Son pocas las personas que han oído el nombre de Alexander Epler, un norteamericano de origen ruso, enamorado de Bulgaria y de la flauta típica búlgara kaval. Cuando era quinceañero se sumergió en la magia del folclore búlgaro durante un concierto de un conjunto búlgaro al otro lado del océano. Entonces tomó la importante decisión de venir a Bulgaria y aprender a tocar el kaval. Y logró hacerlo. Llegó a dominar el instrumento a la perfección y se convirtió en uno de los intérpretes del kaval más notables en Norteamérica.

El 18 de mayo en Sofía se presentará la cinta Parque Kaval, que cuenta la historia de este norteamericano mediante los recursos del cine documental y la música. Su autor es el director Bogdan Darev, un búlgaro de Seattle, cuya primera reunión con Alexander Epler tuvo lugar hace más de 10 años.

“En 2011 en Seattle, cuando la cultura y la conciencia búlgaras comenzaron a renacer, deseamos organizar un concierto con la participación de los niños de la gran comunidad búlgara allí. Nuestro deseo era que alguien tocara en vivo para que gozáramos del sonido del kaval y de la gaita. Hablé con norteamericanos que aman el folclore búlgaro y los bailes tradicionales y ellos me dijeron: “Hay un hombre muy raro que te tomará mucho dinero, no lo busques”. Hice lo contrario y así conocí a Alexander Epler. Lo integramos a la comunidad búlgara y así comenzó el camino hacia la película y hacia nuestra amistad”.

La creación de la cinta Parque Kaval es un regreso espiritual a Bulgaria en el corazón de Alexander Epler. Este gran aficionado a todo lo búlgaro cooperó con Bogdan Darev para rodar la película y de esta manera será vinculado con Bulgaria para siempre. Las palabras que pronuncia al comienzo de la película explican por qué es así:

“Bulgaria me ha dado mucho y si tengo la posibilidad y es de mi alcance, mi deseo es dar algo a los búlgaros”, dice Alexander Epler.

Así fue creado Parque Kaval, que es una insólita historia de amor. ¿Dónde se encuentra este mágico lugar?

“El Parque Kaval es allí donde se cruzan caminos y donde los músicos se reúnen. El Parque Kaval está en Seattle, pero yo no he ido allí”, dice Bogdan Darev. 

El Parque Kaval logra reunir en el mismo lugar los corazones de todos quienes ven esta historia: se trasladan al bello jardín de Epler en los EE.UU. donde crece un cornejo búlgaro, o a la costa norteamericana donde se oye el sonido del kaval elaborado por este norteamericano que permanecerá en la historia como el primer estudiante de kaval en la Universidad de Plovdiv.

“Él me transmitió el alma del kaval, no tanto la técnica de tocar, sino el respeto y la actitud hacia el instrumento, cuenta Bogdan Darev, quien también aprendió a tocar el kaval. Al principio la idea era que Alexander elaborara un instrumento, que rodáramos el proceso para mostrar cómo se hace un kaval. Lo observaba mientras trabajaba, parecía que se encontraba en otro universo mientras y yo estaba presente en esta magia.

La película termina con un mensaje: Alexander Epler tiende el kaval a Bogdan Darev y después lo vemos en las manos de los niños. Aparte del interés por la música, lo que Alexander Epler y Parque Kaval transmiten a los espectadores es mucho más: amor por todo lo búlgaro.

La película Parque Kaval tiene subtítulos en inglés y con la proyección en la Casa del Cine en Sofía se inicia una serie de eventos dedicados al 120 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Bulgaria y los EEUU, organizados por el Ministerio de Exteriores, la Dirección América, El Instituto Estatal Cultural y la Agencia Ejecutiva para los Búlgaros en el Extranjero, adjunta al Ministerio de Exteriores.

Versión al español de Hristina Táseva