Apenas cuatro días después de haber prestado juramente el tercer Gobierno interino en el marco del mandato del presidente de Bulgaria, Rumen Radev, el precio de la electricidad para la industria ha alcanzado los 150 euros por megavatio/hora. Según el primer ministro interino, Stefan Yanev, el Ejecutivo está trabajando en un paquete de medidas destinadas a controlar los precios. “Espero que podamos anunciarlas para comienzos de la semana entrante. Es indispensable mantener una discusión sobre el futuro de todo el sistema energético nacional”, ha comentado el primer ministro en la ciudad de Veliko Tárnovo, donde asistió a los festejos conmemorativos por el 113º aniversario de la proclamación de la Independencia de Bulgaria.
El aumento brusco en el coste de las facturas de todos los tipos de energía (electricidad, gas natural y fuentes de energía renovables) se debe a una serie de factores.
”En los pasados meses de enero, febrero y marzo el invierno fue muy crudo y aquello acarreó un aumento de la necesidad de energía para la calefacción de los hogares. En consecuencia, la demanda de gas natural se disparó −explica en una entrevista con Radio Nacional de Bulgaria Simone Tagliapietra, experto energético del trust de cerebros Bruegel, con sede en Bruselas, y profesor adjunto de Energía, Clima y Política Ambiental en la Universidad Católica del Sagrado Corazón y en la Universidad Johns Hopkins − Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) Europa−. En primavera y verano estuvimos agobiados por temperaturas muy altas y se produjo un consumo excesivo de electricidad en el funcionamiento de los equipos de aire acondicionado. Al mismo tiempo, la recuperación económica ha provocado un aumento del consumo de energía en el sector industrial. A todo lo anterior hay que sumar el problema relacionado con los bajos niveles de la energía eléctrica generada por los parques eólicos, ya que el tiempo en Europa fue de calma, sin vientos numerosos ni fuertes. Todo ello ha desembocado en una demanda más elevada de gas y, al mismo tiempo, se produjeron problemas en su suministro, puesto que Rusia suministra volúmenes inferiores a los estimados”.
Por su parte, Ilía Lingorski, economista jefe del Banco Búlgaro de Desarrollo, opina tajante que la inflación a la que Bulgaria se enfrenta no es algo insólito, ya que la pandemia de Covid–19 ha golpeado de manera grave no sólo la economía búlgara sino también la global. En esta emisora nacional el experto ha señalado, además, que actualmente se están notando dos factores: por una parte, está la actividad económica, que viene recuperándose en forma muy rápida en el último trimestre, lo que ocasiona una presión natural sobre los precios desde el punto de vista del consumo, y, por otro lado, está la pandemia, que ha roto el circuito de suministros en el plano global y ha tenido repercusión negativa en la oferta. A juicio de Ilía Lingorski, es un hecho positivo el que en el período anterior a la crisis la inflación en Bulgaria ostentara niveles saludables.
En este contexto, los gobiernos de los países miembros de la Unión Europea están procurando paliar el golpe del alza de los precios, que incidirán en forma directa en la industria y la gente llana, sin que repercuta directamente en los mecanismos del mercado energético. Por ejemplo, Francia planea prolongar y aumentar la validez de los bonos sociales de electricidad, de los que se benefician más de 5 millones de núcleos familiares, mientras que España ha bajado el IVA del gas y la luz con el fin de reducir los precios.
Sobre este telón de fondo, el tema de la explotación de las centrales térmicas a carbón en Bulgaria cobra una urgencia cada vez más inaplazable. El sociólogo Tódor Galev ha comentado el porvenir de estas centrales en el país a mediano plazo:
“Los precios crecientes que se pagan por las emisiones de carbono acarrearán contundentemente su cierre, si no en el año 2025, en el período de 2028 a 2030. No habrá manera de que estas centrales sobrevivan sin una enorme intervención por parte del Estado y los subsidios a las mismas. El problema reside en que la intervención del Estado no puede ser infinita. Así, los precios de la electricidad generada por las centrales a carbón se dispararán tanto que en un momento determinado estas deberán desconectarse ellas mismas”.
Adaptado por Yoán Kolev
Versión en español de Mijail Mijailov
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