Hay un lugar en la Cordillera Balcánica (o como se le denomina también Stara Planina, o la Montaña Vieja) un sitio sagrado para todo búlgaro. Es la cumbre de Shipka, coronada por el Monumento a la Libertad, uno de los símbolos más sagrados de la historia búlgara, dedicado a los soldados rusos y a los búlgaros que lucharon contra el dominio otomano y que perdieron la vida en la Guerra Ruso-Turca de los años 1877-1878, cuyo resultado fue la Liberación de Bulgaria de cinco siglos de dominación otomana. Ahí, en medio de las empinadas laderas de la montaña, hace más de 130 años se libraron batallas decisivas para el desenlace de aquella guerra.
Más de 11 mil soldados rusos y voluntarios búlgaros murieron en los combates defendiendo el paso montañoso de Shipka. Inmediatamente después de la guerra, el Ejército Ruso creó una comisión que se encargó de preservar para las generaciones venideras el recuerdo de aquella hazaña. Así, en poco tiempo y con ayuda de la comunidad búlgara fueron creados en el área de aquel puerto montañoso 26 signos conmemorativos, esculturas, reproducciones de las posiciones ocupadas por las tropas rusas y su batería de artillería, refugios excavados bajo tierra, etc. Hoy en día esos monumentos históricos forman parte del parque-museo denominado Shipka-Buzludzha. El Monumento a la Libertad, que simboliza el intransitorio anhelo humano de libertad e independencia, fue erigido en 1934, financiado con donaciones del pueblo búlgaro.
El Monumento a la Libertad tiene 31,5 de altura y está construido de piedras a semejanza de las torres de las fortalezas medievales. En su pared norte descuella una enorme escultura de león con una inscripción que reza “A los luchadores por la libertad”. La planta baja del monumento está convertida en osario. Ahí se halla un sarcófago de mármol que guarda los huesos de 317 soldados rusos que cayeron en combate en Shipka. En las demás plantas están expuestos objetos personales de los participantes en los combates, lienzos, armas, uniformes rusos, condecoraciones y medallas. Al subir los siete pisos del monumento, uno llega a un mirador panorámico que ofrece impresionantes vistas hacia el Valle de las Rosas y los demás picos altos la Cordillera Balcánica.
Maya Milanova, que trabaja en el parque-museo Shipka-Buzludzha, ofrece más detalles sobre este lugar sagrado que todo búlgaro ha visitado al menos una vez en su vida.
“Shipka es un museo al aire libre, en los campos de batalla. Está relacionado con uno de los momentos más épicos de la historia búlgara. Situado justo donde tuvieron lugar las batallas, el conjunto monumental cubre todos los sitios históricos relacionados con la defensa del paso de Shipka durante la Guerra Ruso-Turca. Hacemos reproducciones de eventos asociados a los momentos más importantes de la epopeya de Shipka durante los actos conmemorativos en agosto, que por tradición se celebran entre el 21 y el 26 de agosto. Anualmente, el complejo monumental es visitado por unas 100 mil personas. Además de búlgaros, vienen también muchos rusos, lo cual es de comprender. Acuden también centenares de turistas procedentes de Francia, España, Alemania, Grecia e Israel”.
Habiendo subido a la cima de Shipka, uno no puede sino preguntarse: qué es lo que ve escondido entre las faldas de la montaña que semeja un castillo mágico de una película animada de Walt Disney. Es el templo-monumento de la Natividad, cuyas cúpulas doradas brillan enigmáticamente rodeadas de verdor. Fue construido en 1902 con donaciones del pueblo ruso para conmemorar a quienes perdieron la vida en la Guerra Ruso-Turca de 1877 y 1878. En sus paredes están inscritos en letras de oro los nombres de los voluntarios búlgaros caídos por la libertad de Bulgaria. La cripta de la iglesia está convertida en osario de los soldados rusos que murieron en los combates.
El Parque-Museo Nacional también incluye el pico de Buzludzha. Quien lo ve por primera vez, no puede velar su asombro porque sobre la alta cumbre rocosa, sobre el telón de fondo de las nubes blancas se ve un…platillo volador. De hecho, no es un encuentro con alienígenas, sino un encuentro con la historia. Se trata del mayor monumento de la era socialista que fue inaugurado en los años 80 del siglo XX en el lugar donde en el año 1891 fue creado el Partido Obrero Social-Demócrata Búlgaro, cuyo sucesor fue el Partido Comunista Búlgaro que gobernó Bulgaria a lo largo de 45 años.
Hoy, sin embargo, aquella creación del realismo socialista está sumida en ruinas. Saqueado y cubierta de graffiti y mensajes contra el comunismo, el monumento de Buzludzha es símbolo de una época pasada de nuestra historia reciente que aún no ha sido revalorada por la sociedad búlgara. Abandonado y en ruinas, expuesto a la merced de los vientos montañosos, el monumento es un imán para fotógrafos y amantes del tan popular en otros países turismo oscuro.
Versión en español por Ruslana Valtcheva
Fotos: Veneta Nikolova
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