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La obra de Ilía Bláskov y su huella perdurable en la tesorería espiritual de Bulgaria

Foto: архив

Ilía Blúskov, maestro, erudito y prócer del Renacimiento búlgaro (siglos XVIII a XIX), nació en 1839 en una familia de prole numerosa. Fue uno de los pioneros de la prosa literaria nacional. Su novela corta Stanka, la moza perdida, que describe el modo de vida de los búlgaros en aquella época, es la primera obra búlgara de tema rural.

El destino de Blúskov es similar al de las demás personalidades renacentistas de mente luminosa que ponían los intereses de la Patria por encima de los propios. Recibió las primeras enseñanzas de su padre que también fue maestro. Tras el cierre de las escuelas durante la Guerra de Crimea de 1853-1856 (un conflicto entre Rusia, por un lado, y la alianza formada por del Imperio Otomano y algunas de las principales potencias europeas, por otro), fue enviado durante seis meses como aprendiz de sastre a Silistra, en el noreste de Bulgaria. Más tarde consiguió pasar al campamento del ejército ruso y llegó a la ciudad de Braila, en Rumania, donde permaneció hasta 1856 trabajando como traductor y, a la par, como aprendiz en un taller. Un año más tarde Blúskov regresó a Bulgaria y fue designado maestro. En 1860 se marchó a la ciudad noreste de Shumen donde conoció a Dobri Voynikov, educador, dramaturgo y autor de las primeras piezas teatrales nacionales, que le dio impulso y le alentó en su carrera de escritor, cuenta Dimítar Stoykov, jefe del Departamento de Historia del Pueblo Búlgaro, siglos XV-XIX, del Museo de Historia de Shumen, y prosigue: “En Shumen, además de dedicarse a la docencia, Blúskov escribió novelas cortas y cuentos, confeccionó gran número de manuales, editó almanaques, redactó revistas. En el período de 1865 a1866, con sus hermanos menores, párrocos rurales y personas pobres, creó una pequeña sociedad literaria. Su objetivo era recaudar fondos para publicar libros, algunos de los cuales regalaban a las escuelas del campo. En 1873, en Shumen se celebró el primer concilio de educadores en cuya labor también participó Ilía Blúskov. El concilio elaboró los Estatutos para las Escuelas Rurales e impuso la enseñanza obligatoria para los niños búlgaros de la diócesis de Varna y Preslav. Para obtener la aprobación y el apoyo de la gente era necesario explicar los Estatutos a las comunidades rurales, y Blúskov comenzó a recorrer las aldeas en los días festivos, sin pedir por ello ninguna recompensa”.

En 1878, después de la Liberación de Bulgaria del dominio otomano, Ilía Blúskov fue nombrado inspector de escuela, ejerciendo a la vez como profesor en la Escuela Media para niñas, en Shumen, y también en el Colegio de pedagogos de la ciudad.

“Blúskov empezó su actividad literaria antes de establecerse en Shumen – explica Dimítar Stoykov –. En 1856, en la capital rumana, Bucarest, publicó el libro Diez Mandamientos de Dios o Breve enseñanza cristiana. Se trata, de hecho, de una traducción del griego que hace patente sus aptitudes de traductor. Es el primer trabajo literario de Blúskov destinado a servir de manual en las escuelas búlgaras. Siempre en Shumen, en 1863, publicó su segundo libro, una hagiografía de los santos Juan el Bautista e Ignacio de Antioquia”.

Ilía Blúskov es autor de la novela corta La desafortunada Krastinka, como también de un número considerable de cuentos cortos, libros de memorias y otras obras dedicadas al  Renacimiento Nacional búlgaro y sus personalidades destacadas. Se revela, además, como investigador. Su libro Material sobre la historia del Renacimiento búlgaro, publicado en 1907, contiene rica información documental.

Blúskov no dejó de crear hasta su muerte. Este insigne búlgaro pasó a otra vida el 13 agosto de 1913. Fue enterrado en el jardín de la iglesia de los Tres Santos de Shumen.

Versión en español por Daniela Radíchkova



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