (que significa impuesto pagado en especie) y tash (que significa piedra), ya que en la época del dominio otomano, en este lugar los turcos recaudaban un tributo de ganado de la población búlgara. Begliktásh se asocian íntimamente al culto al dios Sol. Según los testimonios, el día del solsticio de invierno, 22 de diciembre, los lejanos ancestros de los búlgaros celebrarían el renacer del Astro Rey.

Hace unos 70 millones de años, las tierras en esa zona formaban parte del fondo de un mar. En el macizo montañoso en proximidad a la actual ciudad de Burgás, se produjo una erupción y los enormes pedazos de lava vomitadas al aire se enfriaron y luego el magma del volcán los arrastro y conformó en unos macizos. Así, a lo largo de los años, a consecuencia del efecto eólico y de los rayos del sol, se fueron formando estrafalarias figuras rocosas. Por la composición sienita de las rocas y su irradiación energética, el lugar se llegó a emplear en la Antigüedad para la práctica de ritos que se vinculaban con la fertilidad, el equinoccio y el cambio de las estaciones del año. Se cree que allí se encontraba el santuario principal de la tribu tracia de los scyrmiades, conocidos como los metalurgos más veteranos de la antigua Tracia.

”Los primeros indicios sobre esa zona se remontan al siglo XIV antes de Cristo −dice Borislava Kírova, conservadora del Museo de Historia de Primorsko− . Tras la liberación de Bulgaria del dominio otomano en 1878, el santuario cobró notoriedad gracias al explorador y estudioso checo Karel Skorpil, quien, junto con sus hermanos Hermann y Vladislav, fue pionero de la arqueología búlgara. Explorando los estratos culturales a lo largo de la ribera del río Ropotamo, los hermanos Skorpil se fijaron en uno de los bloques rocosos del santuario, que tenía la forma de un corazón invertido. Lo bautizaron con el nombre de Apóstol Tash. Resulta que este es uno de los megalitos de mayores dimensiones en la península Balcánica, al pie del cual los tracios rendían su culto al dios Sol. El día del solsticio de verano, al despuntar el alba, el disco solar se puede ver en el hueco que hay en el megalito. En aquel momento preciso los tracios procedían a hacer sus ritos relacionados con la diosa Madre y el dios Sol. Se cree que allá precisamente la gente iluminada transitaba del mundo terrenal al inframundo”.

En la época moderna, las exploraciones del complejo rupestre se iniciaron en los años 1972 a 1973 en el marco de la Expedición Arqueológica Apolonia−Strandzha, dirigida por el Prof. Alexander Fol, pero fue apenas en el año 2002 cuando el santuario se dio a conocer. En aquel entonces, la arqueóloga Tsoña Drázheva del Museo de Historia de Burgás y su equipo ordenaron los megalitos caídos en los sitios que supuestamente ocuparan. Se hizo un levantamiento general del santuario y de los objetos en su zona, señalándose el destino que se les habría dado. Forman parte de ellos el altar de sacrificios, el trono, la explanada sagrada, el menhir con la pisada del dios Sol, las concavidades en la roca grande, reflejo de la constelación de las Pléyades y el lucho nupcial.

”Este último parece encontrarse en una cámara, oculto de las miradas de los humanos −comenta Borislava Kírova− . En la explanada sagrada, surcada por multitud de estrías, los tracios mezclaban cuatro líquidos sagrados: agua, vino, leche y aceite de oliva. El agua simbolizaba los elementos acuáticos, la leche el aire, el aceite vegetal el fuego, y el vino el suelo. Corriendo por las estrías, los líquidos confluían a un reservorio común hasta su mezcla total para integrar el Cosmos“.


El día del solsticio de verano, el sacerdote se ponía en la cueva sagrada: Útero, situada detrás del Apóstol Tash, y junto con los primeros rayos del sol, aparecía en el centro del megalito. El rito simbolizaba el nacimiento del Sol del Útero. La hora para los ritos se fijaba con el reloj solar, donde había dieciséis losas. El lugar era muy importante, ya que allí era donde el oráculo hacía su augurios y predicciones según el mes y el día del año.

El propio santuario existió hasta el siglo V después de Cristo, cuando el territorio pasó a formar parte del Imperio Romano. Con la conversión de Bulgaria al cristianismo en el siglo IX, en la orilla de la pequeña caleta se construyó la iglesia de Santa Parascheva. Se llega a las ruinas de aquel templo por un angosto sendero que se inicia en la zona del santuario.

Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: museumprimorsko.bg y archivo


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