El primero de marzo, Bulgaria amanece decorada de blanco y rojo. Los niños y los mayores se amarran a la muñeca o se ponen en la solapa un pequeño adorno hecho de hilos blancos y rojos entrelazados llamado mártenitsa, por el nombre de la abuela Marta, que es cómo los búlgaros solemos denominar por tradición el mes de marzo.
Este día, el sol brilla con fuerza mayor, el día parece más largo y las personas sonríen más. El invierno va cediendo ante la presión de la primavera y en el corazón renace la esperanza de buena salud, suerte y bienestar.
Esta fecha es celebrada sólo en Bulgaria desde hace siglos. En este día hasta la página principal de Google amanece en blanco y rojo, como guiñazo a nosotros, los búlgaros.
Érase una vez una abuela llamada Marta que vivía en lo alto de la montaña…
Veía y oía todo lo que ocurría por el mundo. Si la abuela sonreía, el sol brillaba con sus cálidos rayos dorados, las aves cantaban con alegría y las hierbas se volvían más verdes. Si la abuela se enfadaba, oscuras nubes cubrían el cielo, el viento y las nevadas azotaban el bosque, el frío paralizaba la tierra y las aves callaban.
Por eso, antaño los búlgaros ataban hilos blancos y rojos entrelazados a la muñeca de los niños y las mozas, a los cuernos de las ovejas y las vacas, y a las ramas de los frutales para apiadar a la abuela Marta. La puerta de la casa también era decorada con hilos blancos y rojos porque se creía que preservarían el hogar de malhechores, de todo tipo de enfermedades y también del mal de ojo.
Al ver esos hilos, la Abuela Marta sonreía y el sol sonreía en el cielo. Por eso, el primero de marzo, siguiendo la tradición, los búlgaros intercambiamos mártenitsas, esta especie de amuletos con borlitas hechas de hilos blancos y rojos que llevan el nombre del mes de marzo.
¿Por qué los colores son el blanco y el rojo?
Los colores de la mártenitsa llevan en sí el simbolismo y la magia de la Antigüedad. El hilo rojo es símbolo del vigor, la sangre, el sol y el calor. Por cierto, el rojo es el color predominante en los bordados tradicionales de Bulgaria. A su vez, el hilo blanco simboliza el buen comienzo y la luz.
La tradición manda que al ver la primera cigüeña por estos lares nos quitemos la mártenitsa y la coloquemos debajo de una piedra grande… Al cabo de nueve días levantamos la piedra para ver qué bichos se han reunido debajo de ella. Cuantos más sean, más copiosa será la cosecha este año.
Según otra creencia, hay que tirar la mártenitsa al río para tener suerte y para que todo marche sobre rieles (la expresión en búlgaro es “sobre agua”).
Existe otra costumbre más, consistente en elegir una fecha entre el primero y el 22 de marzo. Según el tiempo que haga ese día, será la suerte de que disfrutaremos durante el año. Si resulta ser un día soleado y cálido, nos espera buena suerte; si es nublado, la suerte no nos acompañará y afrontaremos muchos reveses. Es lo que se creía antaño…
Bulgaria, una martenitsa grande
Hoy, la martenitsa simboliza el amor, la salud y la larga vida. El blanco representa la pureza de las relaciones entre las personas
y el rojo, el calor que da la amistad. Por esto, muchos búlgaros elaboran las mártenitsas que regalan a los demás por sus propias manos, pensando en la persona a que la regalarán. El 1 de marzo todos nos ponemos mártenitsas. A pesar de que las tradicionales se elaboran de lana natural, la fantasía artística del búlgaro inventa diferentes decoraciones. Se entrelazan hilos azules y verdes con abalorios, pequeñas monedas y muchos otros pequeños objetos, coronados desde luego por las borlitas blanca y roja.
Los protagonistas de los cuentos de hadas decorados con esas borlitas causan mucha alegría a los chiquillos. Son muy populares también los brazaletes tejidos, con el nombre de la persona a que van destinados, con figurillas de madera, perlas, abalorios azules, etc. Las jovencitas suelen tener las muñecas de las dos manos cubiertas de varios de estos brazaletes. En el mercado se ofrecen también pendientes, calcetines, gorros, corbatas con los colores de la mártenitsa. Y, el 1 de marzo hay quienes se visten de blanco y rojo, como señal de saludo a la Abuela Marta.
Los estands por las calles están repletos de todo tipo de simpáticas martenitsas. Se adornan con ellas también los automóviles, las bicicletas, las mascotas, las tiendas y cafeterías, ventanas y patios. Si hasta el 25 de marzo no vemos una cigüeña, las mártenitsas se cuelgan en un árbol frutal. Así en marzo Bulgaria se
convierte en una gran mártenitsa.
Leyendas de 1300 años de edad
Hay varias leyendas sobre el origen de la mártenitsa búlgara y todas tienen que ver con los protobúlgaros y con el fundador del Estado búlgaro, el kan Asparuj. Una de ellas nos traslada unos 1300 años atrás. Asparuj decidió buscar tierra nueva para los búlgaros después de que los hunos derrotaran a su patria y cautivaran a su hermana Huba. Llegó a las actuales tierras búlgaras y envió un mensaje a su hermana atado a la pata de un falco.
Asparuj le comunicaba a Huba que había encontrado un lugar paradisíaco al sur del Danubio y que se asentaría allí. Huba huyó del cautiverio y ató a la pata del falco un hilo blanco de seda para anunciar a su hermano su pronta llegada. El ave lo llevó hasta la tierra nueva pero una saeta enemiga la hirió y su sangre coloreó el hilo. Habiendo recibido la buena noticia sobre la salvación de su hermana, el khan Asparuj cortó pedacitos del hilo manchado por la sangre del ave, los ató a las muñecas de sus soldados y mandó que los dos colores nunca se separaran como símbolo de la unidad de los búlgaros.
Esto ocurrió un primero de marzo de 681, el día en que en aquella época celebraban el año nuevo. Denominaron el hilo de seda mártenitsa por el nombre del mes. Desde entonces los hilos blanco
y rojo entrelazados unen a los búlgaros por el mundo, como un recuerdo de la patria y del primer khan búlgaro.
Versión en español por Hristina Taseva
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