El último mes del año pasado fue un período bueno para los dos millones de pensionistas que tiene Bulgaria: en plenas Navidades se actualizaron sus pensiones. Hasta esta revalorización se solía aplicar un 1,2% por cada año de cotización a la seguridad social. Ahora este porcentaje ha subido a 1,35% con el fin de incrementar las pensiones, desde el 25 de diciembre pasado, con una media del 12,5%. Se trata de la primera revalorización después del año 2008, y ahora la pensión mínima es de 185% y, la máxima, de 750 euros. Siempre en diciembre de 2021 se resolvió que las personas de la tercera edad cobren hasta junio de 2022 un plus de 30 euros mensuales adicional a sus pensiones en forma de un plus por la Covid-19. Complementariamente, todo pensionista que se vacune con una tercera dosis anti-Covid-19 se beneficiará de un plus no reiterado de 38 euros.
Todo lo anterior pone de manifiesto que los jubilados búlgaros no han sido olvidados y que las autoridades procuran hacer lo que puedan a su favor para hacerles la vida más serena y decente desde el punto de vista material. No por casualidad el nuevo Gobierno búlgaro se ha propuesto que no haya ningún pensionista búlgaro que cobre ingresos inferiores al umbral de la pobreza, que este año sube de 180 a 207 euros.
Junto con estas buenas nuevas, empero, la ansiedad de las personas de la tercera edad va en aumento mientras se dispara vertiginosamente la inflación y suben acentuadamente los precios de casi todos los bienes y servicios. Sigilosamente tras haberse anunciado públicamente, se encarecieron la energía, los productos alimenticios,el transporte, las telecomunicaciones, los medicamentos etc. Estremecido por la conmoción provocada por los precios, el poder ha recurrido a una medida bastante extrema y contradictoria. Ha congelado hasta finales de marzo los precios de la luz, la calefacción y el agua para los hogares. Seguramente se han tomado un respiro los jubilados, gente especialmente sensible frente a las fluctuaciones de los precios, y deben de estar agradecidos por haberse aplazado provisionalmente lo ineludible, que habrá de producirse un día, y que es la restauración de los precios de mercado.
Esta medida –u otra similar- no se había aplicado todavía con respecto al resto de los bienes de consumo y servicios y así en noviembre de 2021 se llegó a registrar una tasa inflacionaria interanual de un 7,3%. De momento la inflación se rezaga al crecimiento de las pensiones, pero una serie de expertos estiman que la inflación real es, de hecho, bastante superior, superando el 10% y que, en un país con un Consejo de Control Monetario y sin un Banco Central que promueva una política anti-inflacionista, no se podrá domeñar por completo el proceso inflacionista.
Lo ha expresado así el Prof. Gancho Ganchev, experto económico, en la televisora Bulgaria ON AIR. A su vez Vasil Velev, presidente de la Asociación del Capital Industrial, ha señalado que “habrá un aumento de la inflación que se medirá en dos dígitos”. Esto, realmente, es ya una amenaza para el poder adquisitivo de por sí bajo de los pensionistas búlgaros, que forman uno de los grupos sociales más vulnerables y difícilmente suelen aguantar un alza de los precios, aun siendo ésta mínima. Las personas que cobran la pensión mínima, que es de 185 euros, suman 1.044.000 y forman la mitad del total de los jubilados nacionales.
No está muy claro si la sociedad y las autoridades de Bulgaria podrán seguir siendo generosos con respecto a los pensionistas del país en 2022, ya que todo dependerá de la economía y de los ingresos a las arcas del Estado. Lo único seguro, de momento, es que a partir del 1 de julio del año en curso habrá un nuevo aumento de las pensiones, en al menos, un 6% para todos. Queda por ver si hasta entonces la inflación y el alza de los precios no se habrán “engullido” por adelantado este aumento, algo augurado por multitud de expertos.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES
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