El 7 de agosto, en el Día de la Esperanza, los niños de las comunidades búlgaras en el extranjero recibieron un reconocimiento por su empatía hacia sus coetáneos a través del arte, bajo el lema "la paz no es algo dado, sino un valor por el que hay que luchar". Este fue el tema de uno de los concursos creativos de la Agencia Ejecutiva para los Búlgaros en el Extranjero, cuyos ganadores recibieron sus premios ayer.
25 niños búlgaros de diez países fueron galardonados en tres categorías: literatura, bellas artes y canto, en una emotiva ceremonia que pareció mitigar la inquietante narrativa de la guerra presente en algunas de las obras exhibidas en la sala.
"Familiarizar a los búlgaros residentes en el extranjero con Bulgaria, su cultura, sus artes, su pasado y su futuro, comienza y se desarrolla a través de los niños", comenta Raina Mandzhukova, directora ejecutiva de la Agencia. "Por eso, nuestros concursos son la iniciativa más sostenible que emprendemos".
Dado que mediante el poder de la palabra se ha instado a los niños a decir juntos "No a la guerra - que reine el amor y no la guerra", la única narrativa creíble puede surgir de aquellos que experimentan de primera mano los horrores de la guerra.
"Escuché una canción rusa que me gustó mucho", relata Katya Barkova, de 11 años, residente de la aldea de Suvorovo, en el distrito ucraniano de Izmail, galardonada con el premio especial "Embajadora de la Paz". "Escribí mi propio texto para la canción y mi madre me ayudó mucho porque sabe búlgaro literario. Con esta canción, hago un llamamiento a todos los países por la paz en Ucrania, porque nuestros hijos, nuestra gente está muriendo aquí. Y eso da mucho, mucho miedo. Así que añadí mis palabras porque quiero que esta horrible guerra termine lo antes posible".
Katya promete lo imposible: dejar de llorar, pero duda de que incluso entonces su llamamiento a la paz sea escuchado. Y aunque ningún avión enemigo haya sobrevolado aún su pueblo, admite: "No hay paz ni seguridad en ningún lugar de Ucrania".
Sus palabras son confirmadas por Ivana Demirova, profesora de folclore en el centro búlgaro-ucraniano "Media" de la aldea de Krinichnoe, en el distrito de Bolgrad. Ella afirma que los niños no faltan a las clases semanales, ni siquiera cuando tienen que refugiarse por motivos de seguridad.
"Queremos que nuestros hijos tengan una infancia y un futuro felices, y mis colegas y yo hacemos todo lo posible", continúa la profesora. "Queremos que recuerden con cariño sus años de infancia, porque lo que ocurra hoy les quedará para toda la vida. Deseamos que canten, sean felices, bailen y sonrían, pero también que se desarrollen y se realicen en estos días tan difíciles. Por eso cantamos y aprendemos incluso en el refugio antiaéreo. Nuestros niños tienen mucho talento".
El mejor ejemplo de todo esto es Varya, un ángel de ojos azules de cinco años con trenzas rubias casi tan largas como su "gigantesca" estatura. La pupila de Ivana Demirova ganó el Gran Premio en la categoría de los cantantes más jóvenes con la contagiosa canción "Vamos todos cogidos de la mano, bailemos rachenitsa", un baile que comparte en la guardería con sus amigas Dominika y Alysa.
"Me gusta Bulgaria", dice la niña. "En la escuela búlgara aprendemos sobre las fiestas. Hay muchas: Baba Marta, Navidad, la fiesta de Cirilo y Metodio. Cuando regrese a Ucrania, contaré que aquí los bosques son preciosos. Nosotros no los tenemos, pero tenemos el mar. Espero volver a Bulgaria el año que viene".
El conjunto vocal "Zvezditsi" de la escuela dominical búlgara del pueblo de Gorodnee, en el distrito de Bolgrad, también interpretó alegres ritmos.
"Principalmente interpretamos canciones folclóricas, también algunas ucranianas, pero la mayoría son búlgaras, para preservar las nuestras, autóctonas, ya que somos los portadores del folclore búlgaro", dice su líder, Evgenia Shlopak. "En la región de Odesa, somos ampliamente reconocidos como representantes de la cultura búlgara en los concursos. Gracias a Dios, estamos en un pueblo y no enfrentamos amenazas. Intento evitar el tema de la guerra, ya que no es apropiado que los niños conozcan lo que está sucediendo. Espero que volvamos a vivir en paz y que todo vuelva a ser como antes. Y cuando eso suceda, volveremos a sanar las heridas de los niños con canciones; esa es nuestra misión".
La curación sigue diferentes etapas: al principio, se trata de detener el avance de la enfermedad. Infundir algo de coraje, inyectar un poco de optimismo con versos afirmativos de la vida y señalar un tenue rayo de luz que aparece en el cielo nublado.
"La paz a través de los ojos de los niños parece soleada", afirma Raina Mandzukova. "Es un mundo en el que no hay sirenas, en el que los niños salen a jugar tranquilamente sin miedo a ser alcanzados por un dron o un misil. Así es la paz según los relatos que hemos recibido, y no solo de Ucrania. Me alegra que muchos trabajos sobre este tema provengan de otros países, lo que significa que los niños de todo el mundo sienten empatía. La esperanza no se está escapando, está firmemente arraigada en sus trabajos. La esperanza está presente".
Versión al español de Borislav Todorov
Fotos y videos: Diana Tsankova, BTA, Facebook/ExecutiveAgencyForBulgariansAbroad
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