"Olvídense de la costa y sus hordas de turistas: el interior de Bulgaria alberga monasterios, lagos deslumbrantes y pueblos encantadores", aconseja el periodista independiente Charlie Kitcat en su artículo para el tabloide británico Daily Mail. Su viaje en Bulgaria comienza desde la capital.
"Sofía en sí es una alegría. Una ciudad de casi 1,3 millones de habitantes que ofrece encanto, belleza y cultura a raudales. Gracias al metro moderno, es fácil llegar del aeropuerto al centro, donde de repente nos encontramos entre las ruinas de la antigua ciudad romana de Sérdica. Cerca se eleva el dorado templo catedralicio “San Alejandro Nevski”; a su lado se alza modestamente la iglesia de Santa Sofía, que esconde mosaicos romanos en sus cimientos. En esta zona de la ciudad también hay sinagogas y mezquitas, un recordatorio del diverso patrimonio de la ciudad".
El viajero aprovecha la oportunidad de hacer una visita a la iglesia de Boyana, un templo medieval protegido por la UNESCO, que se encuentra en las faldas de la montaña Vitosha.
La apresurada vida cotidiana de la capital búlgara también impresiona al periodista: "El comunismo cayó aquí en 1990, pero la transición de Bulgaria al capitalismo fue todo un reto. Aunque las calles principales 'bullen' de bares elegantes, los cansados edificios de estilo soviético de la ciudad ilustran la dura realidad a la que se enfrentan muchos búlgaros".
Sigue un emocionante viaje en coche alquilado a los Siete Lagos de Rila: "Subimos al telesilla cerca de la cabaña Pionerska. El primer lago glaciar aparece a medida que ascendemos por encima de los 2.300 m. Tras dos horas que pesamos charlando llegamos a la cima. Debajo de nuestra altura los siete lagos brillan como zafiros. Un vasto panorama de colinas y ciudades lejanas se extiende casi durante todo el camino de regreso a Sofía".
La magia de la montaña más alta de Bulgaria, Rila, embelesó a Charlie Kitcat. Él pernoctó en una modesta habitación del monasterio de Rila y describió su experiencia:
"La primera luz brilla a través de la ventana sin cortinas, luego oigo un débil chorro de agua y un coro de canciones de pájaros. Esto no es la Toscana ni la Provenza. En cambio, estoy rodeado de árboles que se están meciendo, osos pardos y los picos más altos de Europa del Este en el lugar más sagrado de Bulgaria: el Monasterio de Rila. Abro la puerta de mi modesta habitación de 18 libras por noche y ante mí se revelan pasillos en blanco y negro, arcos estrechos y cúpulas redondas coronadas con cruces. Debajo de mí, en el patio empedrado, el monasterio comienza su vida cotidiana… Miles de monjes han residido en el Monasterio de Rila desde su fundación en el siglo X por Juan de Rila: ermitaño venerado como santo en vida. En la actualidad, casi 60 monjes viven allí. El turista ocasional está bienvenido si llama con antelación y luego conduce dos horas hacia el sur desde Sofía, la ancestral capital del país".
Por Elena Karkalanova
Versión en español por Borislav Todorov
Fotos: bulgariatravel.org, stolica.bg, rilskimanastir.org
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