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El monasterio “La Santa Virgen de Vítosha” de Dragalevtsi

Снимка: wikipedia.org
A 9 kilómetros de Sofía, en las faldas del monte Vítosha, saliendo encima del barrio de Dragalevtsi se encuentra un monasterio dedicado a la Santa Madre de Dios. Es uno de los monasterios más representativos y mejor mantenidos en las inmediaciones de la capital búlgara. Su blanco edificio está inmerso en el verdor del patio y de la colina sobre el recinto. Desde el centro del barrio de Dragalevtsi, en aproximadamente media hora de camino a pie, se puede llegar al monasterio a través de un hermoso bosque siguiendo un sendero que lleva el nombre de Vasil Levski, El Apóstol, máximo héroe nacional de Bulgaria. Hasta las puertas del claustro lleva también una carretera asfaltada.

El claustro fue parte del llamado Monte Santo de Sofía, muy famoso en el pasado, e incluso fue su Laura, es decir, su monasterio principal. Fue fundado en 1348 por el zar Iván Alexander. El monarca búlgaro probablemente transformó un convento ya existente, porque debajo de la iglesia del cenobio fueron hallados restos de otro templo, más antiguo. Una prueba de la importancia del monasterio de Dragalevtsi es la gran atención que le dedicaban los gobernantes de la época. Los datos más antiguos registrados sobre el claustro, llamado “Virgen María Purísima de Vítosha”, aparecen en la carta sellada con oro de Vítosha del zar Iván Shishmán, fechada entre 1371 y 1382, que concede al convento fincas exentas de impuestos, junto con los aldeanos que las poblaban. La gente de los alrededores del monasterio también hoy siguen contando una vieja historia de sus orígenes. Éranse una vez unos pastores que encontraron en los campos aledaños a la aldea de Dragalevtsi un icono de la Virgen y lo llevaron a la capilla local. Al día siguiente, cuando llevaron a pastar el ganado, hallaron el icono en el mismo sitio en el campo. Lo interpretaron como un signo de que Dios quería que construyeran un monasterio en este lugar. Del cercano río empezaron a traer piedras y otros materiales para la construcción y erigieron una pequeña capilla en honor de la Madre de Dios. A su alrededor se asentaron algunos monjes que edificaron una pequeña morada. Así surgió un monasterio masculino. En lo alto del monte, en la localidad de Kíkish, se elevaba una fortaleza que protegía la ciudad de Sredets –es el nombre que dieron los eslavos a la actual capital búlgara, Sofía. A lo largo de los siglos el monasterio de Dragalevtsi fue patrocinado por la dinastía zarista, por eso se le llamó “monasterio real”.

Los conquistadores otomanos fueron clementes con el convento y no lo destruyeron por completo. Sin embargo, el monasterio quedó en el abandono y no se conservan registros escritos sobre él hasta los 70 del siglo XV. Luego, un benefactor anónimo restauró el cenobio que acogió de nuevo a la hermandad monástica. En 1469 un sacerdote de Vítosha, el hermano Nikola, escribió en una celda del recinto un Evangelio, en que mencionaba que la renovación del monasterio ya había terminado.
Algunos de los boyardos locales sobrevivieron la invasión otomana. Se adaptaron a las nuevas condiciones y lograron conservar ciertos privilegios y propiedades. Tal fue el caso del boyardo Radoslav Mavur cuyo hijo, el sacerdote Nikola Gramatik, fue un gran erudito. Esta estirpe era oriunda de la aldea de Dragalevtsi; hasta hoy en día al oeste de la misma existe una localidad denominada Mávrovets. Sobre la puerta de la antigua capilla del monasterio hay una inscripción que acredita que en 1476 el boyardo obtuvo permiso de las autoridades turcas para construir con recursos propios y pintar los frescos de la iglesia del claustro, ayudado por sus hijos Nikola Gramatik y Stajía o Stanko.

La capilla del monasterio, que lleva el nombre de la Asunción de la Virgen, fue una típica pequeña iglesia, de las que se edificaban antes y durante el dominio otomano. Los pintores retrataron a la familia del benefactor, el boyardo Radoslav Mavur, que les exigió que en el atrio de la capilla, junto con las escenas evangélicas y las imágenes de los santos, pintaran las efigies y los nombres de todos los miembros de su familia. Así fue creado un retrato del patrocinador en que el boyardo tiene en una de las manos la maqueta de la iglesia. En el fresco han quedado grabados, además, su esposa, Vida, y sus hijos Stajía y Nikola, llamado éste último Gramatik, o sea “gramático”, erudito eminente que encabezó la escuela literaria del cenobio. La vestimenta de la familia aristocrática contiene elementos de los trajes típicos de la época usados en la región de Sofía. Son muy valiosas las pinturas en la antigua capilla del monasterio, restauradas durante largos años. Algunas de ellas hoy se conservan en el Museo de Historia de Sofía. Probablemente la autoría de la capa de pintura mural del siglo 17 es de Pimen, famoso pintor de aquella época que renovó un gran número de iglesias y monasterios en la región de Sofía.

Al monasterio de Dragalevtsi acudían muchos peregrinos búlgaros, pero también de tierras extranjeras. Durante los siglos 16 y 17 se convirtió en centro de la escuela literaria de Sofia, en la que fueron escritos y copiados muchos libros sagrados y valiosos monumentos culturales que han llegado hasta nosotros. El cenobio guarda también varios iconos muy antiguos. En 1617 unos peregrinos entregaron al claustro un icono de Cristo Todopoderoso. En 1620 otros donaron al monasterio cinco iconos más entre los que estaba el del profeta Elías. En la capilla del claustro el más venerado por los fieles es el icono de la Santa Virgen, considerado milagroso.

El monasterio de Dragalevtsi fue un centro importante del movimiento de liberación nacional búlgaro en el siglo 19. Allí encontró refugio entre 1871 y 1872 y desarrolló su actividad revolucionaria el Apóstol Vasil Levski. En frente de la capilla hay una lápida conmemorativa que da testimonio de ello.

En 1932 los viejos edificios del monasterio, que estaban en ruinas, fueron demolidos y en su lugar se edificaron nuevos, con arcos y logias. Bajo un techo están unidas la antigua y la nueva iglesia, la de San Menas, ambas declaradas monumentos de la cultura. En las proximidades del complejo monástico, en los 40 del siglo 20 el exarca búlgaro Stefan hizo levantar una residencia del Santo Sínodo. En 1952, las monjas que habitaban en el monasterio de Kremíkovtsi, distante unos 4 kilómetros del homónimo barrio capitalino, fueron expulsadas de su morada. Se trasladaron al monasterio de Dragalevtsi llevando consigo las reliquias de San Jorge de Sofía, guardadas hasta entonces en el de Kremíkovtsi. Se trata de una parte del hueso del brazo del santo enchapado en oro y plata.

Hoy el convento está muy bien cuidado y la gente afluye a él, sobre todo los fines de semana y en días feriados, como el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen, cuando se celebra la fiesta del templo del monasterio de Dragalevtsi. Al despuntar el alba, a través del hermoso bosque, al claustro se dirigen grupos de personas mayores, familias jóvenes y también madres con bebés y niños pequeños, porque se considera que la Santa Virgen es la patrona de la maternidad. El recinto es atractivo para los peregrinos y los creyentes, y también para los turistas. Algunos van al monasterio llevados por la fe, otros, para disfrutar del entorno natural; así el flujo de gente hacia el cenobio nunca cesa. 

Versión en español por Daniela Radíchkova
По публикацията работиха: Valentina Díneva-Sharlánova, Academia de Ciencias de Bulgaria
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