En el lejano año 1889 el monarca búlgaro Fernando colocó en las salas del palacio su colección personal de aves de mariposas y mamíferos tropicales búlgaros y tropicales. Así se sentaron las bases del primer museo búlgaro, conocido hoy como el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Fernando I de Bulgaria fue famoso por su interés por la ciencia. Le atraían la ornitología, la entomología y la botánica. Tomó parte en varias expediciones científicas en la selva de Brasil, África Noroeste y las tierras búlgaras.
Hoy las colecciones del Museo de Ciencias Naturales están expuestas en las cuatro plantas de un edificio, hecho especialmente para albergar la historia natural Bulgaria. Fue construido en los años 30 del siglo XX por el hijo de Fernando, el zar Boris III.
Este año el museo celebra su 125 aniversario. Es uno de los principales centros que se ocupan de las ciencias naturales clásicas. Siempre ha sido un lugar atractivo tanto para los adultos, como para los niños. Más detalles nos ofrece su director, Nikolay Spasov.
“Los tiempos cambian, los gobiernos también pero el museo sigue existiendo. Las personas siempre han tenido una necesidad instintiva de acercarse a la naturaleza. Hemos sido creados por la naturaleza y somos parte de ella. Los niños lo sienten de la manera más natural. Trabajamos en el museo con gente muy motivada, capaz de despertar el interés del público”.
Son muy interesantes las colecciones científicas que guardan los almacenes del museo, que atraen a científicos de todo el mundo, dice el director. Aquí trabajan renombrados científicos búlgaros que se dedican a la arqueozoología, la conservación de la Naturaleza, la investigación de los murciélagos, la paleontología de los vertebrados, entre otros. Colaboran con colegas suyos de Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Grecia, los Estados Unidos, Rusia, China.
“Calculamos la colección del museo en aproximadamente un millón y medio de piezas. Son impresionantes las colecciones de aves e insectos, dice el científico. En la filial de paleontología en la ciudad de Asenovgrad tenemos cerca de 40 000 fósiles del Mioceno Tardío, es decir, de más de 7 millones de años. En aquel entonces la naturaleza en el Sur de Europa tenía características similares a las de África. Había proboscídeos, rinocerontes, jirafas, antílopes. Tenemos una colección que muestra más del 30% de los minerales conocidos en el mundo”.
Las colecciones se van ampliando con los hallazgos hechos por los científicos del museo durante sus expediciones y viajes personales.
“En los años 80 hicimos una expedición zoológica en Mozambique y de allí trajimos muchas muestras de animales, dice el catedrático Spasov. También podemos comprar nuevas muestras pero es cada vez más difícil completar así las colecciones, por la falta de medios. Antaño no era así. El rey Boris de Bulgaria destinaba dinero para comprar colecciones de todo el mundo”.
¿Cuáles son los ejemplares más importantes del Museo de Ciencias Naturales de Sofía?
“Entre las piezas únicas es la cotorra de Carolina (Conuropsis carolinensis), que lamentablemente ya no existe. Hace muchos años esta especie estaba muy difundida en Norteamérica y estas aves cubrieron el cielo sobre aquellas tierras durante centenares de años. Hoy en día pocos museos disponen de ejemplares disecados de esta especie. Mencionaría también al lirón colipelado (Myomimus roachi), una criatura anodina, vista raras veces en un territorio pequeño del Sur de Bulgaria y la parte europea de Turquía. Presentamos también la foca monje (Monachus monachus). De pequeño he visto focas de esta especie en las rocas del cabo Kaliakra, en la costa Norte del mar Negro. Sin embargo, la foca monje es hoy un animal que nunca volverá a este mar. Han desaparecido su fuente de alimentación, las playas a las que solía salir y los lugares donde se reproducía.”
El Museo de Ciencias Naturales de Sofía guarda más sorpresas. Nikolay Spasov añade:
“Este año hemos recibido un regalo muy preciado, una partícula de un meteorito de Marte. Nos la regaló el renombrado geólogo Dmitry Lobanov-Rostovsky, descendiente de una antigua familia aristócrata de Rusia quien vive en Gran Bretaña. Tenemos también una pieza traída de la Luna, que nos regaló el gobierno de los EE.UU. Disponemos de una muestra tomada de la superficie de la Luna que es un regalo del anterior gobierno ruso.”
El museo de Ciencias Naturales organiza varias actividades para conmemorar su 125 aniversario. Del 19 al 24 de agosto la exposición estará abierta al público durante 125 horas seguidas. En estas jornadas los científicos prometen desvelar ante los visitantes muchos de los secretos de la naturaleza.
Versión en español: Vesela Petrova
Fotos: Cortesía del museo
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