Hay un valor del que nos acordamos apenas al perderlo: la salud. El 7 de abril fue declarado Día Mundial de la Salud precisamente para hacernos recordar este hecho, y también en homenaje al trabajo de las personas llamadas a asistirnos en cuanto perdamos la buena salud.
La Iniciativa por conmemorar esta fecha pertenece a la Organización Mundial de la Salud y tiene más de 50 años. En 2014, el 7 de abril, se inicia la campaña de prevención de las enfermedades transmitidas por vectores, típicas sobre todo de las zonas tropicales, donde el acceso a agua potable e higiene adecuada es limitado. La enfermedad más mortal de este tipo es la malaria que en 2010 ha causado la muerte de unas 660 mil personas, sobre todo niños en África. Sin embargo, la enfermedad que se está expandiendo con mayor velocidad es la infección vírica dengue que en los últimos 50 años ha extendido su alcance en 30 veces. Ambas se transmiten mediante picaduras de mosquitos. Los insectos pueden ser portadores de una serie de parásitos y patógenos que atacan tanto a las personas, como a los animales. Los mosquitos, por ejemplo, pueden infectar con seis enfermedades diferentes igualmente peligrosas. Además de la malaria y del dengue, existen también la filariasis linfática, conocida también como “elefantiasis”, la fiebre de chikungunya, la encefalitis japonesa, y la fiebre amarilla. Habitualmente una picadura es suficiente para quedar contagiado.
La globalización, la intensificación de los contactos y relaciones entre los continentes, la urbanización y el cambio climático tienen una enorme influencia sobre la propagación de estas enfermedades y logran trasladarlas a países en los que hasta el momento han sido desconocidas. Por esta razón, se intensifican los esfuerzos de las organizaciones no gubernamentales internacionales y de los gobiernos por combatir con estas infecciones. Y, aunque el alcance de las enfermedades vectoriales es cada vez mayor, los esfuerzos comunes logran reducir el número de los casos letales, informa la Organización Mundial de la Salud.
El objetivo de la campaña de la Organización Mundial de la Salud este año es informar sobre los métodos de prevención a las sociedades que están en mayor riesgo, y también a todos los que podrían estar en riesgo, como los viajeros, los comerciantes internacionales y las personas que residen en países en los que ésta es una amenaza reciente.
Aparte de luchar por la salud de sus pacientes, los médicos búlgaros llevan una verdadera batalla para solventar los problemas en su profesión, arraigados también en la reforma incompleta del sistema de sanidad búlgaro. Por su parte, los pacientes luchan con las colas a la puerta de los gabinetes médicos, sobre todo de los médicos de cabecera, quienes debido al retraso de la introducción de la gestión electrónica del sector, están abrumados por tareas burocráticas. Al mismo tiempo, los búlgaros seguimos encabezando las clasificaciones según la incidencia de las enfermedades cardiovasculares. En el país se observa un alarmante aumento de las enfermedades oncológicas, la diabetes es cada vez más “joven”, aumenta el número de las personas con sobrepeso y obesidad.
Un cambio en los hábitos de vida y la alimentación, así como la prevención de las enfermedades de importancia social, son algunas medidas que nos podrían sacar fuera de las listas negras. Por supuesto, insuflan esperanzas también la joven generación de médicos búlgaros y el desarrollo de la medicina en general.
Hablando de la actualidad, ¿nos sentimos tranquilos como pacientes nosotros, los búlgaros? Según Radoslav Nakov, estudiante de cuarto curso en el Instituto de Medicina de Sofía, la respuesta es, sí. Lo único que le preocupa es la interrupción, que se produce a vece,s de la conexión entre la Caja Administradora del Seguro de Salud, los médicos especialistas y las vías clínicas. Radoslav señala también que existe tensión en la cadena entre los médicos y los pacientes. Lo siente cuando realiza ejercicios prácticos en diferentes clínicas médicas. Señala que la documentación y el papeleo excesivo son una carga para los médicos, los cansan adicionalmente, y, según él, esto no debería ser así. Además de curar a sus pacientes, el médico les debe ayudar.
Radoslav espera que cuando empiece a practicar su profesión las cosas se hayan arreglado, y se desea a sí mismo una buena remuneración que se corresponda con sus conocimientos y su trabajo, pacientes contentos y agradecidos, y, por supuesto, buena salud.
Versión en español por Ruslana Valtcheva
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