“Una vez banquero, banquero de por vida” es un dicho del mundo empresarial. Milena Ivanova ha dado el mentís a esta expresión, a pesar de tener a sus espaldas una notable trayectoria profesional internacional en la que se dedicara a compraventas de bancos, comercio con acciones, etc. Finalizó estudios secundarios en el liceo bilingüe de su ciudad natal, Veliko Tárnovo, luego cursó estudios en la Universidad de Economía Nacional y Mundial de Sofía y en 1997 se fue a Estados Unidos. Tras realizar una pasantía de medio año de duración, se trasladó a Polonia, donde permaneció cinco años.
“En Bulgaria teníamos una profesora estadounidense que no se cansaba de repetirnos: ”Su próximo paso ha de ser una Maestría en Administración de Empresas en un centro docente que obligatoriamente forme parte de los diez mejores del mundo –recuerda Milena– . No desperdicié aquel consejo y en 2003 quedaba admitida en el Instituto Europeo de Administración de Negocios (INSEAD), en Francia, que figura en el Top 5 mundial de los centros docentes de administración empresarial.
Al finalizar los estudios, comencé a trabajar en Viena, después estuve en Londres en el mercado de acciones bancarias de Europa Central y del Este, que cotizan en bolsa de valores. Ahí me hicieron una oferta muy tentadora de un banco en Kazajstán y en 2008, en plena sintonía con el colapso de los mercados financieros que se declaraba en aquel año, accedí a trabajar en Almaty. Estuve trabajando en Kazajistán durante más de tres años. Luego me transfirieron a la sucursal central del mismo banco en Moscú. Me desempeñaba en el cargo de subdirectora del Departamento de Apreciación de Acciones y Títulos de Valores. La plantilla frisaba los 120 empleados, teníamos sucursales en Suráfrica, Nigeria, Kenia y lógicamente en Londres, Moscú y Kazajistán. Mantenía continuos contactos con inversores del mundo entero. Corrían tiempos complicados. En casi un año tuvimos que recortar a la mitad el número de los empleados y me tocó a mí ser la persona que decidiera a quién cesar. Al final también yo hube de correr la misma suerte. Al quedarme sin empleo, consideré lo ocurrido como señal de que tendría que cambiar de rumbo. Los años como financista habían sido una posibilidad estupenda para aprender mucho, para evolucionar en lo profesional y en términos económicos, pero lo que deseaba era dar con la cosa subsiguiente capaz de mantenerme desvelada por la curiosidad en las horas de la noche”.
Milena decidió tomarse unas vacaciones sabáticas de medio año y se embarcó en pos de su nueva inspiración.
“En 2013 me fui de Londres con sólo una maleta por equipaje y con pasaje para un viaje alrededor del mundo. Puse rumbo simbólicamente de oeste a este. Con antelación había organizado en los países a los que llegaría cómo reunirme con algunos de mis amigos, pues los tengo en el mundo entero ya que, con todo, había trabajado en siete países y hablaba otros tantos idiomas. Otro de mis sueños hecho realidad era llegar al litoral búlgaro del mar Negro. Fue ahí donde culminó mi periplo alrededor del mundo. Mucha gente en Bulgaria prefiere vacaciones a orillas del mar en Grecia, pero yo llevaba veinte años soñando con desembarcar en la costa búlgara y disponer de tiempo suficiente para disfrutarla. En todos aquellos años, la mayor delicia culinaria para mí eran los pimientos asados búlgaros. Los búlgaros que residan en el extranjero o que se hayan ausentado mucho tiempo de Bulgaria bien sabrán a qué me refiero. No hay nada más sabroso en el mundo que esos pimientos”.
Milena decidió renunciar a las finanzas, pero todavía andaba meditando a qué dedicarse.
”Me puedo permitir el lujo de vivir en cualquier parte del mundo, y en aquel entonces tenía la libertad plena de elegir dónde radicarme. Decidí ver lo que había pasado en Bulgaria durante esos años”, dice Milena.
Desde entonces, vive a caballo entre Londres y Sofía y sigue pensando que todo en su vida está ocurriendo justo como debería. En la actualidad Milena es madre de un niño adorable y se siente feliz de que se esté criando cerca de sus abuelas búlgaras.
“Hubo una época en la que solía criticar estas costumbres nuestras, creía que la crianza de los hijos incumbe exclusivamente a sus progenitores, tal y como esto sucede en Occidente −comenta Milena− .Tomé conciencia de que este contacto entre generaciones es sumamente importante para la formación de la psique de los menores. Si hubiéramos estado en el extranjero, no hubiese habido forma de que ello ocurriera con desenvoltura”.
Milena también acabó descubriendo su nueva vocación: la aromaterapia. Viajaba a Londres durante varios años cada quincena para concluir su formación de aromaterapeuta clínico. Desde hace algún tiempo es integrante de la junta directiva de la Federación Internacional de Aromaterapeutas Profesionales. Puede practicar asimismo en un entorno hospitalario, pero haciéndolo en Reino Unido u otros países, puesto que en Bulgaria aún no existe una profesión de estas características. Está convencida de que más temprano que tarde esta profesión aparecerá aquí, porque son muchos los búlgaros que se fían de la fitoterapia. Además, Bulgaria es uno de los mayores productores y exportadores mundiales da aceite de rosa y de lavanda.
Milena se siente feliz por haberse encontrado al comenzar la pandemia cerca de familiares y amigos. Sueña con volver a correr mundo, pero ha desplazado el foco de ”quiero ver lugares nuevos” a “quiero ver a mis amigos”.
”El tiempo es el recurso más limitado del que disponemos – dice ella –, y el tiempo pasado con la familia y los amigos va cobrando para mí una importancia cada vez mayor”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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