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Boyan Nikolov: el conquistador de tres mares

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Al encontrase con Boyan Nikolov impresionan sus ojos vívidos y su rostro cincelado, una señal de carácter abierto y espíritu fuerte. Hace un año, inspirado por el viaje de Ulises, él se dirigió en un kayak hacia el Egeo para seguir sus pasos. Después de un mes y 1000 km tras sus espaldas, Boyan Nikolov se convirtió en el primer búlgaro que realizó el viaje del legendario rey griego. Con el éxito de aquel proyecto le surgió la idea de un nuevo recorrido, dos veces más grande. El siguiente reto se denomina Tres Mares, tiene una longitud del trayecto de 2200 km y debe ser superado en 2 meses. La idea del encantador amante de las vivencias extremas está apoyada por el Ayuntamiento de Sofía y realizada en el marco de la campaña “Sofía, candidato a la capitalidad europea de la cultura – 2019”. La aventura que tiene lugar en tres mares: el Mar Negro, el Egeo y el Jónico, ha empezado el 1 de mayo y ha finalizado con éxito el 4 de julio.

“Inicialmente mi idea era salir de Silistra por el Danubio, luego a través del Mar Negro y el Bósforo pasar por el Mar de Mármara llegar a Mármaris en el Egeo, explica Boyan. Sin embargo, tuve que cambiar la ruta debido al régimen de paso por el Bósforo. De esta manera pasé de Silistra a Rezovo, en la parte búlgara del Mar Negro, luego en automóvil hasta Alexandrupolis, Grecia, y de ahí remé hasta Igumenitsa, prácticamente por toda la parte continental de Grecia”.

Debido al mal tiempo, la primera mitad del trayecto resultó la más complicada, el remador búlgaro se atrasó del programa planeado, y luego tuvo que recuperar el tiempo perdido. Mientras remaba por el Danubio se cansaba por el frío, el viento y las lluvias, pero se recuperaba sobre la marcha. Aún más dificultades le ofreció el Mar Negro que no estaba nada amigable. Había momentos difíciles en los tres mares.

¿Con qué  equipaje los atravesó Boyan?

“Aparte de los alimentos, casi no hay ningún otro equipaje. Tenía solo dos juegos de ropa: uno para el agua y el otro para la tierra. Salí con mucha comida y mucha agua, porque no quería perder tiempo en comprar cosas. Luego me comí todo y el equipaje se hizo más ligero. Por el camino más o menos a fechas pares comía espaguetis, y en impares arroz, alguna que otra lata de atún, tomates, ensaladas y complementos alimenticios”.

El viajero dormía en tiendas de campaña en las playas, y de vez en cuando en campings. Por las mañanas se levantaba a las 8,30 h. desayunaba, tomaba una taza de café caliente y estaba listo para el nuevo día que le acercaba más a la meta.

“Mi día habitual era de unas 10 a 12 horas y una tercera parte de este tiempo lo dedicaba a los descansos. Remaba una hora, hora y media y salía a la tierra para descansar. Como media remaba unos 30 km diariamente, pero había también días de 60 km, porque a veces el viento fuerte cambiaba el programa previo y tenía que avanzar”.

Boyan dice que hoy en día, gracias a los teléfonos e Internet incluso en el mar uno no puede sentirse solo. El destino le ofreció encuentros con otras personas que viajaban. Uno de ellos fue un suizo de 72 años que había salido de su país para realizar un viaje en moto. “Cuando uno necesita comunicarse con otras personas, simplemente tiene que salir a la tierra e ir a algún pueblo donde la gente viene a hablar contigo. Pregunta qué estás haciendo, de dónde vienes y a dónde te diriges”, añade el remador. Durante viajes de este tipo uno comprueba sus propias capacidades, ya que todo depende sólo de la naturaleza y de él mismo.

“En algunos momentos te sientes muy pequeño. En el período cuando me había cansado demasiado, me daba cuenta que si pasaba algo, no podría hacer casi nada, ya que no tenía fuerzas, estaba agotado de cansancio. No hablo del cansancio físico que se te pasa cuando comes y duermes, sino del cansancio en el que no puedes valorar las cosas correctamente”.

¿Qué podemos esperar de Boyan el año que viene?

“No lo se, todavía no he descansado lo suficiente. No estoy seguro de si cambiar el formato o no. Por ejemplo, hacer un trayecto más corto pero más complicado como recorrer islas: el Archipiélago de las Cícladas o el Archipiélago del Dodecaneso”.

Para sus viajes Boyan se inspira en sus ídolos: Fridtjof Nansen, Thor Heyerdahl… Reconoce que “antes pensaba que estas personas recorren el mundo, viajan, tienen una vida tan interesante. Quería ser como ellos, pero me he dado cuenta que no puedo. Soy fuerte físicamente, pero para las cosas que han hecho ellos se requiere un espíritu muy fuerte”.

A la pregunta, ¿qué necesita uno para emprender un viaje como el suyo?, Boyan responde: “Sobre todo desearlo y estar convencido de verdad.”

Version en español por Ruslana Valtcheva



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