La crisis originada por el coronavirus comenzó a principios de 2020 y continúa hasta hoy en día, si bien el miedo al virus fue sustituido por el horror de la guerra en Ucrania. El 8 de marzo, hace dos años, en Bulgaria registró el primer caso de la infección de SARS-CoV-2. 24 meses después la estadística muestra que 1 103 788 ciudadanos búlgaros pasaron por la infección y se recuperaron de ésta 860 142.
Según datos del Centro Europeo de Prevención y Control de la Enfermedad, Bulgaria es el país que registra el más alto nivel de mortalidad de coronavirus en la UE con 319 defunciones por cada 100.000 habitantes. A pesar de esta estadística lúgubre, Bulgaria sigue ocupando el último lugar en la UE en lo que se refiere al número de vacunas administradas: tienen dos dosis de vacunas 2 049 000 búlgaros, o sea un 33.6% de la población.
Desde principios de la epidemia en Bulgaria han sido registradas cinco olas de propagación de la infección, a consecuencia de las cuales fueron extremadas las medidas antiepidémicas. Bulgaria vivió mucho: desde el pleno cierre del país y la limitada circulación entre las poblaciones, pasando por medidas como uso de mascarillas en recintos cerrados, desinfección permanente, cierre de empresas por determinados periodos e inmunización para llegar al requisito de presentar un certificado verde para acceder a recintos cerrados públicos…
Las limitaciones y las restricciones impactaron de manera más fuerte sectores empresariales como el turismo, la hostelería y la restauración que permanecieron cerrados durante largos periodos.
Aparte de las secuelas económicas, la pandemia afectó de forma duradera las relaciones entre las personas. Los alumnos tuvieron que estudiar a distancia, muchas compañías cerraron sus oficinas y los hogares de sus empleados se convirtieron en puestos de trabajo. Todo esto provocó descontento e incluso dudas sobre la necesidad de las medidas preventivas y la eficacia de las vacunas contra la proliferación del virus.
“La verdad es que se abusó del problema hasta que se convirtiera en una paranoia, el virus era la primera noticia y las víctimas no se dejaron de contar. Quedó claro que todo es una falsedad con el inicio de la crisis en Ucrania porque no ha cambiado nada a lo que se refiere al virus”, ha señalado el politólogo Kancho Stoychev ante Radio Nacional de Bulgaria.
“De repente la Covid fue declarada una gripe temporal como lo era desde el mismo principio. Mientras existamos en la tierra los virus también existirán con nosotros. No quiero subestimar, la Covid pero fueron lanzadas muchas mentiras. Los derechos de las personas del mundo entero fueron violados de una manera sin precedentes, pero lo que no tiene precedente es cómo permitimos que esto sucediera. El sistema sanitario debe servir a la gente y no viceversa”.
Las acciones militares en Ucrania acabaron con el tema de la expansión de Covid-19, afirma el politólogo. Sin embargo, el Prof. Todor Kantardzhiev, especialista de enfermedades parasitarias e infecciosas, opina lo contrario. El científico se basa en un análisis de las muestras recogidas en Bulgaria en febrero que muestra que el 96% de los casos en Bulgaria son de personas infectadas con la variante Omicron. “Resulta que esta variante no es tan peligrosa como se apuntaba a principios del año. Los hospitalizados también son mucho menos. La filosofía del virus es ésta: volverse más contagioso y producir efectos más leves en los enfermos”, ha explicado el Prof. Kantardzhiev en entrevista a Radio Nacional de Bulgaria.
“Los pronósticos se cumplen, los casos nuevos en el país comenzaron a disminuir, una semana después disminuyó también la presión en los hospitales y el sistema sanitario se normalizó. Con los vacunados y las personas que han pasado la enfermedad tal vez hayamos alcanzado la inmunidad colectiva. El problema reside en que el 25% de los búlgaros no vacunados opinan que la vacuna tendrá efectos secundarios porque padecen enfermedades crónicas. Con ellos se tenía que trabajar en el marco de una campaña nacional. Como pudimos ver nadie tuvo problemas a consecuencia de las vacunas y quienes enfermaban pasaban la enfermedad de manera más leve. Lamentablemente la sanidad pública sigue lanzando mensajes dispares”.
Adaptado por Guergana Mancheva
Versión en español por Hristina Táseva
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