En el calendario de los búlgaros la fiesta de san Ignacio Teóforo (el que lleva a Dios) es una fiesta popular y religiosa que la iglesia ortodoxa celebra el 20 de diciembre. Está dedicada a san Ignacio, alumno de san Juan Evangelista y obispo de la Iglesia de Antioquia, que murió como mártir por la fe cristiana durante el reinado del emperador romano Trajano, en 108 después de Cristo. El historiador de la iglesia Sócrates, menciona que san Ignacio era el primero en implementar la antífona en las misas, a semejanza de los ángeles que glorifican a la Santa Trinidad cantando desde dos lados opuestos.
En lo que se refiere al origen del nombre Teóforo, que el propio Ignacio utilizaba para sí, hay distintos datos que no coinciden. Según la iglesia ortodoxa, el apodo tiene que ver con la hazaña del martirio del santo y al hecho de que percibía de una manera excepcional su contacto con Jesucristo, con la clara conciencia de que lleva a Dios en el corazón.
En las tierras búlgaras la historia evangélica sobre el santo está entrelazada con las creencias populares y los ritos acerca de las celebraciones vinculadas con el solsticio de invierno y el inicio de la transición entre el año nuevo y el viejo. En este sentido se dedica especial atención a la persona que entra primera en la casa en este día.
En palabras de Iliya Valev, doctor en etnología y asistente jefe en el Instituto de Etnografía y Folclorística de la Academia de Ciencias de Bulgaria, la fiesta de san Ignacio se relaciona con interesantes creencias entorno a la primer visitante en el hogar, el así llamado polaznik: la primera persona que pisa el umbral de la casa el Día de san Ignacio.
“La dueña de la casa madruga para poder limpiar y preparar la casa para el primer huésped, señala el etnógrafo. En dependencia del visitante que entre en la casa, así será el año. Lo interesante es que en este día no se suele ir de visitas. Se evita porque las personas no desean que se les conoce como buenos o malos visitantes. Es muy importante cómo la dueña de la casa acepta las personas que eventualmente visitarán el hogar y cuál es la actitud que tiene el propio visitante. Según la costumbre, se invita a una persona adinerada, que tiene una vida feliz, goza de buena salud, felicidad y bienestar para transmitir todo esto a la casa que visita. Es muy bueno que un niño pise el umbral de la casa: por su pureza e inocencia es un huésped muy esperado”.
Iliya Valev recuerda las palabras evangélicas y las de Jesucristo que advierte a sus alumnos que deben ser inocentes y bienintencionados como niños para poder heredar el Reino de Dios. “San Ignacio en realidad es el niño que Jesucristo puso en su regazo”, señala el investigador y cita las palabras de Jesucristo del evangelio de Mateo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe”. El pueblo ha asumido que el niño que no tiene intenciones disimuladas como los adultos es similar a san Ignacio Teóforo. “Por esto es el mejor visitante”, señala Iliya Valev.
“En realidad en el pasado éramos más creyentes y tal vez algo supersticiosos de distinta manera. Lo ritos seguían el día a día y la realidad que rodeaba a las personas: la agricultura, la ganadería y el trabajo. Hoy, en el mundo comercial en que vivimos la fe está tergiversada. Respetamos el lado visible de los ritos, sin pensar por qué lo hacemos. Es bueno pensar en esto. En general, es difícil explicar la fe. Por esto es bueno leer y darse cuenta de lo leído en la práctica. Nosotros, como cristianos no debemos dar crédito a prácticas paganas y respetar unos ritos que nos traerán suerte. Es importante que limpiemos nuestros corazones. El el sentido del ayuno y de la cena frugal con motivo de la fiesta de san Ignacio es sumergirnos en el preclaro natalicio de Jesucristo.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: pravoslavieto.com, BTA, Centros regionales informativos de consultoría y expertos Casas de cultura de Silistra, Casa de cultura Vazrazhdane, en la aldea de Sitovo
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