La aldea de Beli Osam, en la región de Troyán, al norte de Bulgaria, atrae a los turistas con su hermosa naturaleza, las tradiciones artesanales aún conservadas y los deliciosos platos locales. Sin embargo, son muy pocos quienes sospechan que esa aldea, escondida en medio de los rincones más recónditos de la cordillera de los Balcanes, está vinculada en cierta medida a una tragedia que sacudió al mundo en los albores del siglo XX.
“¡Descubra el Nuevo Mundo!”, “Emprenda viaje a Estados Unidos: la cuna de la prosperidad”; estos carteles, esparcidos por toda la región de Troyán, trocaron el destino de decenas de búlgaros de esta zona. Corría el año 1912. Kalyo Nenov, de 16 años de edad, estaba en la larga cola frente a la oficina de la agencia de viajes, esperando hacerse con el tan codiciado boleto para el mayor barco del mundo hasta entonces: el Titanic.
La historia del trasatlántico es bien conocida por todo el mundo. El periplo hacia un futuro brillante terminó en solo 2 horas y 40 minutos el 15 de abril de aquél mismo año con el hundimiento del barco. Cerca de 1.500 personas, entre pasajeros y tripulantes, murieron. El número exacto de búlgaros a bordo se desconoce, pero según Lloyd's, los muertos son 38.
Se estima que los compatriotas que sobrevivieron son unos quince, estableciéndose la mayoría de ellos en Estados Unidos para siempre. No es ése el caso del protagonista de nuestra historia: Kalyo Nenov. Contamos qué fue lo que le ocurrió, cómo logró sobrevivir a la tragedia y por qué hoy en día su casa se ha convertido en un complejo etnográfico que contiene una colección de museo extraordinaria que atrae a turistas nacionales y extranjeros a esta zona serrana en el área de Troyán, en un escrito de la colección de archivo de Radio Bulgaria.
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