Estamos despidiendo un año más dejando de lado de los balances y comentarios que hemos hecho y haremos en los días siguientes del año que despedimos, nos centraremos hoy en la fiesta y en las tradiciones búlgaras que la acompañan.
La principal de ellas se llama Surva, Survaki o Fiesta de San Basilio, celebrada el 1 de enero en todos los confines de Bulgaria, así como por los búlgaros étnicos que residen fuera del territorio nacional. La mesa festiva en la víspera de Surva (es decir en Nochevieja) es la segunda cena incensada después de la de Nochebuena y repite en gran medida los ritos practicados en aquélla. La decoración de los panes rituales es la misma y encierra los mismos símbolos que en Nochebuena, con la diferencia de que en Nochevieja los manjares están preparados con carne, huevos, queso, etc., a diferencia de en Nochebuena cunado se hacen sin carne ni grasa animal. Es muy tradicional la presencia en la mesa festiva de la cabeza de cerdo asada con col agria (chukrut). No podrían faltar los panes y roscas de Año Nuevo. Una vez incensados los manjares, la rosca se retira y guarda para la mañana siguiente, cuando un trozo de ella será guardado en lugar seguro de la casa para emplearlo como cura para los animales domésticos a lo largo del año nuevo.
En las diferentes zonas de Bulgaria se preparan distintas variedades de panes, roscas y pasteles de hojaldre con relleno de queso y huevos, puerro o col agria cocida, etc. Eso sí, es común de todos los confines del país la tradición de colocar en el pastel de hojaldre “banitsa” retoños de cornejo, que simbolizan los diferentes bienes: la suerte, la salud, el éxito en el trabajo, en el amor, en los estudios, etc. Según qué retoño le toque a cada comensal, tal será su suerte durante el año nuevo. Esta banitsa se prepara sin falta en todo hogar búlgaro hasta hoy en día, si bien con pasta filo comprada, y los retoños de cornejo suelen ser sustituidos por papelitos con votos escritos en ellos.
Decíamos que la cabeza de cerdo ocupa un importante lugar en la mesa de Nochevieja. Se prepara de diferentes modos en las distintas zonas del país, pero lo común es incensar el manjar antes de servirlo. Es la única ocasión durante el año en que se inciensa carne de cerdo en la tradición búlgara. Sobre la mesa festiva debe haber también nueces con la cáscara entera, cebollas y ajos. En algunas aldeas antaño solían bailar rondas joró durante toda la noche del 31 de diciembre al 1 de enero, como augurio de buena cosecha durante el año nuevo.
Otro rito mágico para adivinar el futuro consistía en cortar una cebolla incensada en 12 trozos, uno para cada mes, ordenarlos en un plato y echarles un poco de sal encima. Al día siguiente se miraba qué trozo había soltado jugo. Éste significaba que el mes a que le correspondía el trocito de la cebolla sería lluvioso.
El día 1 de enero es llamado en la tradición búlgara Surva y también sirve para adivinar el futuro. El año nuevo que comienza será según como sea la primera persona que visite la casa en Surva. Si es un muchacho, nacerán más corderos machos en el redil, y si es una niña, prevalecerán las hembras en el rebaño.
En todos los ritos ocupa un lugar central el cornejo, símbolo de fortaleza, resistencia, salud y juventud. Los muchachos de 12 a 15 años adornan ramitas de cornejo con frutos secos, pequeñas roscas, palomitas de maíz, copos de algodón o lana cruda y algunas monedas. Esta ramita mágica se llama survachka y sirve para desear suerte y bonanza a las personas. Los muchachitos recorren las casas del pueblo y en cada una son acogidos con gran alegría. Con sus survachka dan ligeros golpecitos en las espaldas de cada miembro de la familia sucesivamente, empezando por el de mayor edad, y recitan votos de buena salud, suerte, bienestar, abundancia, etc. Luego van al establo y corral para desear buena salud también a los animales y las aves domésticas. El ama de casa agradece a los muchachitos su visita obsequiándoles golosinas y pequeñas monedas.
En el primer día del año nuevo, la Iglesia Ortodoxa Búlgara homenajea a San Basilio, obispo de Cesarea y preeminente clérigo del siglo IV, venerado también como santo y doctor de la Iglesia Católica.
Versión en español por Raina Petkova
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