Según datos de la ONU, más de 5 millones de ucranianos han abandonado su patria desde principios de las acciones militares; 94 300 de ellos están en Bulgaria y de ellos más de 84 000 ya tienen estatuto de protección temporal (según datos al 26 de abril).
En las áreas infantiles en Sofía se oyen personas que hablan en ucraniano y se pueden ver padres con hijos pequeños que tienen presente el horror de la guerra.
Vladislav Dimitrov es uno de los ucranianos que ya están en Bulgaria. Es de Kiev y tiene 38 años, ha hecho máster en ciencias políticas y ostenta el título de Doctor en Filosofía por la Universidad de Kiev, donde ha impartido clases durante 15 años.
Es propietario de una agencia de publicidad que ofrece servicios en el ámbito de las relaciones públicas. Está casado y es padre de una bella princesa de cuatro años.
“Soy un búlgaro de Besarabia. Nací y me formé como persona en Kiev, pero Bulgaria siempre ha estado en mi corazón. Antes de la guerra mi familia y yo planeábamos trasladarnos a Bulgaria. Queríamos llegar al país en mayo y asentarnos aquí. Pero Dios tuvo otros planes para nosotros. Todo comenzó el jueves por la mañana, cuando nos despertamos por el estrépito de tiros y explosiones. Mi madre me llamó y me dijo: “Ha comenzado la guerra. Tenéis que esconderos en un refugio antibombas y esperar instrucciones”.
Al día siguiente, con la escalada de la tensión, llamé a la Embajada de Bulgaria y les pedí que nos ayudaran a evacuarnos. El lunes, a las 11 en punto, nunca olvidaré este momento, me llamaron por teléfono y me dijeron que tenemos una hora y media para ir a la embajada.
Mi esposa y yo tomamos dos mochilas y salimos del refugio con nuestra hija. Las calles estaban vacías, se habían habilitado puestos de control por los cuales difícilmente podríamos pasar. Un día antes un cohete había destruido un edificio de 25 pisos que estaba a 500 metros del lugar en que nos escondíamos. Teníamos que escapar con gran rapidez.
Paré el coche de un civil a quien no conocía y le pedí que nos llevara al centro de la ciudad. Él aceptó. Con su ayuda pudimos atravesar los puestos de control y alcanzamos la embajada, donde nos ayudaron a llegar a Bulgaria”.
Esta es la historia de Vladislav. El camino hacia la salvación para su familia transcurrió a bordo de un autobús en el cual pasaron 52 horas antes de llegar a Bulgaria. Sus padres y los de su esposa optaron por quedarse en Kiev. “Hablamos con ellos cada día pero no desean abandonar la ciudad”, cuenta Vladislav Dimitrov sin tener una respuesta concreta a la pregunta de por qué.
Para el mundo entero es difícil comprender la guerra en Ucrania que comenzó el 24 de febrero. ¿Era previsible para el pueblo de Ucrania?
“Como ciudadano y persona nunca me imaginé que esto podría suceder. Como especialista en asuntos políticos podía suponerlo, porque en los últimos ocho años los problemas han ido escalando, explica Vladislav Dimitrov. La verdad es que nadie esperaba que Rusia haría lo que hizo: bombardear a civiles. Hace 20 años mi abuelo decía: “Hijo, recuerda que un día Rusia nos declarará la guerra”. Entonces le respondía muy categórico que esto no podría suceder.
Sin embargo, si nos fijamos en la prehistoria de los hechos, la propaganda de los últimos 22 años no podría conllevar algo más distinto”, dice categórico este joven ucraniano.
Sus esperanzas de que todo termine pronto son moderadas. Hasta que llegue este momento, Vladislav ayuda como puede a las personas que huyen de la guerra. Dice categórico que junto con su esposa harán todo lo posible para sentirse parte de la sociedad búlgara y ser útiles al país que los acogió.
“Me siento sumamente reconocido por el apoyo y el buen trato que recibe mi hija, que lleva una semana acudiendo a una guardería en Sofía y es la que se adapta mejor aquí”. Reconoce que a estas alturas no tiene otra opción que la de ver su futuro en Bulgaria y dice: “Hoy Bulgaria es mi casa”.
“Nunca pensé que los búlgaros nos ayudarían de tal forma. Su solidaridad y unidad me han sorprendido muy gratamente. ¡Gracias, búlgaros!”.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: archivo personal, BGNES, sofia.bg
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