Se han cumplido dos años desde aquella mañana de febrero en 2022 que cambió la vida en Europa y más allá del Viejo Continente e impuso una revisión de las relaciones en varios ámbitos entre el mundo y la Federación Rusa.
En las próximas líneas no analizaremos los danos directos e indirectos para la economía mundial provocados por la guerra en Ucrania, sino que trataremos de presentar dos relatos emocionantes sobre la vida de dos mujeres, búlgaras de Besarabia, durante la guerra. Lo que las une es el amor por Ucrania, su patria.
“Ya no hay persona que no haya perdido a causa de esta guerra”, reconoce en una entrevista para Radio Bulgaria Tetiana Staneva y agrega que crece a ritmos amenazadores el número de las personas que han perdido la fe.
“Me quedé en Ucrania y viajo a Bulgaria cuando tengo que trabajar sobre algunos proyectos, pero en realidad vivo en Ucrania. Mi familia está allí y para mí nada ha cambiado de manera radical porque para mí la guerra comenzó en 2014. Siempre he querido la tierra, Ucrania, mi aldea y la guerra intensificó este amor. Conozco muchas historias, otras me las contaron amigos míos que abandonaron sus casas y nunca más regresarán. ¿Cómo deben sentirse estas personas y cómo pueden tener esperanza para una nueva vida en el futuro?”.
Muchos amigos suyos abandonan el país y con frecuencia comienzan un trabajo completamente nuevo porque deben ganarse la vida, ganar dinero y ayudar a sus familias. Varios proyectos fílmicos de Tetiana también han sido cancelados y absolutamente perdidos, pero a pesar de las dificultades ella no se niega a continuarlos.
La muerte del opositor ruso Aleksey Navalny hace días ha causado sentimientos contradictorios entre los ucranianos, a juicio de Tetiana es indicio de una cosa:“Este régimen no salatará su poder como ya hemos podido ver en varias ocasiones, Boris Nemtsov, Anna Politkovskaya, y ahora Aleksey Navalny. En Rusia no hay esperanza para un cambio. Lo vemos desde hace siglos y una parte del resto de las personas comenzaron a darse cuenta de ello después del 24 de febrero de 2022. Desde 2014 todos trataron de hablar con él, inventar esquemas económicos para obligarlo a renunciar de la guerra. ¿Sucedió algo? Simplemente alimentaron al monstruo y éste cobró más fuerza”, recuerda Staneva y dice con sinceridad: “Los ucranianos se han agotado. Quiero subrayarlo. Los políticos en Ucrania disputan porque no tienen a quién movilizar. Ellos toman las personas de sus puestos de trabajo, pero alguien debe trabajar. La economía está aniquilada y el país no podrá aguantar más como aparato estatal si todos van al frente para combatir”.
La historia personal de Nina Bikovska también está vinculada directamente con la guerra ya que su esposo es oficial. El inicio de la ofensiva militar lo atrapó en el este de Ucrania donde se encuentra hasta hoy. Su esposa comunica con él mediante mensajes. Recuerda que en los días entorno al 24 de febrero le era muy difícil entender lo que había sucedido, pero logró recuperarse rápidamente del estremecimiento e inició sus acciones voluntarias:
“Colectamos vestimenta, alimentos y medicamentos, recuerda Nina. Las personas daban dinero con el cual comprábamos todo lo que necesitaban los soldados ucranianos y lo transportábamos con permisos especiales a los lugares indicados. Seguimos comprando lo que necesitan y ahora esto es más fácil ya que hemos abierto una cuenta bancaria y las personas que deseen pueden hacer transferencias”.
Su hija mayor y su hermano viven en Bulgaria, en Sofía y en Varna, y también recaudan y envían dinero para la vestimenta y los utensilios necesarios. “Con los medios recaudados por ellos y por colegas suyos lograron comprar un dron”, explica Nina. Sin embrago, afronta problemas con las autoridades locales en Bolhard.
“Nos dirigimos a ellos con una petición para ayuda concreta. Los soldados necesitan drones, automóviles y otros equipos técnicos. Preguntamos al alcalde y la respuesta era que no tienen la intención de comprar estas cosas. Ellos tienen dinero porque un gran porcentaje de los salarios de los ucranianos se transfiere a las cuentas del Ayuntamiento. Por esto contamos solamente con las personas que entienden qué es lo que necesitamos”.
En su vida diaria al margen del voluntariado la mujer es profesora en Bolhard donde da clases a niños de las guarderías infantiles. Muchos de ellos soportan difícilmente las alertas de ataques aéreos a pesar de que en los bunkers hay todo lo necesario para un pleno proceso docente. Sin embargo, nadie se acostumbra a la guerra, ya que ésta se come la humanidad y la esperanza.
Fotos: EPA/BGNES, BGNES, Archivo personal
Traducido y publicado por Hristina Táseva
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