Comenzó a estudiar esta bella danza a los 23 años, un hecho sin precedente en el ballet. Bajo la dirección de Eugenia Eduardova, en Berlín, avanzó rápidamente en la danza y fue admitido en la Staats Opera de esa ciudad. Más tarde volvió a Bulgaria y fue nombrado solista del ballet de la Ópera de Sofía. Pronto se le ocurrió la idea de presentar al público nacional alguna obra maestra del repertorio balletístico. En una entrevista que concedió a Radio Nacional de Bulgaria y que se conserva en la Fonoteca de esta emisora, Anastas Petrov decía:
“La primera obra de ballet realizada como un espectáculo independiente en Bulgaria fue la obra Coppélia, de Léo Delibes. Lo puse en escena al año de haber comenzado a trabajar en la Ópera de Sofía. Ya que no había una compañía homogénea e invariable, contraté para algunos de los papeles a coralistas de la ópera y a actores. Yo mismo hice el papel de Franz. Las críticas resultaron muy interesantes. Para el público el género resultaba totalmente desconocido, algo novedoso, y la gente no sabía como asumir este arte en el que ni se cantaba, ni se hablaba. La mayoría de los primeros balletistas de Bulgaria fueron aficionados, pero se merecen nuestro elogio porque bailaban movidos por un profundo sentimiento. Mi principal objetivo fue crear una escuela de ballet. Compaginaba el trabajo de pedagogo, maestro de ballet, solista, director de ensayos y todo lo restante en la escuela. Trabajaba de sol a sol hasta que se abrió la escuela en la que fui admitido como maestro. Hubo períodos en que los estudiantes llegaban a 120 personas. Mis éxitos y triunfos fueron fruto de mi laboriosidad y mi amor al ballet. Tuve la oportunidad de poner en escena la primera obra de ballet escrita por un compositor búlgaro: El dragón y Yana, de Hristo Manolov. Repartía mi tiempo entre la Ópera y la Escuela de Ballet, y me costaba muchos esfuerzos hacerlo”.
A pesar de su edad avanzada y de su salud deteriorada, Anastás Petrov se ocupó de sus educandos de la escuela de ballet hasta casi el último día de su vida. Algunos de sus discípulos de mayor renombre son Lili Beron, Asen Manolov, Lyuba Kolchakova, entre otros, que se afirmaron como grandes figuras del ballet búlgaro.
En una entrevista que guarda la Fonoteca de Radio Nacional de Bulgaria, Krasimira Koldamova, ex prima ballerina, expone sus recuerdos sobre el fundador del ballet búlgaro.
“Siempre soñé con ser la mejor. Ese sueño, tan propio de toda artista joven, fue apoyado por una gran persona: el creador del ballet búlgaro, Anastás Petrov. Él hacía de director y nosotras éramos cinco muchachas, las primeras graduadas por la Escuela de Ballet en el teatro. Siempre que se topaba con alguna, preguntaba “¿Hay algún papel que te guste? Si lo hay, empieza a aprendértelo de inmediato porque un día podrías presentarte con él ante el público”. En sus ideas y sus sueños planteaba continuamente nuevos objetivos y nos incitaba a que nos desarrollásemos. Mi primer papel en el ballet Giselle lo hice bajo su dirección. Anastás Petrov da mano no solo a las primeras bailarinas, sino también a las bailarinas más pequeñas, para que tuvieran la oportunidad de manifestarse en el escenario”.
En memoria de Anastás Petrov, en su ciudad natal, Dobrich, ha sido fundado un concurso para balletistas jóvenes que lleva el nombre del gran maestro. Este verano se celebró la edición XVI de ese certamen.
Versión en español por Raina Petkova
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