El ilustre cantante fue un fenómeno de la cultura folklórica búlgara. La magnífica voz teñida de lirismo y el impecable repertorio integrado de temas de la región folklórica de Tracia fueron su “marca registrada” que avalaba una excelsa maestría en la interpretación vocal.
Las valoraciones de los destacados folkloristas también son elocuentes. ”Lo que aprecio sobremanera y más me agrada de Yovcho Karáivanov es su dominio magistral de la forma. En su interpretación el canto lento va ornamentado, pero no en exceso, sino con una distribución correcta de los ornamentos, cuyo resultado es una forma maravillosa. Él es, realmente, un fenómeno feliz en la vida musical nacional, es la encarnación de uno de los logros más elevados de la escuela de canto tradicional búlgaro”, decía del cantante el Acad. NIkolay Kaufmann.
Yovcho Karáivanov nació en la aldea de Selimínovo, en la región de Sliven (sureste de Bulgaria), en el seno de una familia de músicos de abolengo. El destino lo llevó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Sofía, donde concluyó con éxito los estudios, pero su pasión irresistible por la música alteró sus planes de vida. La fecha de 1 de octubre de 1949 marcó el punto de inflexión en su trayectoria vital, cuando tras una exitosa audición en Radio Sofía, participó con interpretaciones propias en un programa especial dedicado a la música folklórica búlgara. Su nombre se situó rápidamente junto a los de cantantes folklóricos famosos a sazón como Guiurga Pindzhúrova, Borís Mashalov, Mita Stóycheva y Valkana Stoyánova, entre otros. El riguroso estilo de su repertorio también atrajo la atención de los compositores del género. Por un corto tiempo (años 1951 y 1952) actuó como cantante solista del Conjunto Estatal de Danzas y Canciones Folklóricas dirigido por el maestro Filip Kutev, quien se encargó de los arreglos para coro de varios de los temas que interpretaba el cantante.
”Me siento muy feliz de que hablemos de Yovcho Karáivanov, uno de los exponentes más relevantes de la escuela de canto tradicional de la región de Tracia. Me siento satisfecho de haber sido uno de sus discípulos. Desde niño escuchaba sus canciones en la radio y en discos, me gustaba entonarlas yo mismo. Cuando el 1 de abril de 1986 me presenté a un concurso en Radio Nacional y quedé aprobado para cantar en la radio, Yovcho se ofreció a ayudarme. De él aprendí no sólo las sutilezas del canto, sino también cómo comportarme al recorrer el arduo camino de un intérprete del folklore musical. Yovcho Karáivanov es de los cantantes que han recorrido un largo camino desde la plaza de pueblo hasta los grandes escenarios. Sus canciones nos cautivaban a quienes somos ahora sus seguidores y discípulos. Nosotros vislumbrábamos en su figura el baremo para medir nuestra propia importancia y la trayectoria que habíamos elegido. Las canciones más hermosas que he cantado me las proporcionó Yovcho Karáivanov. Ponía mucho esmero no sólo en la hermosura de la melodía, sino también cuidaba de la letra. De él he aprendido dos cosas básicas: cantar como cantan las avecillas, no porque alguien los esté escuchando, sino porque traen una serenidad espiritual interior, y, segundo, narrar como un cuento el tema que se canta”.
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